Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 22 de abril de 2003
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Contraportada
Gutiérrez Oropeza y su justificación del 68

El general denunció en 2 libros conjura en la que involucró a Cárdenas, la URSS, la CIA...

GUSTAVO CASTILLO

Lo sucedido en 1968 fue efecto de una conjura de "judas, desleales y traidores a México" que involucró lo mismo a políticos mexicanos priístas y comunistas que a estadunidenses, cubanos y soviéticos, según la versión del general Luis Gutiérrez Oropeza, jefe del Estado Mayor Presidencial en el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz, y quien es señalado como uno de los principales responsables de la matanza del 2 de octubre.

Para él, esa conjura fue impulsada por el general Lázaro Cárdenas al apoyar a los estudiantes y resguardar en su casa a opositores al régimen como Heberto Castillo, o bien al apoyar el surgimiento de organizaciones sociales como el Movimiento de Liberación Nacional en 1961, o reclamar a Díaz Ordaz que violó la Constitución al meter al Ejército a Ciudad Universitaria el 18 de septiembre de 1968.

''El general Lázaro Cárdenas -rememora Gutiérrez Oropeza-, en su empeño por 2deoctubreservir al comunismo ruso, llegó al extremo de presentarse inesperadamente en Los Pinos pidiendo ser recibido por el presidente Díaz Ordaz, quien precisamente en esos momentos salía para asistir a una ceremonia. Como no había prevista solicitud de audiencia, se pidió a dicho militar que esperara unos momentos en tanto el señor Presidente era informado de su deseo.

"Cárdenas, cuando estuvo en presencia del presidente Díaz Ordaz, le manifestó la razón de su urgencia y agregó: 'señor Presidente, he sido presidente y considero que está violando la Constitución'. A esta afirmación el presidente Díaz Ordaz contestó: 'yo soy Presidente y además abogado; el proceder de mi gobierno se ajusta a un artículo de la Constitución, señor general'. '¿Cuál es ese artículo?', replicó el general Cárdenas al Presidente.

"A esa pregunta la respuesta de Díaz Ordaz fue: 'el mismo artículo en que usted se apoyó para sacar del país al general Plutarco Elías Calles'. El general Cárdenas, visiblemente confundido, guardó silencio.

"A continuación el presidente Díaz Ordaz dijo al general Cárdenas: 'mi general, ya me acordé del artículo: ese artículo es México, ¡México, mi general! Alentar la subversión y dar asilo a los subvertidores del orden y respeto a las instituciones, eso sí es violar la Constitución, señor general. Con permiso', agregó, 'queda usted en su casa'.

"El Presidente salió dejando parado a medio despacho al general Cárdenas. Ya se alejaba el vehículo en que el presidente Díaz Ordaz iba a cumplir sus compromisos cuando el general Cárdenas salió del despacho presidencial con la mirada perdida, llevando en la mano su sombrero."

Así lo narra Luis Gutiérrez Oropeza, jefe del Estado Mayor Presidencial (EMP) de 1964 a 1970, en sus libros Gustavo Díaz Ordaz. El hombre. El político. El gobernante" (marzo 1986) y La realidad de los acontecimientos de 1968 (abril 1996), que constituyen la auténtica versión ''desde adentro" del sector más duro del gobierno de Díaz Ordaz y que es señalado como uno de los responsables de la matanza del 2 de octubre de 1968.

Estas obras son de circulación restringida en círculos militares. La Jornada pudo obtener copia de ellos en el Archivo General de la Nación (AGN), donde un ejemplar de cada uno fue enviado como parte del material que entregó la Secretaría de Defensa Nacional (Sedena) en el 2001 a esa institución.

En los escritos, el militar da su versión de aquella matanza. Perfila al ex presidente y lo que desde su óptica fueron los "problemas" del sexenio 1964-1970, de los cuales, incluido el 2 de octubre, responsabilizó a "políticos resentidos", "traidores" y "pro comunistas que servían a los intereses de Rusia".

En sus libros, Gutiérrez Oropeza nunca menciona al Batallón Olimpia y considera como uno de los principales políticos traidores al diazordacismo a Luis Echeverría, "el sucesor que no sólo engañó al hombre, al político, sino también a la Patria", y a Emilio Martínez Manautou, secretario de la Presidencia en esas fechas, quien "alentó el problema estudiantil para que se quemaran el jefe del Departamento del Distrito Federal (Alfonso Corona del Rosal) y el secretario de Gobernación (Echeverría)".

En cuanto al conflicto estudiantil, refiere que "el Consejo Nacional de Huelga buscaba derrocar al gobierno de México para colocar tal vez a cualquier súbdito de Fidel Castro Ruz (presidente cubano), de Leonid Breznev (presidente soviético) o de Mao (Tse Tung, presidente chino) o tal vez de la CIA". Considera que lo sucedido en México en esas fechas fue el resultado de "un choque entre los extremos", la CIA y la KGB.

En una delirante narrativa, Gutiérrez Oropeza señala que escritores como Carlos Fuentes, periodistas como Julio Scherer, políticos como Carlos A. Madrazo, maestros como Elí de Gortari, los estudiantes politécnicos y universitarios, así como gobiernos extranjeros, concretamente Estados Unidos, la Unión Soviética (hoy desintegrada) y Cuba, según él, cada uno a su manera, buscaron terminar con el régimen diazordacista. Todo este coctel molotov en contra de su jefe.

Según él, Estados Unidos participó por su resentimiento ante la eliminación de los contratos-riesgo en la industria petrolera y ante la obtención de la sede de los Juegos Olímpicos de 1968.

La Unión Soviética y Cuba tenían "la finalidad de crear en México una base que controlara países latinoamericanos".

"Viole la Constitución, pero que nadie se entere"

Gutiérrez Oropeza fue la espalda de Díaz Ordaz de 1964 a 1970. Señala que sus textos forman parte "del conocimiento amplio de los hechos" en los cuales reconoce que fue testigo, confidente o protagonista.

Refiere que Díaz Ordaz era un hombre que "tendía su mano de amigo antes de pegar; si era necesario pegaba, pero dentro de sus facultades, nunca lo hizo violando la ley, sino que actuó con dureza para que se cumpliera con ella".

Tal vez por eso justifica que el Ejército se apoderara de Ciudad Universitaria. Señala que durante un mitin en la UNAM "se habló sobre la formación de una junta de gobierno", la cual, presume, "en la primera oportunidad se pediría que fuera reconocida por países socialistas y comunistas".

Como político, Díaz Ordaz "jamás apadrinó causas, ni lidereó a países o a ideas ajenas a México", en referencia a lo que definió como "una aguda infiltración comunista que se hacía extensiva a las organizaciones en general".

Pero en sus memorias del sexenio diazordacista tampoco olvidó mencionar las primeras órdenes de aquel presidente: "coronel, si en el desempeño de sus funciones tiene usted que violar la Constitución, no me lo consulte porque yo, el presidente, nunca le autorizaré que la viole; pero si se trata de la seguridad de México o de la vida de mis familiares, coronel, viólela, pero donde yo me entere, yo, el presidente, lo corro y lo proceso, pero su amigo Gustavo Díaz Ordaz le vivirá agradecido. ¿Estamos de acuerdo, coronel?

"Sí, con Díaz Ordaz no podía uno, no debía, no tenía por qué equivocarse. Las reglas del juego eran bien claras y en cualquier caso uno sabía a qué atenerse."

Según el militar, "desde el principio del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz la izquierda radical recibió órdenes precisas del comunismo internacional de aprovechar los preparativos de la Olimpiada para desarrollar en México la parte que en la revolución mundial le estaba asignada". El mismo la define como caer "dentro de la órbita comunista".

Reconoce en sus textos que la designación de Díaz Ordaz provocó resentimientos entre grupos priístas y por ello no fue "posible evitar" una labor de zapa que trató de restarle valor a su campaña y también a su gobierno.

En lo que llamó el "indigno proceder de los resentidos" ubicó actos como el paro médico (1964), el incidente en la inauguración del estadio México 68 y la matanza del 2 de octubre en Tlatelolco.

Eran los años de la guerra fría. Pero en su versión, incluso "Fulton Freeman (embajador de Estados Unidos en México) organizó una conjura con la mira de derrocar al gobierno de Díaz Ordaz buscando adeptos entre militares mexicanos, quienes no lo tomaron en serio".

Gutiérrez Oropeza disculpa los errores del ex presidente y menciona que "nunca fueron producto del dolo, la apatía, la indolencia o la conveniencia".

Díaz Ordaz, escribió el general, "heredó un legado de ideas políticas y la presencia de gente comunista de los regímenes que le antecedieron", por lo que "valientemente decidió sacudirse de esa negativa influencia".

En el libro La Realidad de los acontecimientos de 1968, Gutiérrez Oropeza asegura que el ex presidente Lázaro Cárdenas fue el principal impulsor del comunismo en México y del surgimiento de grupos guerrilleros.

En 1968 México vivió "un plan nacional de subversión" en el cual el rector de la UNAM, Javier Barros Sierra, instigado por Lázaro Cárdenas, "directa o indirectamente ayudaba a los líderes del Consejo Nacional de Huelga", sostiene Gutiérrez Oropeza.

En su versión, Lázaro Cárdenas aparece como el auténtico villano que manipulaba a "los enemigos comunistoides" de Díaz Ordaz y trataba de mantener "el poder detrás del trono". En otras partes lo considera parte de lo que llamó "la Máquina Infernal".

Para Gutiérrez Oropeza "a Barros Sierra le quedaban resabios" contra Díaz Ordaz, "pues había oído los cantos de las sirenas, ya que el presidente Adolfo López Mateos pensó en designarlo como candidato y así se lo hizo saber, pero desistió de esa idea al aclarársele que Barros Sierra era apolítico, por lo que presentarlo como candidato del PRI provocaría rechazo por parte de la cúpula" del partido.

El ex jefe del EMP definió así el surgimiento del movimiento estudiantil: "Heberto Castillo, Ifigenia Martínez, Víctor Flores Olea, Elí de Gortari y otros más, usando la imaginación, la fogosidad, el entusiasmo y la candidez de los líderes (cursivas en el original) y estudiantes del CNH, con sus cátedras, sus charlas, en conferencias y a través de sus escritos, los convencieron, indujeron y manejaron arrastrándolos en su loca aventura", ya que "ellos confiaban en que el conflicto estudiantil podría aprovecharse para hacer la revolución de México".

La "mano de la CIA"

"El dinero provenía de parte de políticos resentidos del gobierno anterior, de políticos del gabinete de Díaz Ordaz con intereses presidenciales, de la embajada rusa, de la embajada de Estados Unidos y de personal de la CIA."

Según el ex jefe del EMP, "Díaz Ordaz paró en seco las maniobras de Fulton Freeman", pero señala que Amado Sócrates Campus Lemus y otros estudiantes supuestamente arreglaron con Jorge B. Groos, agregado de la CIA en México, el financiamiento del movimiento estudiantil.

El general afirmó que también mediante Freeman obtuvieron financiamiento para el movimiento estudiantil "Humberto Romero (secretario privado del Presidente López Mateos); Benito Coquet (director del IMSS en 1964); Carlos Madrazo (subdirector federal del Trabajo en 1965); Donato Miranda Fonseca (secretario de la Presidencia de la República en el mandato de López Mateos); Ernesto P. Uruchurtu (regente de la ciudad de México) y el escritor Sealtiel Alatriste".

De acuerdo con lo escrito por Gutiérrez Oropeza, "si los instigadores del movimiento de 68, Heberto Castillo y sus seguidores, hubieran triunfado, desde aquel fatídico año México sería ahora otra Cuba o Nicaragua".

Confiesa en sus libros que Díaz Ordaz le dijo el día de su toma de posesión, cuando "leyó la cartilla" a todos sus colaboradores: "lo he nombrado a usted mi jefe de Estado Mayor no por lo que ha trabajado, sino porque usted me ha sido leal y espero que lo siga siendo; de no ser así, pobre de usted y pobre de mí".

Al final del sexenio, asegura Gutiérrez Oropeza, "Echeverría manipuló en su provecho el desarrollo de los hechos de 1968", pero, aclara, "en este juego no hay perdedores, todos ellos tienen mayor o menor premio. Martínez Manautou fue cuatro años secretario de Salud y seis años gobernador de Tamaulipas".

Para el militar "son los integrantes del sistema-gobierno y sus partidarios los fabricantes de la casi totalidad de los problemas que enfrenta un presidente; en 1968 fueron Martínez Manautou y Luis Echeverría Alvarez las cabezas de estas manifestaciones y golpes bajos".

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