Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 10 de marzo de 2003
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  CineGuía
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  Librería   
  La Jornada de Oriente
  La Jornada Morelos
  Correo Electrónico
  Búsquedas 
  >

Sociedad y Justicia

APRENDER A MORIR

Hernán González G.

Necesidad de poner límites

Entre intenciones y realidad
"Artículos prohibidos"

ANTES DE REFLEXIONAR sobre los beneficios recíprocos de procurar poner límites también en la relación con pacientes terminales y con personas de edad avanzada, aclaro a don Antonio Viesca que este espacio de ninguna manera identifica la tanatología con "una trivialización de la eutanasia" y muchísimo menos "con falacias inductoras al suicidio".

LA TANATOLOGIA, LO hemos dicho y lo habremos de repetir, es en términos generales el estudio interdisciplinario de la muerte y del moribundo, así como de las medidas para disminuir el sufrimiento físico y sicológico del enfermo terminal, y la aprehensión y sentimientos de culpa o pérdida en sus familiares, desechando la perniciosa idea de que padecer dolores evitables constituye una vía de santificación.

ESTUDIAR LA MUERTE impone además la revisión de paradigmas, ese conjunto de principios y presunciones que definen el tipo de datos que en principio somos capaces de observar, y demanda, irreversiblemente, seguir construyendo una imagen más humana e integradora del hombre, otra visión de la realidad como efecto de una conciencia que, a pesar de todo, evoluciona.

SUSCRIBIR FALSOS ESCRÚPULOS y recatos trasnochados que pretenden prohibir el pensamiento en torno a determinados temas es precisamente lo que favorece las sinrazones de la ciencia, la tecnología, el comercio y el derecho; refuerza falsas globalizaciones y peores desigualdades, y desemboca en las cínicas argucias antiterroristas que hoy de nuevo amenazan al planeta.

CUIDAR DE UN enfermo terminal o atender a diario a un anciano puede ser una de las experiencias humanas más espiritualmente enriquecedoras, pero también un infierno indescriptible, dependiendo de si quien lo hace atina a establecer o no determinadas estrategias y a poner límites a esta vertiente del servicio, tan excitante como narcisista.

LIMITAR NO EN el sentido de coartar u hostilizar, sino de precisar lo más claramente posible la extensión situacional de quien cuida y de quien es cuidado. Ello implica dejar de suponer que el terminal o el anciano son seres fortalecidos por la experiencia, el dolor y la soledad, dispuestos al diálogo y a contactar consigo mismos, cuando lo que suele abundar es una mezcla de no aceptación, de enojo y miedo.

APOYAR SIN ESTORBAR entraña no sólo hacer algo para que esa penosa etapa sea más soportable y tenga algún sentido, sino sobre todo reconocer nuestra impotencia para resolver determinadas cosas, independientemente del amor, el espíritu de sacrificio y la autoexigencia que como cuidadores nos impongamos.

"ARTICULOS PROHIBIDOS EN la aduana del cielo" es una lista que envía Georgina Fierro, a siete meses de atender en casa, junto con sus hijos y esposo, a su dependiente y angustiada suegra de 86 años: "1) Miedos y mañas. 2) Resentimientos. 3) Apegos. 4) Envidias. 5) Exceso de importancia personal. 6) Falta de sentido del humor. Si llevas alguno de ellos en tu maleta, nomás no entras y te regresan".

[email protected]

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año