Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 16 de febrero de 2003
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Mundo
Marcos Roitman Rosenmann

Demasiado previsible

Las propuestas para el control del mundo diseñadas por los sucesivos gobiernos de Estados Unidos siempre se han visto acompañadas de un sinnúmero de justificaciones, pero todas aluden al sentido ecuménico de su participación. Bajo este manto, sus intereses geopolíticos son recubiertos de una capa impermeabilizante, permitiendo capear temporales y ciclones. Asimismo, sus actuaciones unilaterales se adornan de un discurso en el que sobresalen las palabras paz, compromiso, libertad, democracia, estabilidad o equilibrio mundial. Nunca han sido egoístas ni eludido su compromiso internacional. Les haya ido bien o mal es su altruismo el valor que mide y juzga sus actos.

La convicción del ciudadano medio estadunidense de que ésta es la causa de sus parabienes y sus males es la coartada de sus gobiernos para seguir adelante sin temer una crítica interna capaz de abortar el actual proyecto de dominio colonial. Convertir esta concepción particular en una especie de sentido común mundial, supone un éxito mayor. Implica transferir su visión del mundo, su manera de pensar e interpretar la historia más allá de sus fronteras.

La mayoría de las actuales elites políticas europeas, latinoamericanas, hoy ampliadas a Japón, parte de Asia, Africa y Australia, es decir, a casi todo el orbe, razonan, miran y sienten bajo los parámetros estadunidenses. Cuando ello ocurre, hay un handicap, se pierde el control del tiempo político. Por ello Estados Unidos va un paso adelante. Domina el escenario y el teatro de operaciones. No espera resultados, se anticipa en función de sus necesidades y objetivos. Sus estrategas saben cómo actuarán sus aliados y sus subordinados. Basta con presionar por acá, influir por allá o mostrar los dientes si es necesario. Lo previsible en las actuaciones de los enemigos disminuye el riesgo de decisiones osadas o temerarias. El tiempo de reacción y rectificación favorece una retirada o una acción compensatoria.

Sólo el terrorismo, interpretado como una guerra total, sin objetivos prestablecidos y con escenarios mutables a discreción, no cumple estas premisas. De ahí el uso bastardo de su existencia, amenaza permanente, para justificar cualquier acción punitiva tan o más execrable a los considerados agentes, cómplices o encubridores de terroristas. El miedo despertado en la población civil se instrumentaliza, transformándolo en coartada para proponer acciones antiterroristas no sometidas a derecho o rodeadas del secreto de Estado.

Conseguir semejante poder no se logra imponiendo doctrina por la fuerza; presupone una campaña de adoctrinamiento profundo al grado de compartir por asimilación sus eslóganes. Bajo esta premisa Estados Unidos ha actuado y construye su proyecto de dominación. Resulta indiferente, en este contexto, si el gobierno está en manos del Partido Republicano o el Demócrata. Las contradicciones inter e intrapartidarias tienen importancia en otros órdenes y esferas de la vida institucional y política estadunidense, pero nunca cuestionan el mito fundador del destino manifiesto. Son, por decisión divina, el factótum de la paz mundial. Más aún, desde la Segunda Guerra Mundial, sobre la cual sus historiadores e industria de comunicaciones se dieron a la labor de manipular la historia para convertir la contienda militar en un enfrentamiento victorioso entre Estados Unidos y la Alemania nazi, el mundo debe agradecerles su desinteresada entrega. Bajo esta premisa, el actual primer ministro de Gran Bretaña, Tony Blair, señalaba la deuda de Europa y la necesidad de tender la mano a su libertador. Con ello se justifica cualquier argumento espurio y no caben fisuras. Por ello los secretarios de Estado y de Defensa estadunidenses aluden a la vieja Europa como adjetivo para señalar la traición que supone no alinearse con sus postulados. Así recuerdan a Francia o a Alemania cuáles deben ser sus obligaciones. El Plan Marshall y la filantrópica ayuda para reconstruir la Europa tras el Holocausto son el punto de partida para desacreditar cualquier voz discordante.

Todo ello se suma a su papel de líder durante el periodo de guerra fría enfrentándose a la Unión Soviética y al bloque del Este. El apoyo a la disidencia interna en Polonia, Hungría, Yugoslavia o Checoslovaquia se construyó paralelamente a la coptación de científicos, técnicos, literatos, universitarios y profesionales provenientes de los países comunistas integrándolos a la vida estadunidense. Hoy, ellos son una carta de presentación y un recordatorio para los nuevos estados de quién es su mentor.

Las instituciones permanentes de Estados Unidos no escatiman esfuerzos ni dinero cuando se trata de propagar su doctrina y su peculiar manera de concebir la evolución política y las relaciones internacionales en el planeta. Impregnan todas las esferas de la vida social y de las formas de socialización. El poder, la competencia y lucha, la división del trabajo, la representación, la exclusión o la cohesión interna. Sus valores están presentes en la sociedad política, la comunidad religiosa, la familia, las empresas económicas e instituciones financieras y educativas. Nada queda fuera de su campo de actuación. Resulta interesante ver cómo imponen modas teóricas a la par que definen sus portavoces oficiosos. Los nombres sobran y se ubican en las consideradas disciplinas estratégicas: biología, sicología, ciencia política, cibernética, informática, ciencias de la complejidad o sistémicas. El control del conocimiento y la divulgación de sus principios divulgadores constituyen una prioridad para mantener la hegemonía sobre las formas del pensar. Si se manejan sus coordenadas sabrán en cada momento dónde estará cada uno y la reacción posible ante problemas concretos. Aceptando la pregunta, ya no tiene importancia cómo se responda, si afirmativa o negativamente, la cosa es no cuestionar el postulado y la hipótesis principal. Ello no altera el campo de condiciones prepositivo. En otras palabras, la agenda política la construyen sus tanques de pensamiento, salvo excepciones por el momento no conocidas.

Desde la industria del cine, la televisión, la prensa escrita proyectan sus valores culturales y sus formas de vida. Superman, Batman, Spiderman, Rambo, Harry El Sucio, etcétera. Desde luego, habrá quienes salgan a la defensa del teatro libre e independiente. Pero, precisamente por ello, su calificativo es libre e independiente. Charles Chaplin hubo de exiliarse tras la caza de brujas, por ejemplo. Aun así, se realizan películas en las que se denuncia la hipocresía, la pena de muerte o la mismísima caza de brujas. Todo ello con el objetivo de alabar lo flexible y "democrático" del sistema político estadunidense. Quién no ha tenido oportunidad de ver en las películas el llamado a protegerse bajo la quinta enmienda o el canto a la libertad de expresión en los tribunales. Tras violar, matar o asesinar cabe el arrepentimiento y la acción de la justicia. Toda crítica es posible a posteriori, ésa es la trampa. No hay un juicio ético de convicción. Con estos mimbres, no resulta extraño la anuencia de muchos gobernantes con Estados Unidos. No hablamos de dependencia o subordinación, hablamos de estadunidenses con pasaportes equivocados. Por eso, cualquier crítica la transforman en antiamericanismo trasnochado, por citar a Aznar. Demasiado infantil y previsible, no por ello menos eficaz para lograr el dominio colonial del mundo.

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