Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 16 de febrero de 2003
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Espectáculos
Shakira viajó del pop al rock, y de ahí a la sicodelia y al blues

En el Foro Sol, nadie fue inmune al veneno de la cantante colombiana

Cuando la artista ejecuta la danza del vientre, todo se le perdona

OTHON LARA KLAHR

Shakira aspira a ser inmune al veneno de la cobra como la mangosta, en cuyo honor nombró a su actual tour por Europa y América. Pero en su presentación del viernes en el Foro Sol de la ciudad de México nadie pudo ser inmune al veneno de la cantante colombiana que al mismo Nobel Gabriel García Márquez, su paisano, cautivó con su "sensualidad inocente".

Y es que cuando la nativa de Barranquilla, pero de sangre árabe, mueve el vientre, no como ese roedor parecido a la comadreja llamado mangosta, sino como serpiente encantada, todo se le perdona:

-Que se haya pintado el pelo de rubio.

-Que haya elegido como novio al hijo del ex presidente argentino Fernando de la Rúa, uno de los autores del corralito bancario que sumió en la desesperación a millones de ahorradores en Argentina.

-Y hasta que sacrifique algo de su latinidad en pos del éxito en el mundo anglosajón.

Todo eso sale sobrando cuando ella y sus músicos se apoderan del escenario y hacen bailar y cantar hasta al más tieso. Porque Shakira Isabel Mebarak Ripoli, a diferencia de la competencia -léase Christina Aguilera o Britney Spears- debe su éxito no sólo a su exuberante belleza y a la imponente producción que enmarca sus conciertos, sino además a su talento artístico, que quedó confirmado la noche de San Valentín.

Entre mangostas, langostas, cobras, perros, Bush y Hussein

Noche de luna llena. Cielo despejado, gracias al viento frío que sopla desde la tarde. En la parte alta del foro, digamos la zona popular, el ambiente es festivo, como en los estadios de futbol. Abajo, en la zona dorada, el bullicio da paso a la comunicación por celular, las chamarras de piel, los cutis tersos y acentos tipo ibero, norteño, inglés y español colombiano. El público es variado, aunque abundan las niñas y jóvenes ashakiradas. Es decir, de espesa cabellera rizada, pantalón de mezclilla ajustado y cadenciosos movimientos de cadera.

Y no podía faltar el típico albur chilango. Por ahí se oyó este diálogo entre dos ñeros:

-Mejor le hubieran puesto el tur de la langosta a la gira de la Chaquira.

-¿Y eso por qué, tú?

-Porque dicen que en las langostas la mayor parte de la carne se concentra en la cola...

Justo cuando en el sonido anuncian a Cabas, el cantante telonero, también de la caribeña Barranquilla, aparece por un pasillo un perro que se coló sin pagar, que es perseguido por varios elementos de seguridad. Ya no es posible ver el desenlace de la corretiza. Se apagan las luces y comienza un sabroso ritmo rumbero fusionado con pinceladas de rock que prende al público cuando el bongó da pauta a la letra: Oye Ana María ven y muévete a mi lado/ que bailas como un ángel, pero más negro que blanco/ Que me sacudes todos, todititos mis pecados. Se para en su silla una personificación de Ana María y bailando ese ritmo sacude todititos los pecados de quienes la miran.

Cerca de las 10 ya hay en el foro unas 40 mil almas clamando por Shakira. Cubre el escenario un gran telón rojo con el logo del tour bordado al centro: una mangosta frente a una cobra a punto de pelear. Sin levantarse el telón, se encienden las luces. Al fondo, como figuras chinescas, se ve la silueta de los músicos ejecutando sus instrumentos. Por fin sube el telón. Entre neblina roja se vislumbra al guitarrista rasgando las cuerdas. Quién sabe de dónde, se alza una cobra metálica en actitud de ataque, de unos seis metros de altura, y emerge la diva entallada en un pantalón de cuero negro intenso y un breve top del mismo color, en contraste con su blanca piel. Se contorsiona sin piedad al ritmo de las notas. Potente la voz, más la cadera, en un espectáculo digno de un sultán de las mil y una noches.

Durante casi dos horas la escenografía y el vestuario va cambiando, pero se mantiene el ritmo frenético de esa árabe caribeña que agasaja a su público con Ojos así, Ciega y sordomuda, covers de Aerosmith, y Séptimo día, que parece sacar de onda a un público light más dispuesto al festejo que a pensar en la inminente guerra. Sin duda una de las mejores rolas. Excelente el video, en blanco y negro, en el que Bush y Hussein juegan ajedrez con misiles, manejados como títeres por la muerte. Pese a la proclama ''¡Al amor le hacen falta líderes, y a los líderes, amor!'', quizá le faltó a la colombiana un compromiso más explícito contra el belicismo gringo, ya que se metió en ello. Pero qué más da, si a cambio de ello ejecuta la danza del vientre. Al término de Buscando un poco de amor surge un grito femenino a todo pulmón: "¡Me mataste, mamacita!", que de inmediato es avalado por voces masculinas.

Todavía se da el lujo de tornarse sicodélica y luego blusera al ejecutar la armónica.

Esa noche, de un foro Sol radiante, nadie fue inmune al veneno de la cobra colombiana.

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