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México D.F. Domingo 11 de mayo de 2003

El debate, signo de la 29 Feria del Libro en Buenos Aires

Pese a vicisitudes, la cultura sigue su curso en Argentina

La industria editorial registra una paulatina recuperación Saramago: siempre seré solidario con el pueblo cubano

STELLA CALLONI CORRESPONSAL

Buenos Aires, 6 de mayo. La 29 Feria del Libro -que transcurrió, como todos los años, con la constante presencia del público- y el Festival de Cine Independiente fueron, otra vez, los acontecimientos culturales de los tiempos recientes de una ciudad que nunca descansa. Pero ambos actos se cruzaron dentro de un escenario electoral, especialmente denso, porque se trataba de un intento de salir de la grave crisis política, institucional, social y económica que estalló a finales de 2001, y de superar la catástrofe de las inundaciones en la provincia de Santa Fe, lo cual aún no se logra.

''Esta feria del libro transcurrió además en el contexto de una guerra terrible en Irak, el proceso electoral en nuestro país, y luego una dramática inundación, que con el paso de las horas se convirtió en una tragedia. Sobrevivimos a esos momentos y tuvimos, otra vez, más de un millón de personas, magníficos escritores y debates creativos'', dicen los organizadores de la Fundación del Libro.

Los números arrojan que un millón 300 mil personas recorrieron los pasillos del encuentro editorial (que se efectuó del 16 de abril al 5 de mayo). Este año estuvieron presentes los piqueteros (desocupados), quien fueron partícipes y a su vez convocantes en algunos de los diversos debates.

Tanto la movilización permanente en las calles -que no se reflejó con la misma intensidad en las urnas-, como la oferta cultural cotidiana que ofrece Buenos Aires, sorprendió a propios y ajenos. Algo novedoso fue la presencia de miles de turistas ''culturales'' que llegaron desde países vecinos como Brasil, Chile, Uruguay y Paraguay, favorecidos por el cambio.

Esto le dio otra expresión a un mundo nuevo de espectadores con otras demandas y un aire distinto de voces que se multiplicó por esos pasillos ahora mucho más amplios, en los nuevos predios de la sede actual de la feria. Aunque las sucesivas crisis, el desempleo y una clase media en decadencia pusieron diques a la pasión de leer, que antes era casi un rito para el argentino medio, lentamente parece recuperarse el interés.

Este año, de acuerdo con los libreros, las ventas aumentaron 40 por ciento en relación con el año anterior, cuando aún el país estaba tratando de emerger del estallido de diciembre del 2001. Jorge Gurbanov, de Ediciones Continente, sostuvo que en su caso habían duplicado las ventas frente a la caída del año pasado. ''Para nosotros fue una muy buena feria; la gente compró todos los libros que al parecer no pudo adquirir durante todo el año, por la situación económica y la recesión", dijo.

El escritor Héctor Tizón, uno de los mayores de la literatura argentina, alejado de los ruidos del mundo literario, pues vive en un pueblito de la lejana provincia de Jujuy, fue quien este año abrió la feria. Su discurso resultó un verdadero alegato contra la guerra en Irak y la política de Estados Unidos hacia el mundo en este periodo histórico. Fue un discurso fuerte que en realidad reflejó lo que estuvo latente en la feria, donde la realidad mostró que hubo una enorme afluencia de público en los debates políticos. Entre las actividades más concurridas, más allá de lo que reúnen los invitados especiales y los escritores reconocidos, fueron las de debates con temas como globalización, guerra, política de Estados Unidos hacia el mundo y la región, militarización y situación social mundial.

En los primeros días la feria fue curiosamente "favorecida" por "la indiferencia" que la gente mostraba hacia las elecciones, y eso llevó mucho público. Pero a medida que se iba acercando la fecha de los comicios, todo comenzó a estallar en días en los corrillos políticos para decidir el voto, ante lo que muchos consideraron como "el peligro de algunos regresos", señala otro librero.

Fue también algo nuevo que varios de los escritores asistentes hicieran referencia al momento político argentino. Entre las figuras que pasaron y dejaron su huella en los jóvenes estuvo Paco Ignacio Taibo II, quien fue considerado por los jóvenes ''aire fresco" de esta edición. El peruano Mario Vargas Llosa no alcanzó en ningún momento a irradiar e imponer su figura, como lo ha hecho en otro momento Carlos Fuentes, por ejemplo. Asimismo, la mayor fiesta -con los mariachis recorriendo los pasillos durante la feria- fue la del Día de México.

Por otros motivos marcados también por la impronta política del momento, la convocatoria del Día de Cuba rebasó todas las expectativas y la sala resultó muy pequeña para los que querían solidarizarse con ese país. Hubo mayor búsqueda de literatura y cultura árabe, como una evidente respuesta de rebeldía hacia Estados Unidos, y algunas mesas terminaron con fuerte imprecaciones juveniles contra el gobierno de George W. Bush.

José Saramago resultó el más directo al momento de comentar lo que estaba sucediendo en Argentina y fue el elegido para cerrar la feria. El premio Nóbel de Literatura 1998 presentó su libro El hombre duplicado y la Universidad de Buenos Aires le otorgó el doctorado honoris causa. Al entregar esta distinción, el rector de la institución, Guillermo Jaime Etcheverry, dijo que se afirmaba la relación de Saramago "con las más altas manifestaciones de la cultura y del compromiso con la condición humana".

En el texto de la resolución universitaria se lee: "Además del valor de su obra literaria, corresponde destacar que José Saramago siempre ha tenido una postura ética y estética que lo ha llevado a comprometerse con todas aquellas causas que defienden la dignidad del ser humano, denunciando las injusticias y las desigualdades, luchando para erradicar la ignorancia y la miseria''.

Saramago era muy esperado aquí por el debate originado a partir de su posición hacia los hechos recientes sucedidos en Cuba, y en algunos carteles que aparecieron en lugares muy visibles se podía leer el ''hasta aquí he llegado'', con que cerraba su carta condenatoria, colocados apresuradamente por algunos grupos de ultraderecha.

El escritor dijo a La Jornada que "siempre seguirá siendo solidario con el pueblo de Cuba", pero que creía tener un derecho muy importante, ''como todos lo tenemos, de disentir con medidas que se toman". Afirmó que "en el mundo hay un enorme debate pendiente por la democracia y los derechos humanos, dos caras de la misma moneda".

Nuevamente en referencia a Cuba, sostuvo que entendió que su "responsabilidad social" lo llevó a "hacer una declaración y hablar en mi propio nombre. Mi solidaridad con el pueblo cubano sigue intacta. No hay controversia entre Susan Sontag, Gabriel García Márquez y yo".

Fue muy crítico con las actuales democracias, y en referencia a Carlos Menem dijo que resultaba "increíble la capacidad para resucitar que tienen los muertos". En este país ''los muertos no están muertos y los vivos no están vivos, pero tienen la obligación de estarlo''.

En otro momento sostuvo que "como todos en Europa, estoy impresionado y preocupado por Argentina. Su crisis tiene que ver con la de ciertos valores. Los problemas argentinos tienen que resolverlos los argentinos". Expresó su intuición de que Menem no triunfará en la segunda vuelta electoral del 18 de mayo: "El hombre es capaz de tropezar dos o más veces con la misma piedra. Estoy pensando en Menem. Pero también hay otra piedra, el justicialismo. Me pregunto si su etapa no está ya terminada", dijo.

Asimismo, refirmó su condición de "comunista", pero le añadió el término "libertario". Pero muchos de sus seguidores que lo acompañaron durante su primera visita a Buenos Aires, especialmente jóvenes, ya no estaban allí . Así que la feria fue también cruzada por ese debate.

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