Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 22 de abril de 2003
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Mundo

Carlos Morales*

Y ganamos la guerra

Culminada la campaña de liberación de Irak y como socios de la gran coalición de naciones que descabezó pedestales en Bagdad, aunque todavía sigue buscando a Saddam, intentaremos un balance de los victoriosos hechos hasta ahora conocidos.

En verdad no es que los costarricenses, "siempre tan neutrales, remember (al ex presidente costarricense Luis Alberto) Monge", hayamos querido involucrarnos en esta guerra preventiva que los halcones de míster Bush tenían diseñada desde mucho antes que el texano llegara a la Casa Blanca y la ONU empezara su infructuosa pesquisa.

Lo que pasa es que Costa Rica, por obra y gracia de su presidente, Abel Pacheco, figura entre la lista de los 45 valientes que destruyeron Irak y eso nos pone "lógicamente" entre los triunfadores, junto con Haití, Nicaragua, Burkina, Togo, Malvinas, Andorra y otras potencias reconocidas.

Así las cosas, intentaremos un recuento de la quirúrgica gesta, aunque no pudimos enviar soldados, porque don Abel andaba fuera. Estaba en Washington.

Después de 30 días de combates contra un territorio desmembrado, sin aviones ni armas equiparables, pues ya la ONU las había destruido, arrasamos la antiquísima Bagdad. Llevamos hasta el desierto 350 mil hombres armados hasta las cejas y destrozamos un ejército del cual se habló mucho pero que no apareció nunca. No vimos un solo casco iraquí; todos llevan turbante.

A un costo de 220 mil millones de dólares, por lo menos, desplegamos 2 mil 200 tanques; 432 aviones F-117, F-111, B-2, B-52; 68 navíos de combate; cinco trasatlánticos; siete portaviones; 200 helicópteros Apache y miles de toneladas de bombas inteligentes, incluida la "madre de todas las bombas", capaz de exterminar 600 metros cuadrados de gente y dejar con cáncer a todo el resto del vecindario. Matamos unos 5 mil enemigos, entre mujeres, niños y paisanos. ƑVieron al chiquito que perdió los brazos y a la niña con el fémur expuesto? ƑSe acordará Abel de lo que dijo? Dejamos en los hospitales cerca de 7 mil heridos y acabamos con toda construcción que pudiera parecer peligrosa, entre ellas, por supuesto, el Museo Nacional de Mesopotamia, la Biblioteca Nacional, el Antropológico de Bagdad, los palacios de Hussein y los Jardines Colgantes de Babilonia, maravilla universal tan irrecuperable como las históricas piezas que se guardaban en Mosul, Nasiriya, Kirkuk, Tikrit, Ur y Basora, todas rescatadas de la primera civilización humana, según reseñan los libros sagrados Corán, Talmud, Pentateuco y Hamurabi, también incendiados y destruidos después de los saqueos que provocó el fuego liberador.

Dejamos sin agua, comida y techo a cientos de miles de chiítas, y como tampoco hay gobierno y ellos no quieren el que íbamos a imponer, lo que impera es el infortunio y la muerte, como en el 91.

Por nuestra parte, digo, de los aliados, sólo tuvimos unos 300 muertos y casi todos pertenecientes a familias chino-hispano-afro-caribeñas, soldados de primera fila que concursaban por una green card a cambio de sustos y balazos. Los verdaderamente sajones, con trabajo y todo, son minoría, y por eso el llanto no es mucho. Incluso los británicos muertos también eran inmigrantes en la pérfida Albión y los 12 periodistas, pues a esos siempre les pasa por metiches. Además fueron víctimas del "fuego amigo", que no duele tanto como el otro.

Las tropas de nuestra coalición se pasean de un lado a otro en el Irak libre, de modo que han puesto en caos y anarquía a más de 20 millones de musulmanes y han sembrado tanto odio en el mundo árabe como para que vengan los desquites. Ahora Rumsfeld, el petrolífero, está viendo feo a Siria, a Jordania y a Irán, y como India todo lo copia, en estos días dijo que podría emprender una guerra quirúrgica contra Pakistán.

šSólo eso nos faltaba! Hasta en el liberado Kuwait se percibe el odio contra los invasores y nada tiene de raro que la venganza de las dos torres se repita en cualquier otro lado. El mundo entero es un polvorín.

šSentémonos!

Es cierto que no encontramos las armas biológicas que justificaban la invasión, según las mentiras de Powell, pero ahora podrá sobrevenir ántrax en cualquier parte en la que haya un sujeto con piel cetrina y habrá que matarlo sin preguntar. Eso puede ocurrir en un mercado, en un tren, en un puente, en un avión, en el Metro, en un parque, y por tanto la industria del siglo XXI, que iba a ser el turismo, ha quedado por los suelos, como Irak. Tres aerolíneas gringas quebraron esta semana. Ya ni los aliados quieren montarse en avión y menos hacia Estados Unidos.

Todo esto implica un nuevo orden. El terrorífico orden de Bush y Abel: la ONU, desarticulada e inútil; la Unión Europea, tambaleante; España, herida 98 a 1; la OTAN, no funciona; el G-7, agarrado del pelo; en fin, el mundo en una mano. Se acabó el multilateralismo y ya nadie podrá acudir al Consejo de Seguridad para evitar guerras entre naciones. Ahora, si se arma sólo podremos llamar a nuestro Big Brother para que resuelva, si es que le interesa poner orden, como en Corea, o si únicamente lo hace cuando hay petróleo de por medio.

Todo más triste, inseguro y suicida.

El mundo, enfermo de uranio empobrecido, avanza hacia el caos. Como en Irak 91, en Haití 94, en Dominicana 65, en Panamá 89, en Somalia 94, en Nicaragua 84, en Grenada 83, en Kosovo 92, en Afganistán 02.

Y en el fondo una cueva de muerte y pánico llamada, irónicamente, libertad globalizada.

Pero ganamos la guerra, Ƒverdad que sí don Abel?

* Escritor y periodista costarricense

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