Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 12 de marzo de 2003
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Editorial
 
TERRORISMO AL ESTILO BUSH

sol-2Mientras presiona para lanzar una guerra contra Irak con el pretexto de eliminar las armas de destrucción masiva de ese país árabe, arsenal cuya existencia jamás ha sido demostrada, el gobierno de Estados Unidos exhibe al mundo sus propios armamentos de esta clase y amenaza con lanzarlos sobre los iraquíes. Así, la fuerza aérea de la nación vecina probó ayer, en un campo de Florida, el artefacto explosivo de nueve y media toneladas, denominado MOAB (Massive Ordnance Air-Bust Bomb) y bautizado por los propios militares estadunidenses como la madre de todas las bombas.

El arma empleada ayer, a decir del Pentágono, es guiada por satélite; tiene una potencia explosiva comparable a la de una pequeña bomba atómica; produce una nube en forma de hongo, visible a varios kilómetros de distancia, y un ruido que se escucha durante 15 segundos.

En armonía con los propósitos expresados ayer mismo por el secretario de Defensa de Estados Unidos, Donald Rumsfeld, el ensayo tiene el propósito de aterrorizar a los iraquíes, de tal forma que desistan de antemano a presentar cualquier resistencia a la invasión que se prepara contra su país. Los militares estadunidenses dicen que piensan lanzar esa clase de proyectiles sobre "objetivos cruciales".

El ejercicio bélico de ayer constituye, en suma, un acto de terrorismo y un amago de genocidio. No hay manera de olvidar, en la presente circunstancia, que el único país que ha empleado armas atómicas en un escenario bélico, Estados Unidos, concibió en su momento a Hiroshima y Nagasaki como "objetivos cruciales", cuya destrucción habría de persuadir al régimen japonés a rendirse antes de una masiva invasión terrestre por las fuerzas de desembarco estadunidenses.

Hoy día, el desarrollo tecnológico permite a Washington disponer de bombas convencionales con un poder de destrucción comparable a las tristemente célebres Little Boy y Fat Man, arrojadas, hace casi seis décadas, sobre los civiles inermes de esas infortunadas ciudades japonesas.

Todo hace suponer que, actualmente, el gobierno de George W. Bush se dispone a repetir, en Irak, la acción criminal, genocida e injustificable que perpetró Harry Truman en Hiroshima y Nagasaki. Con una diferencia: si en la Segunda Guerra Mundial Estados Unidos podía llamarse a sí mismo parte agredida, y si en aquella contienda había motivos reales, claros y explícitos, esta vez la Casa Blanca no ha sido capaz de articular ningún argumento para justificar su delirio bélico contra Bagdad. Por el contrario, la administración estadunidense se ha exhibido ante el mundo como un verdadero practicante del terrorismo, la desestabilización internacional y el acopio de armas de destrucción masiva.
 

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