Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 20 de marzo de 2003
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Política

Tuvieron que sortear múltiples dificultades para retornar

Al salir, escudos mexicanos vieron una Bagdad fortificada y presta a la lucha

BLANCHE PETRICH

El grupo de mexicanos que participó en el movimiento pacifista escudos humanos se despidió de Bagdad y sus 12 puentes sobre el río Tigris, la tarde del lunes 17. En cuestión de horas pudieron atestiguar el drástico cambio del paisaje urbano. "La ciudad amaneció ese día preparada para resistir. Los días anteriores habíamos visto algunas zanjas pero no habían tomado forma. Cuando salimos ya estaban ocupadas."

Alexis Forcada, sociólogo y estudiante de la Universidad Pedagógica Nacional, conserva la imagen de un adolescente y un anciano, los dos con sus ametralladoras terciadas, tomando posiciones en una de estas trincheras, en una calle cualquiera.

Salieron por carretera en dos vehículos rentados. Cuando llegaron a Irak, una semana antes, el transporte Ammán-Bagdad costaba 120 dólares por carro. Cuando empezaron a hacer los preparativos para su salida el precio se había disparado a 250 dólares. Dudaron unas horas y cuando cerraron el trato el costo había escalado a 500 dólares. El grupo que salió detrás de ellos ya había pagado 750 dólares. El sálvese quien pueda había detonado.

"Fue una decisión colectiva -explica Forcada en entrevista telefónica-, analizamos lo que ya habíamos hecho en Bagdad, los alcances de nuestro proyecto y, aunque nos sentimos frustrados por haber permanecido tan poco tiempo, concluimos que nuestros objetivos se habían cumplido y era hora de salir."

La mañana del lunes la dedicaron a ultimar preparativos del viaje y a despedirse de las fugaces y profundas amistades que entablaron con otros grupos de brigadistas y escudos que también estaban en proceso de emprender la salida. Otros escudos se quedaron en Bagdad. "Entre ellos, nos despedimos de Usma Bashir". Esta chica, inglesa de origen hindú, les dijo adiós con la sonrisa que no la ha abandonado desde que llegó. "Vamos a ser testigos de lo que pase aquí. Si sobrevivimos ya les contaremos", les dijo.

El ambiente que los recibió una semana antes se había transformado. "La gente seguía comportándose de manera muy amable con nosotros, pero tenían semblante grave. Vimos por primera vez compras de pánico. En pocas horas la gente vaciaba las estanterías de las tiendas. En los barrios la gente se apresuraba a sellar con cinta adhesiva las ventanas. En los hoteles, lo mismo. Se hacían arreglos apresurados, se alejaban los objetos de valor de puertas y ventanas."

Por la tarde, con el equipaje en los vehículos, empezaron las despedidas. Faltaba un escollo más. "No pensamos en la gasolina. Había filas larguísimas en las gasolineras. Eso nos retrasó un par de horas.''

Mientras, empezaron a percibir detalles que horas antes no estaban presentes. Por ejemplo, las baterías de artillería antiaérea, desplegadas en sitios públicos; los elementos del ejército, movilizados en grandes números. Y lo más impresionante, el inicio del éxodo.

"El tráfico en las salidas de la ciudad estaba pesado. Los carros iban cargados hasta el techo, muchos manejados por mujeres llenos de niños. Todos nos enfilábamos hacia las afueras de Bagdad. Pero el grueso de los coches no iba hacia la frontera. Llegamos pasada la medianoche a la garita de salida, temimos que ahí hubiera congestión, pero no fue así. Eran pocos los que iban saliendo, entre otros los últimos empleados de la embajada de China. Pasamos a territorio de Jordania relativamente rápido y sin problemas."

Atrás quedó Bagdad, apenas entrevista por este grupo solidario. "La verdad, sí sentimos gacho", comentó a su vez Tiosha Bojórquez. En pocos días habían empezado a crecer los afectos. Apenas unos días antes, los humanchiles habían organizado un partido de futbol. Pensaban ofrecer a su rival la oportunidad de una revancha por el afrentoso 0-1 que sufrió la selección iraquí, muchos años antes en un Mundial. Pero más que un duelo México-Irak fue un partido Irak-Resto del Mundo, porque los mexicanos no alcanzaban la oncena.

El juego se escenificó en un campo llanero en las afueras de la ciudad, por el rumbo de Al Safraniya. Hubo narrador en vivo. Para empezar, el equipo Resto del Mundo desconcertó al oponente porque el primer toque de balón lo dio Marta, joven eslovenia en shorts.

Pero el equipo local se repuso rápidamente, dominó el balón y la cancha todo el tiempo, aunque al final el marcador no favoreció a los herederos de Nabucodonosor. Perdieron 5-4. "Es que se dejaron ganar", concluye Tiosha.

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