LETRA S
Febrero 6 de 2003

La culpa es de Shakespeare


 
ls-llanto


Nerviosismo, taquicardias, sudoración, temblores, 
confusión, propensión al lagrimeo o a la risa súbita 
parecieran ser los síntomas de una extraña y 
violenta enfermedad. Algunos lo consideran una 
patología mientras otros opinan que es el estado 
emocional perfecto: el enamoramiento. La nube en la 
que viaja el enamorado lo envuelve suavemente y 
parece protegerlo de todo lo terrenal..., sin embargo, 
puede también confundir sus ideas y llevar al amante 
a tomar decisiones incautas, oportunidad por demás 
especial para que el VIH/sida se aproveche de 
la pasión amorosa. El sexólogo Oscar Chávez Lanz, 
cofundador del Grupo Interdisciplinario de Sexología 
y de la Federación Mexicana de Educación Sexual 
y Sexología, reflexiona en entrevista con Letra S
sobre este tema:

Rocío Sánchez



"Parece estar claro que la idea del amor romántico, que emerge del proceso llamado enamoramiento, es una invención. Antes de Romeo y Julieta la gente tenía relaciones sexuales por placer, así como ante la comezón te rascas o ante la sed bebes agua. La gente podía satisfacer su deseo. Era más una cuestión de ponerse de acuerdo con alguien. Las alcahuetas, como la célebre Celestina, tenían la divertida tarea de facilitar encuentros. Se requería de cierta discreción pero no existían aún las restricciones de los siglos posteriores. La moral restrictiva acompaña a la expansión del cristianismo. El panorama parece estar cambiando. Escuchando conversaciones o en entrevistas a jóvenes, en general coinciden en que ya no es tan necesario casarse o establecer un compromiso formal para tener relaciones sexuales, pero debe haber amor. En el discurso moderno el amor es requisito (o disculpa válida) para la actividad erótica. Algunos vemos en este requisito una nueva forma de moralismo, de moralina. La idea del amor romántico, simétrico, es bonita, pero tiene complicaciones.

"Lo primero que tenemos que señalar es que habitualmente hay una percepción distinta del término 'amor' en diferentes personas. La diversidad de significados para el mismo término lleva a que dos personas, hombres, mujeres o uno y una, pueden asumir que 'sienten eso' mutuamente, aunque para una suene a sacrificio y devoción, o bien a pertenencia y posesión o a puro placer erótico, o compromisos de larga temporalidad. Pocas veces son sentimientos similares: aunque se declare 'sentir lo mismo', en realidad las expectativas no son simétricas; lo que cada quien espera de la pareja o de su propia persona suele ser distinto, si bien a veces hay cierta correspondencia, inequitativa: una persona se siente dueña y la otra asume ser poseída; la hizo suya, dicen, y en estos casos la persona acepta prácticas que le ponen en riesgo cuando 'ama' a la otra (en contraste, en el ámbito del trabajo sexual las prácticas de sexo sin riesgo son más frecuentes que con la pareja considerada 'estable', pues a la clientela sí se le pide condón). El no protegerse al tener relaciones con la pareja 'principal' es un tema por sí mismo y los elementos para desarrollarlo son diferentes. Falta investigar con seriedad qué es lo que lleva a ello, suponemos que el temor a insinuar infidelidades es un elemento importante, pero no parece suficiente. En esta conversación, creo, no íbamos a hablar del amor, sino de otro concepto muy diferente: el enamoramiento.
 
 

Conciencias alteradas
"El amor y el enamoramiento son dos asuntos diferentes. El enamoramiento es un proceso que puede dar como resultado amor entre las personas que participan, o no. El amor es una condición de relativa estabilidad, mientras que el enamoramiento es un estado transitorio. La problemática respecto al VIH/sida y otras infecciones de transmisión sexual (ITS) debida al enamoramiento tiene un perfil propio, más claro. Una persona enamorada no piensa como lo haría fuera de esta condición. El enamoramiento puede describirse como un estado alterado de conciencia: es como un estupefaciente.

"Los estupefacientes, para la gente común, son sustancias que cambian el estado de ánimo, particularmente las prohibidas, sea mota, cocaína, heroína o algo así (el alcohol y muchas drogas de farmacia, al ser legales, no entran en la lista, pero sus efectos no son muy diferentes). Un estupefaciente puede ser definido como 'algo que dificulta pensar', digamos que vuelve a la persona estúpida: reduce la percepción individual de riesgo y conduce a tomar decisiones inadecuadas, por ello se recomienda no conducir vehículos, ni manejar maquinaria ni tomar decisiones importantes bajo el efecto de estupefacientes. Podemos equivocarnos o producir accidentes con lamentables consecuencias. Se reconoce que el terror, el miedo extremo, la depresión, pueden llevar a la persona a decidir cosas que no son razonables, el enamoramiento también. Todas estas condiciones son estupefacientes.
 
 

Aceptación incondicional
"Hay muy pocas investigaciones formales sobre el enamoramiento. En el ámbito de la sexología se reconoce como un trabajo básico el de Dorothy Tennov, Love and limerence, publicado en 1981. La investigadora enumera varias fases y sus características. Básicamente afirma que el enamoramiento se acompaña de una percepción irreal de la persona y de la situación. Empezamos por pensar que la persona está centrando su atención en nosotros, toda acción realizada por la otra persona se percibe como un acto instrumental destinado a captar nuestra atención, en las fases iniciales; y en fases tardías puede pasar exactamente al revés: que los temores de perder a la otra persona también nos hagan percibir la realidad de un modo equivocado.

"En este proceso suele haber una aceptación incondicional de la otra persona: cualquier característica que en otra condición sería molesta o intolerable se vuelve virtud, cualquier propuesta, aunque sea completamente irracional, resulta convincente. Ahí es donde reside el problema de los contagios. Bajo la influencia del enamoramiento vamos a acceder a comportamientos que en otras condiciones no realizaríamos.

"He insistido en que el enamoramiento debe incluirse en la lista de estupefacientes, pues una persona enamorada acepta participar en prácticas sexuales de alto riesgo con su 'enamorante', mientras que con una persona de confianza se puede negociar más fácilmente el uso del condón, sobre todo en la primera vez...

"No quiero decir que la gente no deba enamorarse, como tampoco quiero decir que no se deba intoxicar, pero creer que puede tomar decisiones trascendentes bajo el efecto de la mota o del alcohol es una franca estupidez. Lo mismo ocurre con el enamoramiento; una cosa es acceder al enorme placer que puede dar el enamorarse de alguien, y otra cosa es, en ese estado, tomar decisiones para toda la vida. Casarnos, vivir juntos, tener relaciones sin condón, son decisiones de un riesgo enorme, por lo que habría que tomarlas en frío."