Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 16 de febrero de 2003
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Política

Armando Bartra

La izquierda política y la izquierda social

El movimiento campesino anda desatado y La Jornada lo documenta y analiza cotidianamente. Al mismo tiempo arrecian las críticas de izquierda al PRD, sobre todo después de la andanada de Marcos. Quisiera relacionar ambas cosas.

"Si le decimos, si le amonestamos, es por su bien (...) queremos no que se muera el pecador, sino que se convierta y viva. Mientras (...otros...) le tiran para que se muera. Esta es la diferencia". Así explicaban los periodistas liberales del XIX sus inclementes puyazos al presidente Benito Juárez (La Orquesta, T.I, no. 25, mayo 25, 1861). Y ese, espero, es el espíritu de los jornaleros que amonestan al PRD, pues mereciéndose las críticas, debiéramos apostar a que "se convierta y viva". Y es que un buen partido de izquierda nos va ha hacer mucha falta.

Urge frenar las perversas reformas laborales, agrarias, energéticas, tributarias y educativas de Fox, al tiempo que se impulsan las propuestas alternativas del movimiento campesino, obrero y ciudadano. Lo que demanda movilizaciones como las que anima hoy El Campo no aguanta más, y mañana, quizá, la Unión Nacional de Trabajadores y el Frente Sindical Mexicano. Pero demanda, también, mucha acción política y cabildeo legislativo. Y si en las próximas elecciones de diputados el PAN se alza con la mayoría absoluta o se reparte el grueso de las curules con el PRI, ya nos llevó la trampa.

Para evitarlo, creo que la izquierda social y la izquierda política debieran acordar no el truhanesco reparto de las candidaturas, sino una agenda de prioridades nacionales a empujar a la vez desde arriba y desde abajo. Lo que, además, daría fuerza y sentido a la loable consulta popular que promovieron hace poco algunos gremios democráticos y ciertos militantes del PRD.

El actual movimiento campesino, por ejemplo, necesita respaldo social, pero también aliados políticos. No senadores perredistas que a la mera hora se arrepienten, con los demás, de pedir la rediscusión del capítulo agropecuario del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), pero sí diputados como los de la bancada que encabeza Martí Batres y los del PT, que cabildean en favor del agro. Tampoco le hace daño el respaldo explícito de Rosario Robles, así fuera puramente declarativo y se agotara en los spots televisivos. Y así el PRD capitaliza estos y otros apoyos ganando simpatías electorales campesinas y populares. Pues también de eso se trata. ƑO no?

Así las cosas, me preocupa que pretendiendo cuestionar el maiceo partidista del liderazgo social mediante candidaturas a puestos de elección, en el fondo se cuestione la necesaria articulación entre movimiento social y acción política, entre gremios y partidos. Que, incluso, se ponga en duda la legitimidad de acciones políticas "institucionales" como las que desarrolla el actual movimiento campesino -lucha que, por cierto, ya debiera saludar el EZLN-, en nombre de prácticas contestatarias como las de Atenco, sin duda plausibles pero que no suplen la movilización de los grandes gremios organizados.

Y en esto, por una vez discrepo de Luis Hernández, quién escribió (La Jornada 8 de octubre, 2002): "Las grandes organizaciones sociales (...) viven hoy su nadir (...) Hace años (...) aspiraban a transformar el país (...) Hoy son corrientes dentro de partidos de izquierda (...En cuanto a...) las organizaciones campesinas nacidas en los 70 en la lucha por la tierra o la apropiación del proceso productivo (...) su proyecto de hacer política desde abajo se esfumó (...) Irónicamente parte del espacio político que (...) ocuparon ha sido conquistado por la CNC (...) En su lugar ha surgido (...) la nueva área de 'política informal' (...) La lucha de Atenco ha sido su expresión más visible".

ƑMi objeción al planteamiento?: un mes y pico después de publicado esto se desató el multitudinario movimiento que encabezan las organizaciones sociales que Luis daba por muertas. Atenco, naturalmente, se sumó a la lucha.

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