Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 25 de marzo de 2003
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Sociedad y Justicia
Prevalecen impunidad y anomalías, sostiene la relatora especial Altolaguirre

Pide la CIDH intervención federal por asesinatos de mujeres en Juárez

Señala que la negligencia gubernamental permea las investigaciones de los homicidios

Presenta informe sobre violencia y discriminación hacia las mujeres en la ciudad fronteriza

VICTOR BALLINAS /I

En Ciudad Juárez actualmente "reina la impunidad": ésta sigue siendo práctica general en los homicidios y desapariciones de mujeres, en la negligencia y las irregularidades de la respuesta gubernamental ante 285 asesinatos de niñas y mujeres y las casi 300 desapariciones. Destaca lo anterior la relatora especial sobre los derechos de la mujer de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Marta Altolaguirre, en su informe sobre la situación de la violencia y discriminación hacia la población femenina en esa ciudad fronteriza.

La relatora especial advierte que "subsiste la tendencia de parte de algunas autoridades de culpar a la víctima por colocarse en una situación de peligro". En su informe, hecho público hoy en la CIDH, señala que es grave la situación de violencia que enfrentan mujeres y niñas de Ciudad Juárez, consistente en desapariciones y homicidios, así como actos de violencia doméstica y sexual. Altolaguirre sostiene que las investigaciones de esos brutales asesinatos y otros delitos han estado y continúan plagadas de irregularidades.

El informe abarca 285 homicidios y casi 300 casos de mujeres desaparecidas. En él plantea que "la respuesta de las autoridades ha sido notoriamente deficiente, la gran mayoría de esos asesinatos siguen impunes, se ataca a las víctimas y se les descalifica, incluso se les ha llamado mujeres fáciles o prostitutas". Estos crímenes, se abunda en el documento, son un problema de seguridad pública, social y humano que requiere la colaboración del gobierno federal para resolverlo, porque no ha bastado la condena que ha formulado el presidente Vicente Fox.

Altolaguirre, quien estuvo en misión de trabajo en Ciudad Juárez el 10 y el 11 de febrero de 2002, expone que "es más lo que puede y debe hacer el gobierno mexicano, el cual está obligado a actuar con la debida diligencia en la investigación, procesamiento y castigo de los delitos. Porque hasta hoy la respuesta de las autoridades ha sido notoriamente deficiente y dichas fallas en la respuesta del gobierno eran tan evidentes que desde 1998 la Comisión Nacional de Derechos Humanos -que presidía Mirelle Roccatti- emitió la recomendación 44/98, la cual tuvo insuficiente respuesta".

En este punto, la relatora especial señala que el seguimiento de la CNDH fue escaso, con lo cual no garantizó la aplicación de las importantes recomendaciones contenidas en ese documento. Agrega que no se ha hecho frente al problema de los crímenes, violaciones y desapariciones de mujeres con las medidas que corresponden a la gravedad de los hechos. Sostiene que el hecho de que la gran mayoría de esos delitos se mantengan impunes "requiere una urgente respuesta".

Aunque la visita de la funcionaria de la CIDH se efectuó el año pasado, cuando se entrevistó con autoridades estatales y federales, organizaciones sociales y civiles, nacionales y locales, legisladoras y con representantes de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, hasta hoy se hace público el contenido del informe, que incluye observaciones del gobierno mexicano.

Al respecto Altolaguirre y la CIDH indican que el gobierno mexicano le hizo saber "en sus observaciones por escrito que han sido entregados a la justicia 93 responsables de esos homicidios y desapariciones de mujeres, incluso sus cómplices y colaboradores. Por ello, el gobierno mexicano sostiene que no es de considerarse que en Ciudad Juárez impere un fenómeno de impunidad, en tanto dicho concepto implica la inactividad del Estado para sancionar a los responsables". No obstante lo anterior, la CIDH y la relatora insisten en que los resultados "no son un satisfactorios, ya que se deja sin respuesta la vasta mayoría de los casos".

La relatora especial advierte en el voluminoso documento que la impunidad de esos crímenes brutales contra mujeres "envía el mensaje de que esa violencia es tolerada, lo que favorece su perpetuación". Asimismo, apunta que observó que en las investigaciones de los homicidios se discrimina la participación femenina. La CIDH hace especial énfasis en que "el problema de violencia contra la mujer en sí mismo es una manifestación de discriminación basada en el género".

Resultado de su visita a Ciudad Juárez y de las entrevistas que sostuvo con familiares de víctimas, dirigentes de organizaciones sociales, defensores de derechos humanos locales y nacionales, así como con las propias autoridades, la relatora subraya que actualmente "hay un clima de intensa tensión y muy contraproducente entre muchas de las autoridades y los familiares de las víctimas y los representantes de la sociedad civil, y mucho de ello se debe a las respuestas arrogantes, ineficaces y de abierta hostilidad de los encargados de las investigaciones, y además de la notoriamente deficiente investigación, y, sobre todo, de que no hay pruebas de que se investiguen los primeros crímenes, los que datan de 1993, y que el Estado mexicano reconoce que hubo deficiencias, irregularidades y que no se profundizaron las investigaciones".

En relación con algunos de los detenidos, como son los casos de El Zedillo y La Foca, la relatora especial de la CIDH asegura que tiene informes médicos en los que se constata que fueron torturados, pues los dos recibieron quemaduras en los genitales y otros golpes. Además, aunque el gobierno mexicano señala que se encuentran encarcelados los autores de los homicidios ocurridos en 1996 y 1999, lo cierto es que no han sido juzgados y esa demora representa problemas desde el punto de vista de la instrucción, ya que las pruebas testimoniales y materiales tienden a deteriorarse a lo largo del tiempo y resulta más difícil presentarlos.

Descalificación de las víctimas

En el informe, Altolaguirre ma-nifiesta su preocupación por el hecho de que las autoridades no han investigado con profundidad los homicidios descritos como múltiples o seriales y también por la descalificación de las víctimas, como se hizo al principio, cuando el gobierno panista de Chihuahua estaba a cargo de Francisco Barrio, quien decía que las víctimas utilizaban minifaldas, salían de baile, eran "fáciles" o prostitutas.

La relatora insiste en plantear la gravedad de la impunidad y advierte que la condena de muchas personas, organizaciones civiles y sociales, incluido el Presidente de la República, no han sido suficientes para modificar esa situación.

El gobierno mexicano sostiene que el problema de los asesinatos de Ciudad Juárez es de carácter estatal y por eso en ese nivel se atiende, mientras la Procuraduría General de la República colabora con capacitación e investigación, pero le toca por competencia al estado de Chihuahua y el gobierno federal considera que la solución no es subrogar obligaciones.

Altolaguirre aclara que si bien la jurisdicción penal puede ser cuestión de derecho interno del estado de Chihuahua, en muchos de esos delitos el gobierno federal es responsable conforme a las normas internacionales.

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