269 ° DOMINGO 16 DE FEBRERO DE 2003
El teólogo español Juan José Tamayo, objeto de la ira vaticana
Ataque del “moderno”
Santo Oficio

JUAN MANUEL CONTRERAS COLIN*

LA CONGREGACION para la Doctrina de la Fe (versión “moderna” del Santo Oficio), que preside el cardenal Joseph Ratzinger, se ocupó de la obra teológica de Juan José Tamayo (teólogo español) durante tres años, como antes lo hiciera con las de Hans Küng y Leonardo Boff.

A Tamayo, como a los teólogos mencionados, se le investigó a espaldas, sin tomarlo en cuenta. Sólo se le comunicó la existencia de una “nota” y de un informe de descalificación de sus ideas cuando la investigación estaba cerrada. El estudio de su obra fue para condenarlo sin oírlo, sin un debate a fondo “sobre las grandes cuestiones debatidas hoy en la teología”. La Comisión para la Doctrina de la Fe de la Conferencia Episcopal Española hizo suyos los resultados del estudio y los dio a conocer como “Nota a propósito del libro de Juan José Tamayo Acosta, Dios y Jesús. Hacia la comunidad, 6, Ed. Trotta, Madrid, 2000”.

En dicha “nota”, de cuatro pequeños párrafos, la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe –encargada de asistir a los obispos en su tarea de tutelar y promover la doctrina cristiana– “considera necesario hacer algunas aclaraciones sobre la enseñanza contenida en el libro”.

Enfatiza que el autor hace su estudio según unos “presupuestos metodológicos insuficientes” y los señala: “rechazo frontal de la Tradición de la Iglesia en su definiciones cristológicas, selección arbitraria –no justificada– de pasajes del Nuevo Testamento, con el abandono expreso de otros, e interpretación de los mismos según criterios confusos que no se explicitan”.

Remata esta serie de “aclaraciones necesarias” con un tremendo señalamiento: “La aportación del autor no es sino una versión renovada del antiguo error arriano”, que consiste en “la negación de la divinidad de Jesucristo, presentación de Jesús como un mero hombre, negación del carácter histórico y real de la resurrección, y de ésta como dato fundamental de la fe cristiana”. Y termina el segundo punto con una acusación: “Las conclusiones a las que llega don Juan José Tamayo Acosta son incompatibles con la fe católica”.

En el tercer punto de la “nota”, la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe “considera, además, necesario informar de que en la actualidad, el citado autor carece de misión canónica para enseñar teología y no ejerce la docencia en ningún Centro Superior de la Iglesia”, y advierte que “el autor, en los últimos años, ha seguido en sus publicaciones teológicas y manifestaciones públicas una trayectoria que le aparta de la comunión eclesial”. En otras palabras, Juan José Tamayo Acosta no puede contaminar a la Iglesia porque está fuera de la Iglesia por voluntad propia, él se apartó, él tiene la culpa, y lo demuestran sus dichos y hechos.

Por último, la Comisión Episcopal hace explícita su “preocupación” por la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII, “de la cual don Juan José Tamayo Acosta es secretario”. Y enfatiza: “Recordamos que es secretario”. Y concluye con una sentencia: “Recordamos que esta asociación carece de aprobación canónica y no es, por tanto, una asociación de la Iglesia católica”.

¿Qué está detrás de esta embestida de la neo-inquisición vaticana? ¿Qué pretende la elite que controla Roma al acusar y sentenciar a José Tamayo?

Tamayo es un teólogo laico y por eso no depende profesionalmente de la jerarquía católica, no tiene que rendirle cuentas de su práctica teológica a ningún obispo porque no enseña en “los santuarios de la dogmática católica” y él mismo se define como “teólogo libre”. Es profesor en dos universidades públicas y es columnista en el periódico español El País. Es, además, teólogo de la liberación y quizá ese sea su pecado mayor, iluminar teológicamente las esperanzas y las luchas de los oprimidos y excluidos.

Cuenta con una obra intelectual muy amplia: dos tesis doctorales, cerca de mil artículos en medios escritos, más de 2 mil recensiones de libros de filosofía, teología y ciencias sociales, 500 estudios en revistas especializadas, y más de 30 libros –el más reciente acaba de aparecer en la editorial Trotta, con el título Nuevo paradigma teológico–.

Tamayo tiene claro que “para un teólogo cristiano el Evangelio es anterior al dogma; el seguimiento de Jesús de Nazaret, anterior a la obediencia al Papa; el sermón de la montaña que el Código de Derecho Canónico; y la construcción del reino de Dios más importante que la edificación de la Iglesia” y abiertamente se lo ha manifestado al cardenal Ratzinger.

El golpe de Ratzinger a Juan José Tamayo es también un golpe a la “Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII”, de la cual Juan José Tamayo es fundador y actual presidente.

Esta asociación aglutina la franja progresista de los teólogos españoles comprometidos con las luchas sociales. Desde hace 20 años organiza un Congreso Teológico en Madrid que reúne de mil a 3 mil personas y tiene un impacto significativo en la Iglesia católica y la sociedad española.

El golpe de Roma a Juan José Tamayo, hay que decirlo por amor a la verdad, no es un golpe a un teólogo, es un golpe más del modelo eclesiológico restauracionista de la neo-cristiandad impulsado por Juan Pablo II con sus vanguardias conservadoras, el Opus Dei y los Legionarios de Cristo, a otro modelo de iglesia explicitado en el Concilio Vaticano II, en los documentos de las Conferencias Episcopales de Latinoamérica de Medellín, Puebla y Santo Domingo, a saber: la Iglesia como pueblo de Dios, como comunidad comunión, como Iglesia de los pobres.

*Profesor de Etica en la UNAM.