La Jornada Semanal,   domingo 9 de marzo del 2003        núm. 418
Joaquín Garrigós

Desde hace dos mil años, un libro de M. Sebastian

El judaísmo no es un problema nacional ni judío ni rumano sino personal de él, que ha nacido judío en una ciudad danubiana y que ha bebido en las fuentes de la cultura francesa. “Nunca dejaré de ser judío. Esa no es una función de la que uno pueda dimitir. Se es o no se es. No se trata ni de orgullo ni de vergüenza.”

El libro fue publicado en 1934 con un prólogo de Nae Ionescu, profesor de Lógica y Metafísica en la Universidad de Bucarest, ideólogo de la derecha rumana (Sebastian aceptó publicarlo así por devoción a su maestro), en que desplaza el problema de lo racial e histórico a lo teológico. Aunque más que prólogo es una glosa, ya que no discute la obra sino la idea que encierra el título, lo antiguo de la cuestión, la razón, la permanencia, el destino y su causalidad. Para él, el drama del judío no es un problema religioso sino un fenómeno metafísico y el judío sufrirá porque, como pueblo elegido, no ha reconocido al Redentor. Y no hay nada que hacer porque el judío no puede superar su sufrimiento metafísico (no físico ni político) más que dejando de ser judío. Situación tanto más trágica porque nadie puede dejar de ser lo que es ya que la pertenencia a una comunidad no depende de la voluntad del individuo. El prólogo concluye de este modo:

Todo el mundo sufre, Iosef Hechter. Nosotros los cristianos también sufrimos. Pero para nosotros hay una salida porque podemos redimirnos. Tú esperas, lo sé. Esperas que un día venga aquel al que aguardas, el Mesías, en el caballo blanco y entonces dominarás el mundo. Esperas, Iosef Hechter. Es lo único que te queda.
Pero yo no puedo hacer nada por ti. Porque yo sé que ese Mesías no vendrá. El Mesías ya vino, Iosef Hechter, y tú no lo reconociste. Lo que se te pedía a cambio de todas las bondades que Dios ha tenido contigo era que velaras. Y no velaste. O no viste, porque la soberbia te puso escamas en los ojos.
Iosef Hechter, ¿no sientes cómo se apoderan de ti el frío y las tinieblas?
El libro desató una verdadera tormenta en un momento de plena ascensión del fascismo en Europa y en un país con tensiones antisemitas, donde el judío siempre se consideraba como algo distinto, no rumano. La novela, con rasgos autobiográficos, pese al título, no abarca más que un decenio y presenta tres momentos diferenciados: 1923, año de grandes algaradas universitarias, en que el protagonista, estudiante de provincias en Bucarest, cobra de pronto conciencia de su condición de judío por las vejaciones a que se ve sujeto. En esta parte hay un auténtico examen de conciencia judía por parte del protagonista, con abundancia de monólogo interior. El segundo momento se centra en 1929; no es una época convulsa sino de calma, en la que el protagonista es testigo, actor, espectador y cronista de acontecimientos existenciales con otros personajes. El tercer momento, 1933, vuelve al punto de partida pues, tras una calma aparente, se recrudece el antisemitismo.

Plantea la tesis de si debe buscar la solución en la vieja cultura yiddish, en el sionismo libertador o en el marxismo que borra las diferencias nacionales. El autor rechaza esas soluciones y aboga por la integración del judío en la sociedad rumana, aunque con cierta resignación, pues por siglos que lleve el judío enraizado en Rumania, por mucho que haya contribuido incomparablemente más que otras minorías nacionales al desarrollo de la cultura rumana, el judío siempre estará menos asimilado por razón de raza y religión que cualquiera de esas minorías no rumanas. El judaísmo no es un problema nacional ni judío ni rumano sino personal de él, que ha nacido judío en una ciudad danubiana y que ha bebido en las fuentes de la cultura francesa. "Nunca dejaré de ser judío. Esa no es una función de la que uno pueda dimitir. Se es o no se es. No se trata ni de orgullo ni de vergüenza."

El argumento es el siguiente: el protagonista llega de provincias a estudiar derecho a Bucarest, donde se aloja en una residencia universitaria para judíos y donde traba amistad con dos compañeros, un marxista y un sionista. Un personaje de relieve en esta primera parte es el viejo anticuario judío de libros en yiddish pero que no ve "que masas enteras de judíos" adoptan la lengua del país donde viven, que el yiddish ya no es su lengua desde hace cien años. El protagonista se deja fascinar por la extraordinaria personalidad del profesor Blidaru (en realidad Nae Ionescu) que se convierte en su mentor. Por consejo del profesor abandona la carrera y se hace arquitecto. Trabaja en una obra bajo la dirección de Mircea Vieru (que es un trasunto del novelista Camil Petrescu), un antisemita con "argumentos racionales", y luego con una empresa petrolífera. Surge un conflicto de los campesinos con los todopoderosos industriales, si bien esta es una cuestión en la que no profundiza por apartarse del tema del libro. Se marcha a Francia y vuelve a Rumania. Aquí dirige las obras de construcción de una villa de su profesor. Su camarada sionista se marcha a Palestina donde "perderá su vocación para el dolor". Él se queda, es un hombre de esa tierra aunque su maestro le discuta el derecho: "Con todo, existe el problema judío y es menester resolverlo. El antisemitismo es de orden metafísico: El antisemitismo de 1933 es económico mientras que el de 1333 era religioso. Pero eso se debe a que el orden primordial de aquel siglo era la religión y el de ahora la economía. Si el día de mañana la estructura social no se centrase en la religión ni en la economía sino, es un decir, en la apicultura, el judío sería detestado desde el punto de vista de la cría de abejas. Lo que cambia en el antisemitismo, como fenómeno eterno, es el plano en el que se manifiesta y no sus causas primarias... La esencia del fenómeno es siempre la misma. Y se llama, por mucho que protestes, la obligación judaica de sufrir."

Por todas partes encuentra gentes normales o fuera de lo común, acomplejados, expansivos, temperamentales, teóricos, pragmáticos, etcétera, cada uno de los cuales representa una actitud existencial, social, étnica, política... Naturalmente, al tratarse de una novela de tesis la acción se subordina a la reflexión y a la introspección.

No sólo estamos ante el libro de una conciencia sacudida por las realidades de la condición humana y la idea de destino sino que, además, los problemas que plantea, tristemente confirmados por la historia posterior, conservan toda su actualidad después de más de sesenta años, por su investigación en la psicología de un pueblo y la expresión auténtica de un yo lúcido y reflexivo que anota hechos, recuerdos, reacciones sentimentales, etcétera, unidos por el hilo conductor de ese drama, el drama de los judíos "desde hace dos mil años" por su condición de "pueblo trágico".

Mihail Sebastian parecía intuir el futuro. Al regreso del protagonista a Bucarest en 1933, percibe un ambiente insoportable. Los exaltados tienen como lema ¡Os llevaremos al paredón!, y el protagonista se pregunta: "¿De dónde vienen esos muchachos lunáticos, sin casa, sin ley, con la cabeza descubierta, con las manos vacías, de identidad borrosa y con expectativas vacilantes?" Sebastian intuía el fermento que llevaba a una juventud desorientada al chovinismo y a la violencia fascista. Intuición profética que hubo de sufrir en su propia carne.

Conviene precisar que Mihail Sebastian nunca se consideró un escritor judío sino un rumano que, por azar, había nacido judío. Nunca, ni en los momentos de persecución máxima, se alineó en el sionismo y jamás perdió su devoción intelectual por Nae Ionescu.

Sebastian se convirtió con este libro (y su prólogo, pues forman un todo indisoluble) en el blanco del fuego cruzado de la derecha y la izquierda, puesto que unos lo tacharon de antisemita y renegado y otros de sionista y bolchevique. De todos esos ataques se defendió en un libro publicado al año siguiente llamado Cómo me convertí en revoltoso. Desde hace dos mil años. En Francia lo publicó la editorial Stock con el título Depuis 2000 années.