Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 13 de febrero de 2003
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Política

Octavio Rodríguez Araujo

Las críticas y el PRD

Yo no sé si los dirigentes del PRD tengan la sensibilidad suficiente para captar la preocupación generalizada que ha provocado el hecho de no ser el partido que la gente de izquierda quisiera. Sería una lástima que no se percatasen de que se les está pidiendo otro tipo de partido. Si fuera el caso de que se tratara de políticos pragmáticos indiferentes a quienes no forman parte de su dirección o de su militancia, pues simplemente no valdría la pena escribir sobre ellos, como nadie escribe sobre lo que debería ser el PAN o el PRI, pues bien se sabe qué son y para qué sirven.

Voy a hacer de cuenta que los dirigentes del PRD todavía leen lo que se escribe sobre su partido, que oyen lo que se les dice y que tienen suficiente sensibilidad para reconocer que algo (o mucho) de lo que están haciendo no está bien. ƑO piensan que quienes, desde la izquierda, los criticamos somos de mala fe, agentes emboscados del PRI o del PAN, o anarquistas furiosos que queremos acabar con los partidos?

Desde hace varios años el partido del sol azteca abrió sus candidaturas a los priístas que, al no lograr ser propuestos por su partido, se cambiaron, sin trámite, al PRD. El antecedente más inmediato fue el mismísimo caso de Cuauhtémoc Cárdenas al aceptar ser propuesto por el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana después de que no fue candidato presidencial del entonces su partido, el PRI. Se podrán ofrecer todas las explicaciones que se quiera (que las conozco), pero el hecho simple fue ese. Rodríguez Prats, de Tabasco, hizo lo mismo, pero se fue al PAN. Como secuencia lógica no hubo diferencias entre un cambio de partido y el otro.

Este ha sido uno de los errores graves del PRD: emular al antiguo Partido Socialista de los Trabajadores (PST), que acogía a los tránsfugas de todos los partidos. Así le fue. ƑEs el destino que quieren para su partido los dirigentes perredistas? No parece buena idea, ni coherente con una ética de autorrespeto, que para ganar elecciones se busquen los candidatos más populares con independencia de su ideología y de su pasado. Si estuviéramos en tiempos de Cantinflas o de Pedro Infante, uno de los dos (o ambos) recibiría una invitación para ser candidato del PRD. No es serio.

ƑQué quiere decir esto? En mi modesta interpretación este tipo de procedimiento electoral significa que se trata de un partido sin principios, sin perfil propio, muy parecido a los dos principales partidos de Estados Unidos (cuyo sistema critican los perredistas), clientelista, carente de propuestas propias y, por si no fuera suficiente, poco inteligente, pues ha bajado sistemáticamente su votación con la excepción de Michoacán (la tierra de la dinastía Cárdenas, dirían sus más severos críticos).

Ligado a lo anterior se ha dado el triste caso de que los gobernantes que han salido de candidaturas del PRD, incluso en alcaldías municipales, no se han distinguido de sus predecesores, a veces ni siquiera por cuanto al manejo de los fondos públicos.

Se ha dicho, y es digno de tomarse en cuenta, que las críticas al PRD, desde posiciones de izquierda o simplemente progresistas políticamente hablando, es un error, pues debilita al único partido de izquierda electoral en México. Estas críticas a las críticas tendrían sentido (y razón) si se tratara de un partido definidamente de izquierda que estuviera haciendo esfuerzos enormes para sacudirse de los elementos oportunistas y busca-puestos que han oscurecido la imagen del partido. Pero estos esfuerzos, salvo casos aislados, no parecen ser la constante del PRD (a menos que sean tan discretos que no nos hayamos dado cuenta). A mí me consta que hay comités del PRD que han conformado consejos consultivos a los que escuchan sus dirigentes y con quienes discuten sus proyectos y sus tácticas. Pero no parece ser el común denominador de todo el partido en todo lugar.

Criticar al PRD no es hacerle el juego a los otros partidos. Justamente lo que quisiéramos varios de sus críticos es que fuera un partido que representara realmente una alternativa a los otros partidos. Una alternativa por cuanto a proyecto de gobierno y de país. Una alternativa para la gente del campo, ostensiblemente inconforme. Una alternativa, en síntesis, para los pobres de México, que son tantos que cualquier partido que los convenciera ganaría las elecciones abrumadoramente.

Los que somos de izquierda y todavía defendemos la existencia de los partidos políticos, tenemos derecho a criticar al único partido que podría ser de izquierda si sus dirigentes y sus militantes también lo quisieran. No criticar sería dejar que las cosas sigan iguales y que los dirigentes, de lo que sea, hagan su santa voluntad. Ya pasaron esos tiempos.

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