Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 16 de marzo de 2003
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Política
VIENTOS DE GUERRA

Paz preventiva, idea generosa y fértil

Vivimos una época a la vez monstruosa y estimulante. Por un lado, la pretensión de gobernar el mundo a nombre de la voracidad unilateral; por otro, la emergencia de la mayor demostración conocida hasta ahora de respeto a los derechos humanos y de reivindicación de los múltiples sentidos de la paz digna. Esta marcha, por ejemplo, es parte de la movilización internacional que le imprime sentido al orgullo por las acciones y el pensamiento solidarios. De la otra parte, el despliegue de fuerzas que busca eliminar una tiranía desdichadamente muy real y, de paso, liquidar en el mundo cualquier independencia de criterio.

Hemos presenciado en estos días un forcejeo declarativo a favor del voto belicista de México en el Consejo de Seguridad de la ONU. La argumentación que busca el sometimiento de un país a cuenta de su dependencia económica es lamentable y es insostenible porque, si se debe ser obvio, una nación no es una empresa. Una nación es algo más que la suma de sus operaciones financieras, por indispensables que éstas sean; una nación -y apena decirlo, pero el alegato guerrerista obliga a ello- una nación es economía, pero también política, cultura, vida espiritual, generosidad social y familiar, lucha a favor y en contra de los prejuicios, vida emocional, altruismo, minorías y mayorías que exigen sus derechos, arte, humanidades, tradiciones que se mantienen y tradiciones que desaparecen; una nación es un conjunto de instituciones y leyes y ha sido también, gracias a sus minorías dirigentes, la costumbre de envilecer y trastornar a sus instituciones y leyes; en síntesis, una nación es demasiadas personas y situaciones como para reducirla a lo que, en la visión de los partidarios del sí a la guerra, es un grupo aterrorizado y aterrorizable que si se aparta de la voluntad de George W. Bush conocerá indefectiblemente el abismo, y pagando renta además.

El silogismo del sometimiento es nítido: a) México es un país dependiente y reprimible por las "ciertas medidas disciplinarias" que mencionó Bush; b) Norteamérica (es decir, su elite dirigente) es un país fuerte con un catálogo de represalias a la mano. Ergo y para concluir, la voluntad de México como nación es una fantasía canjeable por vales y despensas. Con lo anterior, no caricaturizo la opinión de los entusiastas del sí; me limito a señalar que su posición, al reducir de tal modo el conflicto, es una caricatura y no muy brillante. Si de veras quieren conducir su tesis a su desenlace lógico, deberán concluir no sólo en el sí a la guerra, sino en el retiro de México de la ONU (¿para qué sigue si su voluntad no es suya?) y en la próxima abolición del gobierno: ¿qué caso tiene un régimen cuyas decisiones últimas no están en su mano?

Los que decimos "no a la guerra" apoyamos nuestra demanda en razones del humanismo, las leyes internacionales, los derechos humanos, el respeto a los pueblos y el derecho de autodeterminación. Le exigimos al gobierno que examine y razone lo más claramente posible su voto en el Consejo de Seguridad y que tome en cuenta la seriedad de nuestra posición. No somos antinorteamericanos ni demandamos nada que no esté respaldado por la ley y la ética. Una nación, insisto, no es una empresa que el oligopolio puede sacar del mercado cuando le dé la gana; una nación es, y sobre todo debe ser, el debate racional continuo y la decisión moral y ética como fundamento de sus acciones. Si México está tan expuesto a las represalias, al grado de que lo obliguen a renunciar a los juicios razonados de sus mayorías, es que México, desde hace tiempo, es una ficción. Sé que no es así, sé que esta marcha es una de las numerosas pruebas de que no es así. Cualquiera que sea el criterio adoptado por Vicente Fox no puede partir de la humillación, porque si así fuera dejaría en ese mismo instante de ser criterio. Nosotros decimos "No a la guerra, no en nuestro nombre". Le toca al gobierno demostrar que, como sea, quiere serlo en efecto. La idea de guerra preventiva es francamente inmoral y grotesca. En cambio, es generosa y fértil la idea y la práctica de la paz preventiva.

Discurso leído ayer durante la  marcha contra la guerra en esta capital

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