Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 10 de febrero de 2003
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Cultura
Si la presentamos con poses nos va a ganar el cine, el teatro o la tv, alerta Florescano

''La historia se lee si se escribe bien''

Historia de las historias de la nación mexicana, reciente volumen del estudioso

ERICKA MONTAÑO GARFIAS

La historia es uno de los temas más apasionantes e interesantes para los mexicanos, quienes van a seguirla leyendo ''si los historiadores la escribimos bien, pero si continuamos presentándola en jeroglíficos, con jerga, con poses de sabios, nos va a ganar el cine, el teatro o la televisión, como está pasando", afirma el historiador Enrique Florescano, quien habla a La Jornada de su nuevo libro Historia de las historias de la nación mexicana (Taurus).

En este texto, el coordinador nacional de proyectos históricos del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes da cuenta de los cánones que han regido el estudio del pasado. "Lo más interesante de este libro es que es un nuevo enfoque de la tradición historiográfica mexicana. Cuando se trataba de interpretar o de considerar cómo se veía el pasado se revisaba la obra personal de casa historiador. Al hacer una revisión, me encontré con que, independientemente de la creatividad, de la imaginación o de la heterodoxia, detrás de los historiadores había una interpretación de la historia, una especie de cosmovisión, que es más fuerte que sus propias interpretaciones: es la cultura en la que están inmersos y que invade a todos los sectores políticos, sociales, culturales, y recorre prácticamente todas las clases, sectores y regiones.''

Para Florescano son cuatro los cánones básicos: el primero va del principio de la creación de la civilización mesoamericana hasta la invasión española, es la concepción indígena del pasado. Le sigue la imposición de la visión cristiana que imponen los europeos, y después "viene la interpretación del pasado basado en la nación que se rompe con la gran explosión revolucionaria de 1910, que crea la idea del Estado revolucionario", y finalmente se encuentra la interpretación académica "que logra reunir tanto poder como el que antes tuvo el Estado, la iglesia o el emperador indígena".

En un principio, agrega, "yo mismo estaba convencido que cada historiador era el que daba su propia interpretación del pasado. Y no. Estamos enredados, a veces totalmente amarrados y dependientes de interpretacions del pasado que son anteriores a nosotros, fuertes, poderosas, extendidas y colectivas".

En los próximos años, estima Florescano, va a prevalecer la interpretación académica porque "tiene cientos, miles de expertos dedicados exclusivamente a la historia, a leer, investigar, y se ayuda de bibliotecas fantásticas. No quiere decir que esta interpretación de la historia sea la buena, la única, o la más científica, también hay en los otros sectores de la sociedad otras interpretaciones y todo eso permite que vivamos una historia fuerte".

En Historia de las historias... el investigador presenta una pequeña muestra de su tesis de que Teotihuacán es la Tollan legendaria, la ciudad que dio origen a la cosmovisión mesoamericana y que fue la metrópoli política, cultural y religiosa más influyente entre 100 y 650 d.C. En las últimas décadas, la teoría dominante es que Tollan corresponde a Tula, Hidalgo.

De acuerdo con sus investigaciones, Florescano sostiene que en Teotihuacán se hablaba una variante del náhuatl, que los teotihuacanos conquistaron los centros políticos más importantes de Yucatán y del Petén guatemalteco, donde iniciaron dinastías, y que en algunos casos los mayas imitaron los símbolos de poder, hicieron reinos semejantes a Teotihuacán y sus guerreros imitaban a los teotihuacanos.

"Es decir que el prototipo político, cultural, militar y religioso teotihuacano fue el dominante en esa zona. En Monte Albán existen grabados donde se ven unos personajes que ahora, gracias al estudio iconográfico, sabemos que eran teotihuacanos".

La migración provocada por la caída de Tollan-Teotihuacán dio lugar a nuevos reinos, principalmente en el sureste del país. Se van a la zona de la Laguna de Términos, donde desembocan los Ríos Usumacinta y Grijalva y crean nuevas relaciones con el área maya del río de la Pasión. "En la zona arqueológica de Dos Pilas existen estelas de estos reyes de los siglos IX, X y XI vestidos como teotihuacanos.''

Todos estos datos forman parte de un nuevo libro que Enrique Florescano está preparando con el título Quetzalcóatl. Metáforas e imágenes, "que es una reinterpretación de Quetzalcóatl, que es el nombre del fundador de la dinastía de Teotihuacán pero también una manifestación del dios del maíz, un emblema real, la serpiente emplumada de la casa de Teotihuacán y después se convierte en el emblema de todas las casas reales que se dicen descendientes de Quetzalcóatl o de Teotihuacán".

Consciente de la controversia que causa esta teoría, Florescano señala que los historiadores e investigadores deben abrirse a las nuevas tesis. "Los que se quedan anclados en las interpretaciones o paradigmas anteriores no se desarrollan. Las ciencias, ya sean sociales o duras, son cambiantes. Un investigador debe tener la nariz, los ojos y los sentidos abiertos al cambio, de lo contrario la imaginación y el cerebro tienden a hacerse flojos y quedarse contentos con lo que ya está reconocido, estudiado y visto, pero la ciencia se desliza hacia nuevas perspectivas, hacia ventanas que hay que abrir para estar al día".

Como parte de su interés por acercar la historia a diferentes públicos, Enrique Florescano ofrecerá una serie de conferencias en la sede de la Academia Mexicana de la Historia, que se inicia este lunes 10 con Memoria mexicana, el miércoles Memoria indígena y el lunes 17 será Historia de las historias de la nación mexicana. La cita es a las 18:30 horas en Plaza Carlos Pacheco 2i, entre Balderas y Revillagigedo (a una cuadra de La Ciudadela).

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