Equinodermos fósiles de México

Carlos E. Cintra Buenrostro

Universidad de Arizona, Departamento de Geociencias, Tucson, Arizona

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A pesar de la importancia evolutiva y del uso potencial como indicadores temporales que guarda el grupo de organismos en que se clasifica a los pepinos (Holothuroidea), erizos y galletas de mar (Echinoidea), estrellas (Asteroidea), ofiuros (Ophiuroidea), lirios (Crinoidea) y a las margaritas de mar (Concentricycloidea), en México conocemos poco de los equinodermos (del griego echinos = espinoso y derma = piel). La riqueza mundial incluye alrededor de 7 mil especies recientes y unas 13 mil fósiles, mientras que la riqueza nacional abarca alrededor de 503 y 324 especies actuales y fósiles, respectivamente. Siendo más detallista en cuanto al número de especies reconocidas actualmente para las diversas clases de equinodermos que existen en las costas mexicanas tenemos: 111 holoturias, 104 equinoideos, 135 asteroideos, 140 ofiuroideos y 13 crinoideos marinos (los concentricicloideos no han sido registrados en el país). La contraparte fósil está altamente sesgada a una de las clases ya que,de las 324 especies que hay catalogadas, 303 son de erizos, seguido de 15 especies de lirios. El resto de los grupos cuenta con menos de cinco especies cada uno.

Considerando que el registro de equinodermos fósiles a nivel mundial prácticamente duplica al número de especies recientes, y que estas últimas son el resultado de la evolución del grupo, la pregunta obligada es ¿por qué surge esa diferencia? La respuesta inmediata es la extinción de varias especies en el pasado geológico. Durante el periodo Cámbrico, hace unos 540 millones de años, surgieron los primeros organismos cuyas características morfológicas permiten relacionarlos con equinodermos. El grupo tuvo su auge desde el principio de la era Paleozoica, cuya duración aproximada fue de unos 392 millones de años. Sin embargo, al principio del periodo Mesozoico, hace unos 240 millones de años, desaparecieron muchas de las clases fósiles quedando desde entonces, y básicamente a ese nivel, los grupos actuales.

La distribución temporal de las especies fósiles de México por clase es: Holothuroidea, dos especies del periodo Cretácico (aproximadamente de 144 a 65 millones de años); Echinoidea, 186 especies de la era Mesozoica (de 248 a 65 millones de años) y 117 de la era Cenozoica (de 65 millones de años); Asteroidea y Ophiuroidea, dos especies cretácicas, y Crinoidea, 11 especies Paleozoicas (de 540 a 248 millones de años) y cuatro mesozoicas.

Así las cosas y a pesar de la abundancia mundial de material fósil, debemos ser precavidos al usar la información que extraemos de los diversos depósitos. Por ejemplo, no podemos concluir con certeza las fechas de origen de los grupos. En particular aquellos pobremente representados, como son las estrellas y los ofiuros, cuyos esqueletos rara vez son preservados y la mayoría se desintegra rápidamente al morir los organismos; o bien los pepinos, cuyo inventario consiste de escasas piezas calcáreas de las que hacemos inferencia; de ahí que encontremos una pobrísima proporción fósil reciente de estos organismos.

Otro factor que afecta ampliamente nuestra noción del grupo es lo disperso, geográficamente hablando, del material colectado. Existen diversas colecciones en museos del extranjero, las cuales cuentan con la mayoría de los ejemplares tipo (organismos con los que se describe la especie por vez primera) y ejemplares descritos o mencionados de México pero el acceso a las mismas por los investigadores nacionales se ve limitado, primordialmente por la carencia de recursos.

A pesar de ello, en el país hay colecciones respetables, aunque delimitadas en cuanto a la cobertura territorial por los investigadores a cargo de los pocos estudios dedicados a equinodermos.

El Museo de Paleontología del Instituto de Geología (IG) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) cuenta con material proveniente de, al menos, 17 estados de la república que suma 277 especies: Baja California Sur, Chiapas, Chihuahua, Coahuila, Durango, Guerrero, Hidalgo, Jalisco, Michoacán, Nuevo León, Oaxaca, Puebla, San Luis Potosí, Sonora, Tamaulipas, Veracruz y Yucatán, con 61, 20, 28, 15, 1, 4, 8, 1, 8, 2, 12, 28, 4, 7, 35, 38 y 5 especies, respectivamente.

Estas cifras ilustran también el punto indicado en el parráfo anterior (leáse el uso apropiado de la información) pues el lector podría concluir que Baja California Sur es el estado con mayor riqueza fósil de la nación y esto bien puede ser el mero reflejo del esfuerzo en las colectas o investigaciones particulares dentro del territorio, sumado a las buenas condiciones del sedimento y ambiente en que se preservaron los organismos.

Por lo que toca a trabajos, la primera publicación en la que se hace referencia a equinodermos fósiles mexicanos se ubica en 1839 cubriendo material colectado en San Juan de Raya, Puebla. A partir de esa fecha, diversos investigadores se dedicaron a reportar hallazgos en distintas localidades y el número de publicaciones rebasa las 50 unidades, la mayor parte de ellas, sin ser sorpresa, producidas por especialistas extranjeros.

A finales de los años sesenta, y ante la necesidad de organizar el material colectado por personal del IG-UNAM se publicó un catálogo que incluye 673 referencias a especies o géneros de equinoideos fósiles de la nación, y que en forma oficial dio pie al estudio formal de estos fósiles.

El grueso de las publicaciones reporta la presencia de determinadas especies en lugares particulares, evidenciando lo descriptivo que ha sido el estudio de equinodermos fósiles en México. Pero cabe advertir que ha habido intentos por ir más allá de la simple descripción y se ha trabajado en aspectos evolutivos de algunos erizos de la misma localidad y que llevó a la primer publicación de equinodermos en el país. Finalmente. quisiera recalcar que el registro fósil de equinodermos en México únicamente ha arrojado material de cinco clases recientes (Holothuroidea, Echinoidea, Asteroidea, Ophiuroidea y Crinoidea) de las seis que se conocen hasta el presente.