Multitudinaria firma en librería del FCE

Saramago atiende a sus lectores por más de 3 horas

Se puede discrepar con algunas declaraciones del Nobel, pero no con su derecho a hacerlas, expresa Carlos Monsiváis

CARLOS PAUL

Durante más de tres horas y media, el Premio Nobel de Literatura 1998, José Saramago, firmó de manera ininterrumpida más de 600 libros, en lo que fue su última actividad en la ciudad de México como parte de la promoción de su reciente obra, El hombre duplicado (Editorial Alfaguara).

Al acto asistió Carlos Monsiváis, quien en relación con las opiniones del autor de La caverna sobre su distanciamiento del régimen cubano expresó: más que separar al autor de la persona, "se puede separar a los libros de las declaraciones y éstas tienen que juzgarse una por una. Estoy de acuerdo en muchas de las que Saramago ha vertido. Creo que ha sido un hombre de una constancia y de una coherencia enorme. Se puede discrepar de algunas declaraciones, pero de lo que no se puede discrepar es del derecho que tiene para decirlas, puesto que ha sido un observador vigilante y un testigo militante de lo que acontece, por lo que la crítica procede en cada caso de una manera específica y el reconocimiento de una manera orgánica unánime".

Respecto del multitudinario acto de firma de libros, Monsiváis se dijo contento de que existan muchos lectores. "Me parece que no sólo es la novedad del premio Nobel, sino que son lectores los que han asistido, y el que los halla a estas alturas, con este entusiasmo, devoción, constancia y disciplina es formidable. Este es un acto de reivindicación de la lectura, mucho más que un homenaje a un premio Nobel. En un momento en que se piensa en la lectura como una especie casi en extinción, me da una alegría enorme. Lo que sorprende es el número y la perseverancia".

Cientos de lectores, en su mayoría jóvenes, hicieron fila en la afueras de la librería del Fondo de Cultura Económica (FCE) ubicada en Miguel Angel de Quevedo, para que Saramago les autografiara un libro.

Algunos llegaron desde las seis y media de la mañana, como Aarón Alarcón Martínez, de 38 años. Primero en la extensa fila y que viajó desde ciudad Satélite con una mochila que contenía 23 libros de Saramago, con la ilusión de estrechar la mano del escritor y ver plasmada su firma en cada uno de los volúmenes.

Sin embargo, luego de seis horas de espera, su anhelo se fracturó, ya que los organizadores permitieron que pasaran primero cerca de 20 personas -que se comentó-, "son gente de la librería, del FCE y de la editorial", además de que se anunció que el autor sólo firmaría un libro por persona y que no habría dedicatorias. Al final, Aarón con el semblante un poco desilusionado, logró la firma de tres libros.

Fue tal la asistencia al acto que las 200 fichas repartidas por los organizadores se tuvieron que "reciclar", se volvieron a repartir a otras tantas personas. Pero aún así quedaban muchos haciendo fila. Fue entonces cuando la generosidad del escritor se hizo presente. Pese a su cansancio, aviso que continuaría firmando libros durante 20 minutos más.

El hombre duplicado, habría explicado Saramago la noche del pasado viernes en el Antiguo Colegio de San Ildefonso (La Jornada, 16/V/2003), tiene la intención de "plantear que dentro de nuestro cerebro hay dos pensamientos. Uno que más o menos controlamos y otro subterráneo que trabaja por su cuenta. Y que hay momentos en que este pensamiento subterráneo de repente sube a la superficie del otro, situación a la que podríamos llamar iluminación o inspiración".

El que exista "un pensamiento aquí y otro abajo y que por momentos suba, es la idea que se presenta en El hombre duplicado".

Otra cuestión en la novela "es que nosotros partimos muchas veces del principio de que si conocemos al otro, eso nos servirá para conocernos mejor a nosotros mismos. Pero olvidamos que el otro es un Yo, y la misma dificultad, imposibilidad de decir qué soy yo, el otra también la tiene, pero lo que se plantea en la novela es algo más tristemente humano, esto es, si se acepta o no la existencia del otro que usurpa mi lugar, el espacio que yo ocupo en el mundo. En este caso uno no soporta que el otro exista. De alguna forma (la novela) es una tragedia implacable en la que cada personaje, haga lo que haga, será un paso hacia su final".