Luis Javier Garrido

La derecha

La responsabilidad de Vicente Fox por el deterioro del orden jurídico del país se acrecienta al pretender ahora que los empresarios ejerzan cada vez más las funciones del gobierno.

1. La campaña electoral de 2003 pasará a la historia no como el proceso político que puso de relieve una supuesta "consolidación democrática" y la culminación de "la transición", según mu-chos se empeñan en hacerlo creer, sino como un periodo en el que se acentuó la descomposición de las instituciones y el desmantelamiento del Estado y se justificó la violación al orden constitucional en nombre de los intereses del grupo gobernante y de los poderosos grupos de interés que lo respaldan, deteriorándose aún más el endeble orden jurídico del país.

2. El escándalo que se suscitó esta primavera por el abandono que Fox ha tenido de sus responsabilidades constitucionales en una actitud de frustración personal y de evidente desgano para asumir el cargo, es consecuencia no sólo de la decisión que tomó el titular del Ejecutivo de delegar sus responsabilidades en su esposa y colaboradores más cercanos, a los que parece que dio atribuciones para actuar con autonomía, sino de los dirigentes de los grupos económicos que financiaron su campaña, y a los que se le disciplinaron más tarde, para que al margen del marco constitucional no nada más ejerzan atribuciones del Estado, sino para que actúen en nombre del gobierno y hagan política en favor de éste.

3. La prensa da cuenta de la febril actividad política soterrada del empresariado y de la jerarquía católica, consecuencia del nerviosismo del que han sido presa ante la incertidumbre con la que llegará 2006, pero que es exigida desde Los Pinos por la obsesión de Fox de no salir derrotado en las elecciones intermedias de 2003. Y para lograr que estos prominentes miembros de la iniciativa privada y de la jerarquía eclesiástica participen en tales actividades, perdiendo las formas, no existió sino un argumento: una derrota del PAN (y sería derrota no alcanzar la mayoría absoluta en la Cámara) sería también para esos grupos de la derecha como para Fox. De ahí las cenas continuas a las que asisten empresarios y políticos de varios partidos y miembros del gabinete, y el cabildeo de los hombres de empresa con legisladores para lograr la privatización del sector energético que Washington exige.

4. Los focos rojos se encendieron tras el anuncio de que las encuestas sobre el 2 de julio hablan de alto abstencionismo y de la derrota del PAN, en su afán de convertirse en el partido mayoritario en la cámara baja, y en un revés personal para Fox; la respuesta fue dar carta blanca al equipo de Los Pinos y a los colaboradores presidenciales para moverse por la libre, desaparecer un tiempo a Marta Sahagún de los medios para que su desprestigio, agravado por los libros recientes, no contamine al PAN y dejar buena parte de la responsabilidad oficial a los beneficiarios del gobierno foxista.

5. El proselitismo desaforado de miembros del alto clero no pasa de ser una puesta en escena orquestada desde Bucareli, pues el mensaje es claro: la Iglesia católica llamando oficialmente a votar por el PAN, los partidos protestando por las descaradas violaciones a la legislación electoral y a la ley de cultos, los sacerdotes diciéndose agredidos y coartados en su libertad de expresión y exigiendo contrarreformas a la Constitución, y Gobernación con Creel y Moctezuma como comparsas aplicándoles ridículas multas. ƑQuién sale ganando?

6. La estrategia electoral del PAN aparece subordinada a los intereses de Fox, quien entendiendo la dimensión del malestar social y el desgaste de los partidos busca convencer de que "el freno", no para que él siga entregando los recursos de los mexicanos al capital extranjero, sino para el país son el PRI y el PRD, y el Legislativo, do-minado por el PRI y los partidos, lo que no deja más alternativa a los mexicanos que el caudillismo por encima de la ley que subliminalmente él pretende encarnar. No sorprende que en una encuesta aparezca que el PAN es de los partidos que en apariencia gasta menos en propaganda directa.

7. La razón es una: no necesita hacerla, pues la hace desde Los Pinos, utilizando todo el peso del Estado, y en nombre no del PAN, sino de los intereses privados que ayudaron a Fox antes de 2000, y todo con la convicción de que si obtuvo entonces más votos que los demás, puede volver a hacerlo en 2003. La propaganda que Fox hace de sí mismo en los medios no es condenable nada más por mentirosa y carente de ética al publicitar acciones y obras de gobierno que no ha emprendido, y presentarse con aire populachero como un gobernante cercano al pueblo cuando es todo lo contrario, sino por hacerla con recursos públicos y en violación impune de la legislación.

8. La consigna de los medios es muy clara: presentar a Fox, al PAN, a la Iglesia católica y a los empresarios como víctimas de la intolerancia de los otros, que encarnan los partidos. No extraña que en noticiarios o en programas de debate electoral se insista en que los responsables del desastre de tres años de foxismo sean los partidos y el Congreso o los intereses del pasado.

9. La campaña electoral no resiste el menor análisis desde una perspectiva democrática, como creen los medios. Los integrantes del Consejo General del IFE, encabezados por José Woldenberg, que este año terminan su gestión, tendrán que asumir su responsabilidad por dilapidar la oportunidad histórica y haberle dado al país un sistema electoral viciado y perverso sustentado a) en seudo partidos políticos, algunos heredados del antiguo régimen y otros legalizados por ellos, que nada representan, pues de los once que participan en las elecciones por lo menos siete no satisfacen los requisitos legales, mientras los ciudadanos sin partido no pueden postularse, así como b) en un derroche irracional del dinero del pueblo que se usa en publicidad insultante que no logra encubrir que cientos de millones de pesos quedan en manos de los líderes de dichos partidos. Y todo ello enmarcado en una legislación deficiente y en la violación de las leyes, pues el PAN actúa hoy como el PRI en el antiguo régimen, mientras éste sigue haciéndolo en muchas entidades.

10. El verdadero proyecto político del neoliberalismo es, después de todo, que cada vez haya menos gobierno y que el poder lo ejerzan directamente los empresarios.