Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 18 de abril de 2003
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Editorial
 

INCONGRUENCIA FRENTE A CUBA

El voto de México sobre Cuba en la Comisión de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas, con sede en Ginebra, revela una profunda contradicción en la política exterior del gobierno foxista y trasluce una grave ruptura de la tradición histórica de la diplomacia mexicana frente al ilegal embargo que la isla caribeña padece desde hace más de cuatro décadas.

En primer término, ha de señalarse claramente el contexto del voto mexicano en Ginebra: si bien no apoyó la resolución endurecida presentada por Costa Rica -que exigía una condena de la ONU a Cuba por la represión de opositores emprendida por el régimen de Fidel Castro- y sí se avaló el documento que insta a La Habana a aceptar la visita de una misión internacional relatora de Naciones Unidas, México no suscribió la propuesta cubana para exigir el retiro del embargo estadunidense, posición que rompe bruscamente con la línea diplomática mexicana y deja en entredicho los argumentos de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) y de su subsecretaria Marieclaire Acosta de que México siempre se ha manifestado en favor del levantamiento del bloqueo.

La contradicción entre el discurso de la SRE y el voto de México en la ONU es evidente y deja entrever un doble rasero, pues si bien es un hecho que las violaciones a los derechos humanos no deben ser toleradas en ninguna forma y en ningún país, también es cierto que la vigencia del embargo estadunidense es una vulneración al derecho internacional, origen de graves padecimientos para la población cubana y un acicate para las tentaciones totalitarias de Washington.

En tanto no se normalice la situación de Cuba en el contexto mundial y no se levante el bloqueo que padece, las posiciones bienintencionadas en materia de derechos humanos seguirán contaminadas por los asuntos políticos. Si el gobierno de Fox se sitúa en contra del embargo, ¿por qué no avalar la resolución en ese sentido? ¿Es que no la apoyó justamente porque provino del régimen cubano, blanco de profundas animadversiones de importantes personajes de Los Pinos y Tlatelolco? ¿O se votó así justamente porque el gobierno de México ha roto su tradición histórica y se ha plegado diplomáticamente ante la Casa Blanca? Sea como fuere, explicar a cabalidad a los ciudadanos por qué México no se manifestó en Ginebra en contra del embargo es una urgente obligación de la cancillería.

Con todo, tras el desprecio mostrado por Washington a la ONU al desatar su ilegal guerra contra Irak, la credibilidad de Naciones Unidas se encuentra en entredicho, pues mientras censura a países pobres y hostigados por las potencias, como Cuba, permanece en la inacción frente a las prácticas totalitarias y las violaciones a los derechos humanos y a la normatividad internacional perpetradas por Estados Unidos e Israel, naciones que han roto con el multilateralismo y pasado por alto la autoridad del Consejo de Seguridad.

Una ONU firme y congruente es indispensable para preservar la paz, la legalidad y la convivencia armónica a escala global, y es de desear que esa crucial instancia emprenda una reformulación de sus posiciones y facultades a fin de ser realmente capaz de hacer cumplir el derecho internacional. De lo contrario -en el entendido de que las vulneraciones a las garantías fundamentales son crímenes intolerables, provengan de donde provengan- la ONU podría quedar reducida a un dócil instrumento de dominación al servicio de las grandes potencias.
 

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