Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 21 de abril de 2003
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Sociedad y Justicia

Empresarios y Estado son los únicos beneficiarios del proyecto, advierte el especialista

La ley Abascal sólo conduce al dominio de la derecha: De Buen

La "anoréxica" iniciativa plantea el control total de los sindicatos, mantiene el corporativismo y apuntala una economía "conservadora", señala el profesor de derecho laboral de la UNAM

KARINA AVILES

La llamada ley Abascal es un "proyectito" anoréxico de mínimo contenido, pero el poco que tiene es "muy agresivo" para los trabajadores, porque plantea el control total de los sindicatos, mantiene el corporativismo en plenitud, sostiene la dependencia absoluta al Ejecutivo y tiene la voluntad de servir al empresario, expresa el maestro de derecho laboral Néstor de Buen, quien le desea "el peor de los porvenires" a esa iniciativa.

En su larga trayectoria como abogado y profesor de numerosas generaciones, De Buen ha sostenido que hay dos dolores sociales intolerables: el hambre y la injusticia. En este sentido, afirma que si el capitalismo no puede plantear la igualdad, la alternativa es "otro socialismo", el cual se hace indispensable hoy día para buscar la emancipación de la clase trabajadora.

En su despacho, ubicado al poniente de la ciudad, donde atesora su historia profesional llena de medallas y reconocimientos a su trabajo, como la Encomienda de la Orden del Mérito Civil que le otorgó el rey Juan Carlos I de España, o distinciones que guarda con gran afecto, como la de ser profesor honorario de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, De Buen sostiene una larga plática con La Jornada, en la cual explica no sólo el proceso nacional, sino el internacional, que desde hace muchos años busca liquidar los derechos de los trabajadores.

Por eso, advierte, el proyecto Abascal de reforma laboral conduce a "una economía rotundamente capitalista y conservadora, que favorece los intereses de bancos y empresas y genera jurisdicciones en contra de trabajadores y sindicatos independientes. Para ser más claro, conduce al dominio de la derecha".

El especialista da uno a uno los argumentos. En materia colectiva, plantea el control del derecho de huelga, de los sindicatos a través de registros, tomas de nota. El control de cualquier intento de desplazar a sindicatos que tengan contratos de protección, precisa.

En materia individual, añade, significa la voluntad de servir al empresario al mantener vivas las juntas de Conciliación y Arbitraje, que son instrumentos al servicio del Poder Ejecutivo, cuando deberían ser parte del Judicial. Por eso dichas juntas son "una vergüenza pública".

La ley Abascal conserva además el tripartismo en los asuntos de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos, "un tripartismo absolutamente engañoso porque cuando son tres el que resuelve es el de en medio, es decir, el representante del gobierno". El proyecto hace depender "todo" del Ejecutivo y así mantiene "el corporativismo en plenitud".

Otro de los puntos graves de esa iniciativa, destaca, es que "cuando un trabajador es despedido la actual ley exige que se le avise por escrito sobre las causas del despido, y en caso de no hacerlo el despido se considerará injustificado. (El proyecto Abascal) dice que si no se da aviso, lo que tendrá que hacer el patrón es probar la causa del despido y ya. Es decir, le quitan una ventaja importante a los trabajadores".

Además de todo lo anterior también representa "demagogia o una intención perversa". Por ejemplo, indica, la norma que prohíbe el abuso sexual ya está en la ley y no es necesario decirlo de nuevo, como el proyecto lo hacede buen_3 demagógicamente.

En resumen, señala, el proyecto es "anoréxico" por su poco contenido y porque estaría conformado por unos cuantos artículos de no ser porque lo engordaron con la parte procesal. "El subsecretario Francisco Salazar agarró el Código de Procedimientos Laborales y aprovechó muchas cosas de éste para hacer más grande" la iniciativa, que resulta "inadmisible" por mantener la intervención del Estado en la vida sindical.

Néstor de Buen Lozano y Carlos de Buen Unna son los autores de una iniciativa de ley de reforma laboral que realizaron como servicio profesional para el Partido Acción Nacional. Dicho proyecto -en contraposición con la ley Abascal- tiene como ejes fundamentales acabar con el corporativismo y eliminar las juntas de Conciliación. Además propone una semana de trabajo de 40 horas para llevarse a cabo en cuatro días, con 10 horas diarias, con lo cual se abre espacio para que entre a trabajar un mayor número de personas a las empresas. Sin embargo, se quedó congelado en comisiones del Senado.

Para De Buen, la iniciativa Abascal no se va a aprobar, porque por un lado hay más de 40 proyectos de reforma laboral en las cámaras de Diputados y Senadores; por otro, "pienso que la mayoría del PRI va a decir: votar en favor de un proyecto de gobierno, de ninguna manera".

El profesor universitario, que está a punto de cumplir 50 años de dar clases en la UNAM, destaca que hoy día la seguridad social "está a punto de la quiebra y de que ningún servicio sirva". El plan del gobierno es generar entre la población una necesidad de servicios médicos privados para desaparecer los públicos. Esa es la razón del desabasto de medicinas y de la atención precaria en las instituciones de salud del Estado.

"Otro socialismo es posible"

De Buen Lozano llegó a México a los 14 años con el exilio republicano español. En 1943 ingresó a la Escuela Nacional de Jurisprudencia y a los 30 años comenzó a escribir libros sobre derecho laboral. Sus dos tomos de Derecho del trabajo y Derecho procesal del trabajo son referencia obligada en la materia.

Hace apenas unos días recibió la máxima distinción académica que otorga la UNAM como profesor emérito. Durante la plática, el investigador coloca las piezas que provocaron la decadencia del Estado de bienestar.

Antes, hace la advertencia: "todo forma parte de una regla de juego dentro del neoliberalismo". Después de la Segunda Guerra Mundial, refiere, el trabajo y la seguridad social tuvieron un esplendor porque había necesidad de trabajadores y porque esto provocó durante muchos años el pleno empleo.

Pero en la década de los 70 vino la crisis petrolera, las empresas estaban viejas y había necesidad de transformarlas, apunta. Comenzó entonces la fórmula del despido para introducir en las empresas equipo y tecnología, que requerían de menor mano de obra, y desde esa época hasta la actualidad se buscó disminuir los derechos de los trabajadores en las legislaciones de todo el mundo.

Esa es la razón por la que la lucha sindical a partir de los años 70 fue por conservar el empleo y no mejorar las condiciones, precisa. De ahí vinieron los pactos en diversas partes del mundo, en los que para preservar el empleo se sacrificaban las prestaciones de los trabajadores.

En este contexto, señala que la legislación laboral mexicana, que tuvo sus inicios en 1931, estableció las reglas corporativas "probablemente copiando el modelo fascista de Italia, y determinó unos sindicatos que estaban totalmente subordinados al Estado, desde el punto de vista legal, pero además, históricamente, se producen alianzas entre los sindicatos y el gobierno de la revolución".

Actualmente, el panorama tampoco es sencillo. El proyecto de aplastar a los trabajadores "siempre ha existido, pero ahora ha surgido con mayor fuerza", enfatiza. El capitalismo se distingue por la capacidad de ascenso vertical de cada uno, por la "pura explotación", por eso no se puede buscar en ese sistema la igualdad, porque no la plantea.

En cambio, es posible y necesario construir "otro socialismo", porque "lo que ya no puede ser es que el mundo viva dominado por el egoísmo. Hay demasiada gente que tiene hambre como para que el capitalismo parezca una solución maravillosa".

El socialismo busca la satisfacción de las necesidades de todos, puntualiza. Pero se puede llamar socialismo o como se quiera, ya que "lo de menos es el nombre". Lo indispensable es el Estado de bienestar, la educación, la seguridad social y el empleo, porque cuando la población carece de ellos "la única alternativa que queda es empezar los fregadazos".

Por último, indica que los sindicatos y los partidos políticos son las dos instancias mediante las cuales se debe plantear la organización de la clase trabajadora, sector que no se ha rendido. El día que eso pase será "la peor hecatombe que podría ocurrir en el mundo".

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