Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 22 de abril de 2003
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Espectáculos
Alfredo Zitarrosa "es mi gurú, mi ángel de la guarda", señala el músico argentino

Para Caíto cantar es asunto de ética, de vencer las tentaciones

Ante la guerra contra Irak algo está despertando: un gigantesco no, que países como EU no quieren escuchar, expresa Promueve dos nuevos discos: Vienen cantando y Sólo para amorosos

ARTURO CRUZ BARCENAS

Para Carlos Díaz, Caíto (Buenos Aires, Argentina, 1945, criado en Mar del Plata y nacionalizado mexicano), cantar es asunto de ética, de convicciones firmes y de vencer a las tentaciones. Así lo ha hecho, "y ha valido la pena, porque el niño Caíto me ve cada día a los ojos y me agradece no haberlo traicionado, no haberme olvidado de él, ¡y vieras qué hermoso es eso! Duermes tranquilo, caminas por la calle sin preocupaciones y cantas a la gente lo que te sale del alma", dijo el infante-adulto con 47 años de trayectoria profesional.

En entrevista, en la que anunció que prepara un disco con canciones de Luis Eduardo Aute, "a quien le grabé por primera vez algunos de sus temas", Caíto hizo un repaso a lo que ha sido la música en la que él se ha movido desde que la conciencia es tal, para él, cuando no había medias tintas políticas, muy a la manera de Brecht, del somos o no somos, o todo o nada.

Citó su paso con el grupo Sanampay, al lado de compañeros como Eugenia León y Guadalupe Pineda, y remarcó la que fuera su relación más sentida con un cantautor con estilo: el uruguayo Alfredo Zitarrosa, a quien conoció en Madrid y con quien se presentó largo tiempo, él en la voz y en la guitarra.

Colección de canciones que estaban perdidas

Promueve dos nuevos discos: uno titulado Vienen cantando, "que debo aclarar que no es nuevo, sino que es producto de una colección de canciones grabadas hace años y que estaban perdidas. Viene El breve espacio en que no estás, que Pablo Milanés me dio para que la grabara inclusive antes que él mismo". Son 11 composiciones, de la autoría de Silvio Rodríguez, Nahuel, Aute y Jorge Buenfil, entre otros. "Es un hijo discográfico que había perdido y recuperé", acotó.

El otro disco -Sólo para amorosos, en el que lo acompañan Flavio Velasco, Jacqueline Levot y Angel Cerlo- es una colección de poemas (de Jaime Sabines, Juana de Ibarbourou, Pablo Neruda, Benito Taibo, entre otros) cruzados con canciones de la inspiración de Caíto, Lázaro García, Aute, Milanés...). Ambas producciones bajo el sello de Ediciones Pentagrama. "Es una obra de teatro grabada", precisó.

Hay gente, agregó, que piensa que las canciones se rescatan, "pero no es así; las canciones rescatan a los fulanos. La canción siempre estuvo ahí. No me platiques, de Vicente Garrido, siempre estuvo ahí. Sin el autor, el intérprete no tiene nada que hacer". En este sentido reconoce el trabajo del coverero Nicho Hinojosa, pues "ha hecho que jóvenes escuchen canciones que muchos, entre los cuales me cuento, hicimos hace muchos años. ¡Qué bueno que la gente le pida Ojalá, de Silvio Rodríguez, aunque crean que es de él! Ahora hasta muchachos de La Academia cantan Sólo le pido a Dios, y qué bueno, porque eso les puede hacer interesarse en otra música".

-¿Qué quedó de todo lo que hicieron tú y muchos artistas más, que buscaron hacer música con poesía, con sentido social, con una definición política, que se presentaron en peñas y plazas públicas, en escuelas, barrios y fábricas?

-Fundamentalmente quedó la esencia. Muchos seguimos en eso, porque aquello está presente, sobre todo, en estos días de guerra. Hoy se recantan temas que implican una actitud, pensamientos. Hoy somos cincuentones que en aquel entonces creímos que ese era el camino correcto, y lo sigue siendo. Nos hemos ido adaptando a las circunstancias, pero la esencia no ha cambiado. Decía Julio Cortázar que no puede ser que estemos aquí para no poder ser. ¡Aquí estamos! Ahí están Gabino Palomares, Marcial Alejandro, Pepe Elorza, El Negro Ojeda.

"Muchos estamos intactos, no en la actitud melancólica, esa que sirve de refugio para decir que todo tiempo pasado fue mejor. No, el presente existe. Yo sigo siendo esencia de lo que fue Alfredo Zitarrosa, de lo que me enseñó, al igual que de Sanampay. ¡No me arrepiento absolutamente de nada! Ahí está el caso de Oscar Chávez, quien ha pasado por varios tipos de música, con todo derecho, y yo no discrimino con eso de dividir a la música en comercial o no, porque uno también graba discos para vender. La ética está en las cosas que permanecen o desaparecen.

"¿Qué permaneció en los últimos 30 años? ¿A qué canciones se recurre y se siguen alimentado y no han envejecido? Los ejes de mi carreta está vigente, 70 años después de creada."

Otros días

En los años 70 del siglo pasado, Caíto cantaba Yo te nombro, de Franco Piangaro, poema musicalizado de profunda huella: "Por el pájaro enjaulado, por el pez en la pecera, por mi amigo que está preso, porque ha dicho lo que piensa..." Eran días de definiciones políticas y las canciones pegaban en la conciencia. "Cuando se pregunta qué ha quedado o qué ha pasado, hay que refugiarse en un digno pasado. Los jóvenes de hoy sí tienen compositores y cantantes que hacen lo que nosotros hace décadas, pero nosotros tuvimos un tiempo en el que nos apoyaron los medios de comunicación.

"Las actividades culturales del país eran profusas. Ahora están Alejandro Santiago y otros, pero no encuentran lo que nosotros hallamos. Sanampay cantó en Bellas Artes, en el Auditorio Nacional, con Chava Flores, Amaury Pérez, Los Folkloristas. Actualmente hay chavos que hacen un esfuerzo extraordinario, pero ya no hay foros. La creación no se ha perdido. Hay otras formas de expresión. Lo ves con gente como Fernando Delgadillo. Hay público y creadores, pero se han ido cerrando puertas y posibilidades.

"En los últimos 30 años, hay que reconocerlo, hubo un triunfo absoluto de la televisión, que ha logrado mediatizar, crear un nicho donde lo que no se ve no se vende, no existe. Nosotros tuvimos programas como Para gente grande, con Ricardo Rocha, espacios con Guillermo Ochoa y otros. Perdimos espacios y no fuimos lo suficientemente hábiles, nos retrajimos, nos arrinconamos. Dijimos: 'si no me vienen a buscar, no voy'. Dejamos el espacio, consciente o inconscientemente. Perdimos muchos contactos, esa avanzada. Sobrevivimos, como dice Modesto López (director de Pentagrama), por prepotencia de trabajo."

La gente cree a quienes son congruentes

En un momento en el que las palabras, los discursos, han perdido valor, y está demostrado que no hay posibilidad de conciliar, la gente ha dejado de creer, agregó. "Si algo tenemos los cantantes como yo es congruencia. La gente va a vernos, nos oye y nos cree, porque seguimos sosteniendo nuestra ética, nuestra forma de pensar, sin entrar en juicios críticos de cosas que no son de nuestro interés. Los artistas, inclusive los peores, no hemos hecho daño.

"Seguimos convocando sin tener los medios. Así lo sigue haciendo Oscar Chávez, por ejemplo. Algo de valor debemos tener para que la gente siga confiando en nosotros. Nada más faltaba que sus cantores les mintieran. ¡No!"

-¿Hubo demagogia en los cantantes del movimiento?

-No, más bien hubo cierta inocencia, ciertas radicalizaciones innecesarias, pero también de parte del público, que exigía. No hubo malicia, sí una etapa de gran aprendizaje.

Guitarra negra

Llegó a México, hoy su segunda patria, en los años 70, huyendo de la dictadura. Acompañaba a Alfredo Zitarrosa. "Aquí hallamos espacios para expresarnos. También llegaron los cubanos, la trova. De eso se aprende y vemos que vale la pena, más ante la guerra de hoy, en Irak. Algo está despertando: un ¡no! gigantesco, que no quieren ver (países como Estados Unidos), pero, igual, nunca han querido ver. Eso no nos extraña. Tampoco debemos creer en que ellos nos van a escuchar. Sus cerebros están cerrados al dolor, a la muerte, a las palabras."

Para ser famosos se paga un precio, "pero para no serlo también. Nosotros lo pagamos y estamos conscientes. Tenemos fama de ser famosos y no lo somos. Sí ganamos nuestra opción, nuestra libertad. Grabamos lo que realmente queremos. Lo contrario crea dolor. Claro que he enfrentado tentaciones, pero hubiera tenido que pagar el precio de ceder mi corazón. Siempre respondí a mi niño interno. A los 10 años nos prometimos, ese niño y yo, cantar, pero nunca algo que no nos gustara, ni arrepentirnos. Siempre se paga un precio, sobre todo a nuestra edad, cuando se hace un balance y el niño aquél te felicita o te reclama. Qué bueno sobrevivir en este planeta haciendo lo que a uno le gusta, con ética.

"A eso hay que sumar la influencia de Zitarrosa, quien marcó un parteaguas en mi vida, un punto de congruencia, pese a lo que podía suceder. Es como mi gurú, mi ángel de la guarda. Cada vez que subo al escenario le digo: Flaco, aquí estamos, a ver cómo nos va."

Quien quiera comunicarse con Caíto puede entrar a [email protected]

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