Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 23 de marzo de 2003
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Política

Antonio Gershenson

Con la guerra, Ƒvender más petróleo?

Se ha planteado seguir aumentando la producción, y las exportaciones, de petróleo crudo ahora que estalló la guerra. Esto tiene varias vertientes, que deben ser tomadas muy en cuenta.

Casi tres cuartas partes de la producción mexicana de petróleo crudo vienen de las regiones marinas, principalmente del yacimiento Cantarell. Normalmente, el gas natural que acompaña al crudo es el que lo impulsa de los yacimientos hacia la superficie. Sin embargo, en las regiones marinas hay un aumento sostenido de la producción de crudo, mientras que la producción de gas natural en las mismas declina, también de manera sostenida. En el caso de Cantarell se trata de subsanar esto con la inyección de nitrógeno.

En la segunda mitad de 1999, la producción de petróleo crudo en las regiones marinas oscilaba alrededor de 2.2 millones de barriles diarios. En los últimos meses ya ha estado por arriba de 2.7 millones, lo cual implica un aumento de más de 20 por ciento. En cambio, la producción de gas natural ha pasado de 1.7 billones de pies cúbicos diarios en enero de 1999 a menos de 1.5 billones en los últimos meses, con algunos meses con 1.4 billones, lo cual implica reducciones de entre 11 y 17 por ciento.

Se ha mencionado que el yacimiento Cantarell ya tiene problemas técnicos importantes. Lo que queda claro es, primero, que el seguir alentando de manera salvaje el creciente uso del gas natural, sin que lo tengamos, no se corresponde con la realidad productiva de la industria nacional; y segundo, que los aumentos en el corto plazo de la producción petrolera, forzando los yacimientos, ponen en riesgo un recurso invaluable y no renovable, y se traducirán en importantes reducciones de producción en plazos no muy largos.

Otro elemento, en el contexto de la baja de precios petroleros en los últimos días, consiste en que al aumentar las exportaciones contribuimos a saturar el mercado de crudo y a una mayor baja de precios. Por lo mismo, venderemos más petróleo por menos dinero.

En tercer lugar, en una situación en la que la absoluta mayoría de los mexicanos estamos en contra de la guerra, con mayor razón contra una guerra con un alto índice de civiles muertos, enviar más petróleo al exterior es apoyar el esfuerzo bélico, cuando que lo deseable es insistir en buscar soluciones pacíficas y políticas a los conflictos, dentro y fuera de nuestro país.

Es cierto que tenemos un gran potencial petrolero y gasero no explotado, no desarrollado, por un lado por falta de inversión pública. El despojo fiscal a Pemex es tremendo, y lo que invierte endeudándose no va al desarrollo de largo plazo sino a una parte de lo más inmediato. Por otro lado, los sucesivos intentos de desnacionalización simulada, de violar la Constitución otorgando contratos, para actividades que son petroleras, expresamente prohibidos por la Constitución, han fracasado y seguirán fracasando. Aun en el momento en que se pueda reanudar constitucionalmente la inversión de fondo en Pemex, no vamos a tener más fuentes de petróleo sino al cabo de años de trabajo, de inversión sostenida, de estudios y desarrollos que en ningún lugar del mundo se hacen en meses, sino en varios años. Debemos cuidar lo que tenemos, porque si no vamos a tener un "agujero".

Se acaba de anunciar que la entidad con mayor nivel de inversión extranjera es el Distrito Federal. ƑCómo se obtuvo? Detonando la inversión privada con inversión pública. Desarrollando y modernizando la infraestructura en zonas que, como el Centro Histórico, como la zona de la Alameda Central, como Paseo de la Reforma, y otras, habían sido abandonadas. En el caso de Pemex, la Constitución no es una traba, al contrario. Marca el camino para la inversión. Si en Paseo de la Reforma la inversión privada ahora es 20 veces superior a la inversión pública que contribuyó a detonarla, el efecto multiplicador de la inversión pública petrolera tendrá, cuando se reanude, un efecto nacional de primer orden. Ya lo hemos vivido en el pasado: casi medio siglo de crecimiento sostenido.

Por eso hay que ver el largo plazo. Si bien en el corto plazo puede haber un frente común interno en defensa de la paz, y esto sería positivo, hay que ver también más allá del momento. No debemos, de ninguna manera, sobrexplotar nuestros yacimientos. Nos tienen que durar años, hasta que la nueva inversión pública -dinero no falta, es cosa de usarlo bien- pueda no sólo ejercerse, sino madurar en cuanto a resultados en los niveles de producción. El gobierno federal ha hecho públicos sus planes, y no van por este camino sino que insisten en darse topes contra la pared violando la Constitución con contratos que ésta prohíbe. Confiemos en que la muy probable derrota electoral del PAN en julio contribuya a que luego se llegue a un verdadero acuerdo nacional para el desarrollo, y que no tengamos otros tres años de parálisis y descomposición.

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