Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 26 de abril de 2003
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Juan Arturo Brennan

Los esclavos de Alex Lora

Hace cerca de 15 años, un compromiso profesional me llevó a pasar un par de días en Tehuacán, Puebla, ciudad natal de ese gran compositor que es Joaquín Gutiérrez Heras. Como es de suponerse, la oferta cultural en Tehuacán en aquellos tiempos no era ni muy amplia ni muy variada (y según me dicen, eso no ha cambiado), de modo que fue necesario buscar afanosamente alguna distracción. Finalmente, encontré sobre el muro que acotaba un terreno baldío una desganada pinta que anunciaba la presencia de Alex Lora y El Tri. No siendo ni muy aficionado ni muy conocedor del rocanrol y asuntos afines, tuve que ser presionado y, finalmente, convencido por Lucas B., que sí conoce de estas cosas, para hacer la peregrinación a la tocada de esa tarde

Así, en el interior de un decrépito y dilapidado centro deportivo de Tehuacán, tuve mi primer y único contacto con ese peculiar personaje-fenómeno que es Alex Lora, y esa misma tarde quedé convencido de que más allá de las letras, la música y las acciones escénicas de sus presentaciones, el meollo del asunto está (siempre ha estado) en la peculiar y plenamente asumida relación sadomasoquista que se entabla entre Lora y sus fans. La reciente visión de la película Alex Lora, esclavo del rocanrol, de Luis Kelly, no ha hecho sino confirmar aquella primera impresión.

La película de Kelly es, ante todo, un interesante documento sobre la durabilidad y permanencia de Alex Lora y El Tri en un medio en el que, como en muchas otras latitudes, las estrellas del rock se fabrican, se explotan, se exprimen y se descartan con velocidad asombrosa. ƑQué otro grupo mexicano puede presumir de más de tres décadas de presencia y continuidad? El filme tiene su principal sustento en los fragmentos de numerosas tocadas de Lora y su grupo, tanto en México como en el extranjero, y en las relaciones de Lora con algunos personajes individuales; sin embargo, lo más interesante del documental es, sin duda, la comunicación que se entabla entre el músico y sus seguidores que, a juzgar por lo que se ve y se oye, son auténticamente sus esclavos.

Sí, Alex Lora es un lépero irreverente, escatológico y semipornográfico, pero ahí donde otros personajes utilizan y explotan artificialmente estos atributos para escandalizar al burgués, Lora los exhibe como parte consustancial de su personalidad, lo que imprime a su imagen pública interesantes rasgos de autenticidad. Dicho de otro modo, Lora no niega la cruz de su parroquia, y eso lo ha mantenido muy cercano, durante largos años, a sus fieles seguidores.

Otra clave importante (y muy explícita en el filme) para comprender el arraigo de Lora entre sus huestes, está en los contenidos religiosos y guadalupanos de su discurso, hábilmente mezclados con la indispensable componente obscena: ƑTommy Lora, quizá? El estilo visual de la película es demasiado ecléctico, y por momentos llega a ser mareador, además de que las fugaces imágenes en animación no son asumidas cabalmente como parte del discurso. Por otra parte, los intentos de explorar la vida personal y los momentos privados de Lora no parecen haber sido realizados con mucha convicción, por lo que el filme queda sustentado básicamente en su actividad profesional. Asimismo, los auténticos conocedores sin duda van a extrañar que en la película no se explore el origen del actual Tri a partir de aquel grupo que llevó originalmente el nombre de Three souls in my mind.

De lo que no queda duda a lo largo de la cinta es de la intensa relación de amor-odio que hay entre Lora y la banda que lo sigue fielmente. Ya bien entrado en una de sus tocadas, el roquero se queja amargamente de que ha pasado un buen rato y no le han mentado la madre; disciplinados y complacientes (no faltaba más) los esclavos se la refrescan repetidamente en un coro masivo que, sutilmente, pasa a formar parte de la componente musical del momento. En este y en otros puntos fundamentales de este interesante documental, Alex Lora asume cabalmente la capacidad del rocanrol de convertirse en válvula de escape y catarsis, algo que finalmente resulta muy saludable para él, su grupo y la numerosa banda que lo sigue.

No obstante sus limitaciones, Alex Lora, esclavo del rocanrol es una película que los roqueros aficionados deben ver, sobre todo por lo que muestra y dice sobre los fans de este singular personaje. Entre las escenas más notables: el director de orquesta Eduardo Diazmuñoz dándole con singular fe al bajo eléctrico durante la grabación de El Tri Sinfónico, recordando sus propios inicios como roquero.

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