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E S P E C T A C U L O S
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México D.F. Sábado 17 de mayo de 2003

La estación argentina surgió en un hospital siquiátrico público de Buenos Aires

Desestigmatización de la locura, objetivo de Radio La Colifata

Hemos logrado que el hombre común adopte conductas menos discriminatorias, dice Alfredo Olivera, creador del proyecto La voz de los internos llega a millones de personas en varios países

MARIA RIVERA ESPECIAL

Radio La Colifata en el 101 de FM transmitiendo. La voz de Hugo López al micrófono dedica la canción que interpretará "a todos esos degenerados del mundo que llevan a los pueblos al hambre, a la desnutrición, a la desesperación, a las guerras y a la puta madre que los parió. Señores: soy malo, špara todo Latinoamérica, para todo el planeta Tierra y para todo el sistema solar!".

Acompañado de una guitarra y con voz desgarrada entona: "Soy malo y egoísta y ambicioso soy, todo es para mí/ Que revienten todos, que se mueran todos, todo es para mí/ Quisiera que estallara la guerra nuclear y desapareciera la humanidad, y todo sea para mí/ Que revienten todos, que se mueran todos, todo es para mí/ A los niños los odio, no los puedo soportar, sus caras llenas de dulce y moscas asco me dan/ Los quiero desnutrir, los quiero reventar, no quiero a nadie, todo es para mí/ No creo en nadie, quiero dinero y depositarlo en Suiza y que se muera el mundo entero, todo es para mí/ Que revienten todos, que se mueran todos, todo es para mí/ Viva el hambre, viva la desolación, viva la desnutrición, todo es para mí".

La diferencia entre este cantautor y otros que abordaron el tema de la invasión a Irak es que Hugo López es miembro de la radio comunitaria surgida en el hospital siquiátrico público José T. Borda de Buenos Aires, Argentina, que sábado tras sábado transmite de las 14:30 a las 19:30 horas en el 100.1 de FM. Y aunque su potencia es de sólo 300 vatios -abarca apenas 30 cuadras a la redonda- mediante pequeñas cápsulas de dos minutos su mensaje es retransmitido por más de 30 emisoras comerciales del país, con un público potencial de millones de radioescuchas, y la experiencia se ha trasladado con éxito a Uruguay, Chile y España.

La recuperación de la palabra

Hace 12 años, sin apoyo institucional de ninguna clase, y por supuesto nulos recursos económicos, se formó el grupo que promovió la idea de darles voz a los internos. Sus primeros aliados fueron los comunicadores de otros medios que les abrieron espacio. Ahí nació La Colifata como una radio sin antena, que existía sólo a partir de la solidaridad. Con el tiempo llegó la posibilidad de obtener una transmisora, la apertura de nuevos espacios y haberse convertido en un ejemplo a seguir.

El autor del proyecto, el sicólogo Alfredo Olivera -quien desde el pasado lunes realiza labores de difusión en espacios universitarios y siquiátricos del DF, junto a un grupo de colifatos- explica que esta radio tiene dos ejes: la función terapéutica y la desestigmatización de la locura, ya que al llevar la palabra de los internos del principal hospital siquiátrico argentino a millones de personas, el hombre común, aquél que iguala la figura del loco con lo violento, lo peligroso o lo inevitablemente insensato, empiece a cuestionarse y, que tal vez como resultado de estas preguntas, cambie de posición y eso se traduzca en conductas cotidianas menos discriminatorias.

"Pensamos que uno discrimina a partir de que tiene ciertos preconceptos, entonces, a partir de cuestionar esas ideas intentamos reconstruir toda una representación de la locura. Pero además, la gente llama a las radios que transmiten nuestras cápsulas y dejan sus mensajes. Luego los comunicadores nos los envían a nosotros y así, más tarde, los pacientes se oyen a sí mismos saliendo en otros lugares de Argentina, pero sobre todo, escuchan a otros que los nombran, que les hacen un lugar, que los consideran, y esto tiene efectos terapéuticos positivos para ellos.

"De esta manera la comunidad construye herramientas para dar respuesta a sus propios problemas y ejercita la solidaridad, pero por otro lado la radio se convierte en un espacio donde los internos recuperan la palabra y pueden hablar en nombre propio, y de esa manera recuperar su dimensión como sujetos. La Colifata sirve para acompañar los procesos de comunicación de los pacientes, pero también ocupa un lugar importante para los que ya han salido de la institución y continúan en tratamiento. En los seguimientos estadísticos que hacemos vemos que el índice de reinternaciones es prácticamente nulo."

Situación de crisis

Hace 12 años, cuando Alfredo Olivera era estudiante le tocó ir al hospital Borda y recuerda que lo que vio lo dejó consternado. El grupo de hombres y mujeres pobres, algunos en situación de calle, con diagnóstico de sicóticos, se encontraba en total abandono. Su familia o algún miembro de la sociedad los había internado y olvidado, es decir, habían perdido toda referencia social.

Todavía hoy el tema de la exclusión es asunto obligado, indica el sicólogo. "Es uno de los problemas más tremendos que enfrentan estas personas: 60 por ciento de la población del Borda estaría en condiciones de ser dado de alta, pero sencillamente no pueden volver a su casa porque hay 10 personas en un cuarto y porque mal que bien en el hospital tienen un techo y comida. En relación con esa realidad, La Colifata es una herramienta que ayuda muchísmo a la reconstrucción de lazos y vínculos sociales sustitutos.

"Por ejemplo, uno de los que trabajan en la radio, el encargado de leer la correspondencia, vive en situación de calle, pero ha ido creando una red de amigos, de gente que lo conoce, lo quiere y lo ayuda. Y por otro lado vamos trabajando para que vaya logrando cierta autonomía y responsabilidad en lo que hace. A él le gusta la Internet pues le hemos dado la responsabilidad de vender por ese medio el disco La Colifata Siempre fui loco, que produjo Manu Chao, y lo que gana es para él. Al trabajar los lazos sociales también generamos las condiciones para una sociedad más permeable a la convivencia con aquél que se presenta diferente."

Sin embargo, hoy, con el agravamiento de la crisis ecónómica en Argentina, agrega la sicóloga Laura Gobet, el siquiátrico ha dejado de ser refugio de los sectores más humildes y sectores de la clase media han empezado a caer. "Gente que antes podía ir al consultorio con el analista va al hospital público, ya sea a consulta o directamente a la internación cuando ya se descompensó. La situación de crisis ha agravado esto, aunque todavía se conserva el hecho de que la mayoría de los que habitan el hospital siquiátrico Borda es gente pobre".

Los sicólogos señalan que por un lado están por la defensa del hospital público, pero a la vez por la transformación del mismo, por la creación de herramientas que contemplen la dignidad de la gente sufriente.

"Abogamos por la construcción de dispositivos que den respuesta a toda esta problemática -indica Olivera. Actualmente el hospital quiere reducir la cantidad de camas y empieza a dar muchas altas de manera indiscriminada. Son pacientes que entran en un efecto giratorio porque salen de alta y como no se les creó una red de contención afuera vuelven al poco tiempo. Hay que ir construyendo redes que acompañen este reingreso a la sociedad, no vaciando al hospital, sino reconvirtiendo los recursos del Estado en dispositivos que atiendan a cuestiones de reinserción y a las nuevas patologías. No estamos por el no desmantelamiento del Estado, sino porque exista cierta libertad y autonomía de los pacientes. Queremos que las instituciones se vuelvan un espacio vivo y autónomo."

''Hay que estar loco para dar amor...''

Diego Piccicaco, de 24 años, también presente en la plática, se presenta: "soy colifato, ex interno del hospital, y desde hace seis años estoy en la radio. Hago un programa que se llama Mundo deportivo, pero también participo en otras actividades".

Relata que empezó a participar en el proyecto para expresar sus sentimientos y dejar de sentir tanta culpa por los problemas que lo hicieron llegar hasta el internamiento. "Cuando empecé, el micrófono era un juguete nuevo para mí. Estaba muy medicado y pensaba que la radio era un juego, pero luego descubrí que podía sacar mi interior. Empecé a hacer un programa que se llamaba Conflicto de la juventud, donde hablaba de las drogas, porque el problema por el que yo estuve internado fue mi adicción. Tuve mucha libertad en mi niñez pero crecí sin bases para elegir. Ahora sé que la vida me jugó una mala pasada, pero que yo puedo sacar esos sentimientos que a veces me acosan y que también puedo perdonarme de todos los errores que cometí".

Diego es corresponsal los días jueves. Explica que a veces encuentra actitudes discriminatorias en la sociedad, pero ha aprendido a superarlas. "El miedo que tenemos de acercarnos a una persona es el mismo que a esa persona le puede impedir acercarse a nosotros. Aunque la gente me discrimine o me excluya, yo lucho por integrarme porque estoy orgulloso de ser miembro de radio La Colifata. Yo luché contra mis propios miedos y me he llegado a perdonar a mí mismo como para poder comprender los problemas del prójimo cuando tiene miedo de mí. Mi lucha es por vencer mis miedos o problemas personales por la vía de la palabra y la comunicación. Cuando uno agarra un micrófono pretende decir: 'ojo, yo lucho para tener afectos, no me cierren esa posibilidad. Sí, yo sé dar amor, pero también ustedes pueden darlo'. Aunque desgraciadamente sé que hay que estar loco para dar amor..."

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