Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 25 de abril de 2003
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Capital
Supervisa por la noches obras del distribuidor vial

Alma Rosa, la ingeniera, llegó de Chihuahua a construir la ciudad

MIRNA SERVIN VEGA

Los ingenieros que hoy fraguan el distribuidor vial San Antonio no tienen miedo. No dudan de sus cálculos, que han sido avalados académicamente, ni de su a veces emergente pero eficaz habilidad. Las estructuras de la obra que planearon están casi a término, pero ya no son sólo ellos quienes están ahí.

En los recorridos y supervisiones nocturnas aparece el trabajo de Alma Rosa, que vino desde Chihuahua hace más de 20 años para construir la ciudad.

Primero formó parte del equipo que diseñó los túneles del Metro. Después los ejes viales, que recorren de lado a lado la ciudad. Y ahora un gusano de concreto que se extiende en seis tramos por el poniente de la ciudad.

No le importa ser una de las poquísimas mujeres que portan casco, guantes y que caminan por la noche en medio de cientos de trabajadores que a lo largo de cuadras y cuadras no ven a una mujer.

Es ingeniera civil. Se graduó en 1972 y supo desde entonces que la competencia no sería fácil. En su generación sólo se recibieron 15 mujeres más.

Alma Rosa se esfuerza por no ser demasiado vista. No quiere que ser mujer sea una distinción. Huye de la notoriedad. "Es una profesión y si se hace con gusto da igual." Dice: "Ser mujer u hombre es una circunstancia".

A la par que otros de sus colegas, elabora los cálculos de las vías terrestres a su cargo en el distribuidor vial. Sigue instrucciones por igual, ejecuta, trabaja y deja a "su nuevo hijo" en la madrugada para llegar a platicar con el otro que ya va a la universidad.

Reconoce que tiene que sobrellevar dobles jornadas, pero es exactamente lo que le gusta. No sabe decir si la pareja puede sobrellevar el ritmo y carga de trabajo de una mujer profesionista. Ella es separada, pero "como mamá aguanto y como mujer más".

Alma Rosa siempre se imaginó así. Estudió ingeniería por convicción. "Tenía ganas de venir para acá." Aunque todas las obras son importantes, hay algunas de especial emoción y ésta, asegura, es una de ellas.

Alma Rosa camina rápido, se va. "No puedo perder las instrucciones. Tengo que trabajar."

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