Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 15 de abril de 2003
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Cultura

Teresa del Conde

Japón por Reygadas

Hasta el momento no he leído ni escuchado comentar la razón por la cual la ópera prima (en largometraje) del joven cineasta Carlos Reygadas lleva el título Japón. Me propongo aventurar una razón. Pese a que su película, realizada con gran economía de recursos, contiene ciertas referencias a Tarkovski y quizá también a Louis Malle, hay en todo instante un homenaje subrepticio a Van Gogh.

El guión en concreto no hace referencia al hecho, pero sí la filmación de los acercamientos a la flora agreste que cubre las rocas; la escena con el horizonte bajo cortada por un árbol torcido despojado de vegetación, los surcos arados que corren paralelos hacia un imaginario punto de fuga. Nada es una glosa, sólo una imagen vista de lejos en cierta escena parece ser transposición directa; se trata de la presencia de un campesino que casi no se mueve del sitio en el que se encuentra, simulando lentamente ocuparse de su menester. La postura de ese hombre plantado en el terreno con las piernas abiertas está entresacada de un cuadro de Van Gogh, cuyo médico, Gachet, fue en última instancia el responsable de su muerte y no él mismo puesto que regresó caminando a pie al hábitat de los Ravoux, sitio en el que se alojaba y donde murió tres días después porque el médico era homeópata y dejó la situación de vida o muerte del pintor en manos del buen Dios.

Van Gogh dijo reiteradas veces que ''era necesario ver las cosas con un ojo más japonés" y en una de las escasas ocasiones que exhibió, se limitó a mostrar copias de estampas japonesas. Casi todos los pintores de esa época estaban fascinados con Japón, pero quizá Van Gogh lo estuvo más que otros, de aquí sus soles enormes y redondos, sus manzanos o cerezos en flor, los cuadros en los que retrata a una arlesiana y hasta aquellos en los que glosa a Millet.

Inclusive la manera como el viento agita el ambiente, el sonido del mismo viento, el delicado goteo de las ramitas del abeto, hacen referencia a ese ojo japonés que persiguió Reygadas en su película, prolongando de algún modo las intenciones vangoghianas. Las referencias que menciono, salvo la del campesino, son metafóricas, no parece haber otras que sean directas, excepto quizá el momento en el que la anciana se agacha para desatarle los viejos zapatos a su sobrino, sin que sepamos la razón por la que él le solicita que realice tal acción. La cámara se detiene unos instantes en ellos, son zapatos parecidos a los que varias veces representó Van Gogh, mostrando un solo par o bien reuniéndolos en grupo.

Un índice más es el siguiente: quien conoce los dibujos de Van Gogh, exhibidos en el Museo de Oterloo, recordará que muchas de sus representaciones de mujeres están vistas por detrás, con la grupa levantada y el resto del cuerpo semioculto debido a esta posición, que es la misma que la anciana Ascensión adopta cuando busca la cafetera de peltre en la escena de interior. Esa postura es la que desata el impulso erótico en el protagonista, porque su ojo en ese momento se encuentra en simbiosis total con el lente de la cámara. En la escena amorosa, el amante -no otro que él mismo- conmina a la anciana con breves indicaciones a asumir la postura que él desea, como si se tratara de un médico que va a revisar a su paciente. En el momento en que la mujer logra acomodarse a la pose requerida, la referencia más directa es una famosa fotografía de Edward Weston, y es el único instante en el que ella no evidencia su edad, pues se vuelve intemporal. Es una madre-amante.

Después de la cópula, una naturaleza muerta de Morandi (es decir un arreglo de cacharros que parece haber sido acomodado por el propio Morandi) se viene al suelo haciéndose pedazos en virtud de la demolición que empieza a sufrir la troje.

El protagonista que verbaliza sus intenciones suicidas a comienzos de la película es un pintor citadino que sufre de una severa crisis melancólica, o como se decía antes, es presa de la ''acedia", condición opuesta en todo al joie de vivre.

En la última secuencia, la cámara va trepada sobre ruedas, dado lo cual el movimiento y el sonido de la banda sonora se identifican con una locomotora que corre por las vías del ferrocarril hasta encontrar la culminación que Reygadas concibió.

Japón dista de ser una película comercial. Fue filmada en 16 mm y luego convertida a 35 mm. Es uno de los filmes más intensos, interesantes y originales que yo haya visto en los últimos meses y el mejor de los low budget films que he visto en años. Ojalá encuentre el público que se merece. Fue filmada en Ayacalzintla, Hidalgo, y no cuenta con actores profesionales, aunque resulta que los dos principales: el pintor depresivo y la anciana, realizan sus respectivos papeles de maravilla. La música de Shostakovich, Bach, Benjamín Britten, etcétera, y un arreglista formidable, están a la altura del guión y de la fotografía.

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