Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 10 de febrero de 2003
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Sociedad y Justicia
Se le presiona para entrar en la dinámica mercantil, señala a La Jornada el experto del Cesu

La universidad en México, atada a la política, dice Hugo Casanova

Aunque se hable de desregulación gubernamental, hay mayor dependencia de la educación superior ante los poderes estatal y económico, anota el análisis del investigador de la UNAM

KARINA AVILES

Desde los años ochenta los sistemas de educación superior de las naciones latinoamericanas, sumidas en graves crisis económicas y políticas, han recibido "fuerte presión gubernamental" para introducir reformas que apuntan más hacia una dinámica del mercado, contención de la matrícula, incremento de los "mecanismos de control" político y burocrático de las universidades y nuevas formas de financiamiento basadas en el cobro de cuotas y créditos estudiantiles, establece el análisis "Políticas y gobierno de la educación superior en América Latina", del investigador Hugo Casanova Cardiel.

El estudio, incluido en el libro Nuevas políticas de educación superior, coordinado por Casanova Cardiel, apunta que "aunque el discurso hegemónico indica tendencias hacia la desregulación gubernamental de la educación superior, los hechos han evidenciado de manera paradójica una mayor dependencia de la educación superior ante los poderes político y económico".

Intuición y voluntariedad

El libro en mención fue publicado recientemente en España, bajo el sello de la editorial Netbiblo en colaboración con la Red de Investigadores sobre la Educación Superior, en la serie Universidad Contemporánea. El investigador Hugo Casanova Cardiel, del Centro de Estudios sobre la Universidad (Cesu) de la Universidad Nacional Autónoma de México y profesor visitante en la Universidad de Barcelona, expresa a La Jornada que en gran número de países, incluidos México y España, las decisiones gubernamentales en los ámbitos de ciencia y de educación superior "suelen estar más cerca de la intuición y la voluntariedad políticas, que del saber generado bajo las condiciones propias del trabajo académico".

Destaca que en las decisiones sobre el saber y sus instituciones debe partirse de la lógica del propio saber y "no de las disputas por el poder". En México, añade, las decisiones sobre la universidad están marcadas por una idea de naturaleza política y burocrática, de manera que las definiciones sobre los temas de la educación superior y de la ciencia "se siguen generando al calor de los acontecimientos políticos y aun de las crisis institucionales".

En su análisis sobre las políticas y gobierno de las universidades en América Latina, el investigador expresa que los conjuntos de educación superior de la región han "tendido a estar situados en la línea Estado-oligarquía académica y, desde los ochenta, han recibido fuerte presión gubernamental para involucrarse en la dinámica del mercado".

Por otro lado, las modalidades de la autoridad burocrática de los sistemas de educación superior latinoamericanos se han incrementado y las formas colegiadas de gobierno han sufrido un proceso de refuncionalización, sólo contenido por la necesidad de legitimación del gobierno universitario.

En el nivel institucional, destaca, las decisiones se han desplazado en buena medida a la competencia de cuadros administrativos, así como de expertos en planeación y evaluación, "quienes llegan a imponer su racionalidad sobre la propia lógica del trabajo académico".

En suma, las interpretaciones internacionales acerca de un incremento de la autoridad burocrática y de la autoridad política en detrimento de la académica en la conducción de la educación superior se confirman en el ámbito de la región latinoamericana, añade.

Casanova Cardiel alude a algunas de las reformas emprendidas en las dos décadas recientes en los sistemas de nivel superior de México, Chile, Brasil, Argentina y Colombia, en las que destacan dos rasgos fundamentales: la implementación de un modelo diversificado de financiamiento de las universidades públicas -cuotas por los servicios, créditos estudiantiles, aportes fiscales a las instituciones con base en el desempeño- y nuevos controles burocráticos y políticos.

En referencia a México, señala que el sistema educativo superior, al igual que los de otros países, vivió a partir de los años 70 un proceso de cambio que implicó crecimiento y diversificación. Sin embargo, el proceso de crecimiento "fue contenido" en los 80, cuando las políticas gubernamentales optaron por fórmulas restrictivas.

Apunta que factores críticos, como el acceso de los estudiantes, la formación de los académicos y la producción del conocimiento científico, así como el gobierno académico y la administración profesional, han sufrido fuertes cambios que dan forma "a una nueva etapa" en el ámbito de la educación superior.

Resultados costo/beneficio

Para Casanova es previsible que en materia política, la educación superior seguirá respondiendo "a las presiones gubernamentales por generar mejores resultados costo/beneficio en términos sociales y políticos".

La variable económica, añade, seguirá desempeñando un papel importante en la definición de las políticas y el ejercicio del gobierno "y es posible que los sistemas de educación superior de la región continúen enfrentando un contexto de limitaciones financieras, así como una profundización de la brecha internacional en materia tecnológica".

En el tema de las políticas y el gobierno de la educación superior los procesos de transición política y de democratización en América Latina y el Caribe demandan mecanismos eficaces de consenso y legitimación. Hasta ahora, añade, dichos mecanismos son deficientes y los cambios que han impuesto de manera vertical han encontrado serias dificultades para su implementación. Lo que hoy se percibe en los conjuntos de la educación superior de la región son "las tensiones entre los esquemas políticos de corte autoritario y los de transición".

Por último, subraya que los esfuerzos para mejorar el ámbito universitario latinoamericano corresponden en primera instancia a las propias instituciones y a sus actores. Pero sólo con la voluntad política y la efectiva participación tanto de los gobiernos nacionales como de las entidades de coordinación internacional será posible proyectar hacia el futuro la educación superior de Latinoamérica.

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