Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 24 de febrero de 2003
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Economía

León Bendesky

Historia

Durante muchas semanas hemos estado frente al peligro de una guerra contra Irak y esto genera aprensión y miedo. Pero también provoca cierta fascinación derivada de la forma tan evidente y desnuda en que se manifiesta el carácter de la política y la esencia de quienes la practican. Tenemos frente a nosotros, cada vez de manera más clara, el ejercicio del poder con su vileza, acomodos, oportunismo y, también, aunque en medida insuficiente, su virtud.

Mientras pasa el tiempo, y el gobierno de Estados Unidos se apresta decididamente para el ataque, se mueven piezas que exponen contradicciones en términos de las fuerzas y los intereses que participan en los distintos frentes del conflicto: el político y el militar. Por distintas razones, entre las que aparece la intención de expresar siquiera que no hay una sola perspectiva del mundo y que ésta no se entiende sólo en inglés, los gobiernos de Francia, Alemania y Rusia han adoptado una postura que disputa a Bush y su equipo la posición única que pretenden imponer. No es claro, ahora, cuánto resistirá tal postura y si al final se plegarán a la guerra, que sigue siendo el escenario más seguro, y cómo lo harán. Una situación similar pasa con México y Chile, cuyos votos en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas son ahora necesarios para alcanzar los nueve requeridos para una resolución de guerra. Esos votos no se han concedido, y se plantea una posición de lo que puede verse como el bloque de América Latina, cuyos intereses no están aliados con el unilateralismo que quiere Washington. Esto le ha quedado claro al embajador estadunidense Tony Garza y lo expresa de modo abierto en sus discursos, y es un asunto que deberían entender mejor algunos líderes empresariales del país, quienes únicamente ven en todo esto los problemas económicos que puede acarrear y su rentabilidad.

Por otro lado, el despliegue de la tropas estadunidenses está entorpecido por el gobierno turco que al parecer, menos por convicción que por negocio, exige un pago de más de 30 mil millones de dólares para facilitar su territorio como base próxima de operación en el frente; esto sólo hace evidente el aspecto mercantil que involucra esta gran aventura oriental. Aquí puede apreciarse también la manera en que el tiempo ha ido modificando la postura estrictamente militar de esta guerra. Hay quienes en Estados Unidos abogaron abiertamente por un ataque rápido contra Irak -sin consultas políticas tan dilatadas- que hiciera el trabajo de remover a Hussein y controlar el país. Ahora, en cambio, se habla de poner en el terreno hasta 250 mil efectivos, con todo lo que eso significa en términos de logística, abastecimiento, atención médica y demás. Un enfrentamiento de este tipo no sólo es mucho más costoso económicamente, sino que provocará más bajas de militares y de civiles con mayor costo político para Bush, quien en un año tendrá que enfrentar el inicio de las elecciones primarias para buscar la relección.

El tiempo ha permitido reacciones sociales en muchos países en abierta oposición a la guerra, aunque no conmueva en lo mínimo la convicción belicista de Bush y sus aliados. Ahora este asunto ya está por completo en manos de los halcones y en una lógica de guerra completamente distinta a la de 1991. El tipo de guerra que se está preparando impone las mismas preguntas que se hicieron los militares estadunidenses luego de Vietnam, es decir, no sólo acerca de cómo se entra en el conflicto, sino cómo se sale de él y qué se deja detrás. Hoy, el Medio Oriente, y esto ya se ha dicho muchas veces, no es igual que hace 10 años y no se advierte la forma en que se logrará el control del escenario de la guerra, que bien puede extenderse en la región generando gran inestabilidad, como le queda muy claro, por ejemplo, al régimen de Arabia Saudita.

Es posible advertir que estamos en un momento clave de la historia y hasta podemos imaginar cómo será recogido en crónicas y análisis de libros y presentado en películas dentro de algunos años, a la manera en que leemos y vemos acerca de otras guerras no tan lejanas como la de Corea y Vietnam. No siempre ocurre esa capacidad de percibir el sentido de las decisiones que se toman por un conjunto de hombres, de una y de otra de las partes, y de cuya capacidad no se puede ahora más que tener serias dudas. Esto también provoca desasosiego y fascinación. No parece que en el enfrentamiento que nos ocupa se reconozcan principios como los que ofreció Sun Tzu en su Arte de la guerra; todo aparece, en cambio, demasiado brutal y directo, eso acarreará mucha destrucción y muertos en un entorno que para todos será muy incierto y frágil. Dicen que, entre otros personajes, Bismarck gustaba decir que "los tontos afirman que aprenden de las experiencias, pero yo prefiero ganar de las experiencias de los otros". Este es, tal vez, el gran encanto de la Historia (esta vez con mayúscula) y de su necesidad: en todo caso la humanidad deberá buscar qué hacer con esta nueva experiencia.

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