La Jornada Semanal,   domingo 15 de junio del 2003        núm. 432
María Sten
entrevista a Briseida Cuevas

El camino hacia la literatura

-Eres Maya. ¿De Yucatán?

–De Tepakán. Es Campeche.

–¿Tu familia es campesina?

–Sí. Son campesinos. En mi pueblo, todos se dedican a hacer cántaros.

–¿Desde cuándo hablas español? ¿Desde la niñez?

–Desde que tenía once o doce años. Ya entendía algunas palabras; por la escuela.

–Es decir que en la primaria hablabas maya

–Sí.

–¿Por qué no te quedaste en el pueblo?

–Desde muy joven quise salir del pueblo y con tal fin comencé los estudios comerciales.

–¿Por qué el comercio si esa no era tu vocación?

–Porque eran estudios más cortos y más rápidos. Mi papá se oponía a que saliera. Es diferente que salga del pueblo la mujer o que salga un hombre. Pero yo quise desairarlo. Mi papá no quiso que me aventurara. Allá las mujeres son sumisas. Pero yo soy rebelde. Me fui a la cabecera municipal, donde hay una escuela hasta la licenciatura.

–¿Y estudiaste en maya o en español?

–En español. El maya hablé en casa y con mis compañeritos. En la primaria, no entendía el español.

–¿Tu padre estaba contento de que estudiaras?

–Los padres dicen a los niños que aprendan el español, porque de esta manera se les abre un nuevo camino. "No vas hacer como yo" dicen y se sienten orgullosos cuando oyen a sus hijos hablando español. Pero mi padre no me lo decía. Fue un hombre rígido. Nadie se atrevía a contestarle. "Que no les vaya a escuchar un caballero de la ciudad, porque hablan ustedes un español de cocina", decía. Consideraba que el español es mejor que el maya.

–¿Cuánto tiempo estudiaste en la Comercial?

–Dos años, pero al mismo tiempo me inscribí a la Casa de Cultura de Calkini y estudié música. Pero mi maestro murió y me quede sin maestro. En la misma Casa de Cultura había un maestro que dirigía un taller de poesía. Una vez escribí un discurso para despedir al director y él me invitó a participar en este taller.

–¿Por qué te gustaba escribir?

–Me gusta el ritmo de los poemas. Nunca entendí en la primaria qué cosa era un poema, pero me gustaba su ritmo. No entendía ni siquiera el contenido de los poemas patrióticos... Sacaba de un poema un verso que me gustaba y hacía un poema mío. Mis hermanos, al leerlo, decían que estoy atarantada.

–¿Y qué decían los maestros?

–Sólo un maestro me dijo que debo seguir escribiendo. Se reía de mis poemas y decía: "Escriba otro". Yo hacía poemas a mis amigas y ellas me invitaban a tomar un helado. En la Casa de Cultura de Calkini había varios maestros que eran poetas: Santiago Sosa, Ramón Suárez Camal, el autor del himno de Quintana Roo. Después llegó Waldemar Noh Tzaec, poeta en maya quien nos hablaba de política e hizo que escribiéramos en maya. Yo nunca pensaba en eso, pero me parecía bien. Waldemar nos daba clases de creación en maya y esto me gustaba. También nos enseñaba las traducciones. La traducción debe guardar la esencia de la lengua maya. No se debe hacer una traducción literal.

–¿Por qué decidiste escribir en maya?

–Porque me interesó, me gustó mucho esta idea del profesor.

–Básicamente escribes en maya, y te traduces. ¿Pero has escrito directamente en español, traduciéndote después la maya?

–No. Quiero decir que en principio yo escribía mis versos y no sabía si eran poesía, ni ahora sé si es poesía. Yo comencé escribir en castellano.

–¿Tú misma te traduces al español?

–Sí. La barrera entre las dos lenguas no se me hace muy difícil. A veces los poemas ganan en español, aunque a veces pierden.

–La traducción de un idioma a otro hace que surge otro poema. ¿En español es un poema diferente al que tú escribiste en maya? ¿Cuál te gusta más? ¿Es la misma cosa? Yo considero que es sumamente difícil traducirse a sí mismo. La poesía traducida de un idioma a otro es otro poema.

–Es otro poema. Aunque es la esencia de ese mismo poema. Porque si no, no fuese la traducción, sino una interpretación.

–¿A qué dificultades te has enfrentado como traductora de tu propia poesía?

–Para mí, el castellano es una lengua también mía, y al momento de traducir es para mí una lengua puente. Cuando tengo algún problema con la traducción acudo al diccionario ambulante, es decir a la gente cercana a mí, y después al diccionario escrito. Pero primero acudo a la gente.

–¿Te gusta la poesía en cualquier idioma?

–Lo que me gusta es el ritmo. Yo me digo a mí misma: la poesía es la música. Pero no necesito poner la música para escribir. El ritmo lo llevo dentro de mí. Algunos de mis poemas son resultado de ese ritmo.

–¿Escribes en tu tiempo libre?

–Ya aprendí que la poesía no se hace en tiempo libre. No es para el tiempo libre. No es un pasatiempo. Es un oficio, es la historia de ayer, de hoy y de mañana.

–¿Qué papel crees que tenga la nostalgia en la creación literaria?

–La nostalgia es fundamental en la literatura, por ejemplo en lo que yo escribo. Cuando uno se da cuenta de otra forma de vivir, su literatura se enriquece, su forma de escribir se enriquece. Yo procuro disfrutar el tiempo que estoy lejos de mi pueblo porque en el regreso, siempre encuentro algo diferente. La nostalgia en la distancia me permite entender otra forma de vida, otra forma de emoción.

– Si escritores como Cortázar, García Márquez y Vargas Llosa se hubieran quedado en sus patrias respectivas, ¿hubieran podido escribir lo que han escrito? ¿Sus libros hubieran sido lo que son? ¿Tú que piensas?

–No. Definitivamente, no. Tenían que salir para ver otras formas de ser, otras formas de vida.

–¿Cómo podríamos definirlo? ¿Podríamos decir que la pérdida de algo...?

–La separación, creo. Por lo menos, en mi caso. Porque yo, la verdad, no pretendo vivir aquí todo el tiempo. Nada más voy a quedarme aquí por dos o tres años, después me regreso. Ahora entiendo más a la gente de mi pueblo. Situaciones y comportamientos que criticaba, ahora los extraño. En un pueblo todo el mundo sabe de tu vida, siempre te observan, siempre hay un chisme. Al principio eso me molestaba. Pero cuando salí y vi en la ciudad que nadie te conoce y a nadie le importas, extrañé a esa gente del pueblo.

–¿Entonces, la nostalgia es decisiva para tu creatividad?

–Creo que la distancia me ayuda a apreciar los modos de vida distintos. Pero a donde quiera que voy, me acompaña mi pueblo. Quizá por eso para mí no ha sido tan difícil alejarme. Dos elementos decisivos en mi creatividad son el paisaje y la gente. Porque el paisaje y la gente son la principal diferencia entre mi pueblo y la ciudad. Siempre voy a ser una mujer de pueblo, la que está escribiendo.

–¿Cómo te sientes en esta ciudad, con este cambio del pueblo donde vivías antes?

–Yo digo: uno aprende a amar, a querer el lugar donde llega, el lugar que conoce, y la verdad es que a mí no me parece tan monstruosa esta ciudad. A mí me gusta, porque es una ciudad que tiene muchas cosas que no hay en los pueblos.

–¿A qué te refieres?, ¿ a la cultura?

–Me refiero a la cultura; por ejemplo a la presentación de algún poeta, de algún escritor que a mí me interese que no siempre se lleva a los estados, y mucho menos a Campeche.

–Te voy a decir que algunas semanas estuvo aquí otro escritor, un poeta zapoteco. Nos dijo que extraña muchísimo su pueblo, las fiestas, la lengua. Yo le pregunté, en caso de poder regresar a su pueblo, con el mismo puesto que tiene ahora, ¿dónde le gustaría vivir? Sin vacilar me contestó que allá, en su pueblo. ¿Será tu caso? O prefieres estar aquí, con la nostalgia, en caso que la tengas. ¿Regresarás? ¿Consideras tu lugar de origen un lugar donde quisieras continuar tu vida? ¿O te gustaría quedarte aquí?

–Sí me gusta, pero necesito regresar a mi pueblo. Aunque no fuera precisamente a mi pueblo.

–Entonces, no es tanto el lugar que extrañas, sino la gente, la región, el clima...

–La región, porque aunque en los medios aparece como llena de localismos, dentro de la cosmovisión nuestra no los hay. Mérida es la capital de la cultura y la capital de la Península. Al llegar a cualquier lugar de la Península, me digo que ya estoy en mi tierra, puedo morir en este instante, pero ya estoy de vuelta, aunque vaya a aterrizar en Cancún o a Mérida.

–¿Cuál es el elemento más importante para tu creatividad? ¿La lengua? ¿Que puedes hablar maya y escribir en maya? ¿O es el paisaje, los amigos, la familia?

–El paisaje y la gente.

–¿No es necesariamente la familia?

–Claro que extraño a mi familia, pero no es un extrañamiento así que digamos... cuando yo estaba en mi pueblo ni idea tenía que iba a estar aquí por un año.. pero cuando pasa el tiempo ya me voy dando cuenta de que la de los pueblos es una forma de vida muy particular, porque en los pueblos no hay oficinas, no hay gente que trabaja de las ocho de la mañana hasta las nueve de la noche y que coma en la calle, pues llegando aquí me doy cuenta de que es totalmente diferente.

–Pero, ¿puedes escribir aquí? Durante el tiempo que has estado aquí ¿seguías escribiendo? El ritmo de la vida es diferente, el contacto con las personas también se hace de una manera más difícil.¿La distancia te ayuda o te separa?

–Me ayuda.

–¿En qué sentido?

–En el sentido de que antes no podía apreciar en su totalidad todo lo que tenía en mi pueblo.

–¿Qué quiere decir "todo"?

–Por ejemplo, lo decía hace un ratito: la forma de vida es una forma muy particular de la gente; uno cuando escribe, tiene que repensar sobre lo que ha vivido, lo que es, lo que ha sido y lo que quisiera ser. Entonces, yo puedo ir a Francia, a Alemania y en mis escritos tendrá que aparecer de alguna manera mi pueblo.

–O sea, donde estás ¿te acompaña tu pueblo?

–Así es.

–Si por ejemplo, te encontraras en París o en Berlín, ¿no perderías la imagen de tu pueblo?

–No. Incluso en mis monodiálogos –por decirlo así– hablo en maya, pienso en maya.

–¿Y te traduces tú misma?

–No tengo por qué traducir. Yo misma me entiendo en mis monodiálogos. Muchas veces gana el maya, otras veces gana el español. En muchas ocasiones siento que de repente hice un mejor texto en castellano pero como voy jugando con las dos versiones, pues puedo volver a reacomodar mi texto en lengua maya.

–¿Qué significa escribir poesía erótica para una mujer? No sé si lo has pensado...

–Pensado, pensado, no. Lo que pasa es que depende del tema y de cómo se va desarrollando lo que se dice en el poema; pero que yo diga: "hoy voy a escribir un poema erótico", no. Creo que el erotismo todos lo tenemos y de alguna manera se manifiesta en escritos. No es rebuscado, es natural.

–Comentabas que en tu poema rescatas lo que ha sido tu pueblo, tus vivencias, hablas de la luna, de la gente, su forma de hablar y de ser. Pero, ahora que vives en la ciudad, ¿este hecho no influye sobre tu escritura para que empieces a escribir ya no sobre tu pueblo, sino sobre la Ciudad de México?

–Son como dos o tres años que estoy trabajando sobre un libro de poemas; no sé si voy a llamarlo "Poemas urbanos". Allí trato un poco la cuestión política que se vive en el país y sobre todo de toda esta forma de vida que contrasta con la forma de vida que tengo en el pueblo. Pero de alguna manera aunque yo lo quiera o no, lo que digo es lo que soy: una mujer de pueblo que a veces no se da cuenta de una forma de vida, de costumbres, de tradiciones. Aunque estoy tratando un tema que aparentemente no tenga que ver con mi pueblo. En estos poemas trato sobre la vida de la gente que vive en la calle: estoy buscando la manera de que no parezca muy descriptivo mi trabajo, sino que tenga una esencia literaria.

–¿Hasta qué punto te consideras un poeta indígena? ¿Qué quiere decir ser un poeta indígena? ¿Hay un marco, una frontera entre ser poeta indígena y ser un poeta de la ciudad? ¿Qué se opone a lo "indígena"?

–Pues con tantos conceptos que se han manejado de indígena, en realidad no me he preguntado qué es indígena.

–Pero ¿te consideras poeta indígena?

–Yo me considero poeta maya.

–¿Eso quiere decir "indígena"?

–No lo sé. Depende qué se quiere nombrar como "indígena".

–¿Indígena es aquel que habla un idioma suyo, que vive en su pueblo, que desconoce otras culturas? ¿O puede ser considerado indígena a pesar de que vive en la ciudad, en la capital de México, pero trae otro bagaje cultural? ¿Cuál es la característica esencial de ser indígena?

–Es una palabra que se está desgastando bastante. Para decir, por ejemplo, que somos una agrupación de escritores en lenguas indígenas, es para nombrar de alguna manera a los que hablamos alguna lengua de este país.

–Entonces, ¿lo más importante para poder denominarse poeta indígena es la lengua, el uso de la lengua?

–No. La lengua es la vía por la que uno se va a expresar; es la vida, la forma de vida que ha tenido uno en su pueblo.

–Pero la forma de vida que llevas ahora en la capital no corresponde a la que llevaste antes: comes otra cosa, duermes en otro tipo de cama...

–¡Pero eso no me va a quitar lo maya!

–Entonces, ¿qué te lo va a quitar?

–Al hablar de la forma de la vida, me refiero a la llamarada de la cosmovisión que tengo de las cosas. Por ejemplo, yo oigo en la estufa el mismo lenguaje del fogón de mi pueblo.

–No te hace mujer maya el que uses estufa o fogón, sino cómo lo percibes.

–De repente, escucho el aullar de un perro por la madrugada. Y digo: "Seguramente alguien va a morir mañana o pasado mañana." Y con esta idea me vuelvo a dormir.

–O sea que la ciudad no te quitó tus años anteriores. ¿No piensas que tarde o temprano te los va a quitar? La vida en la ciudad mata muchas imágenes, mata el bagaje que tenemos y también acentúa la separación de una cultura con otra. Mirando la estufa oyes al fogón. Pero, ¿estás segura de que esto puede perdurar?

–Segurísima. Porque hay una convicción. Porque ya no soy la misma persona que estuvo en el pueblo sin darme cuenta de la cultura en que vivo, de la que soy. Y en realidad, ahora digo: "¡Cómo extraño a esa gente que nada más está pendiente de lo que uno hace!." Porque aquí de repente, uno sale y no conoce ni al vecino, y no sabe que pasa con aquél; todos viven su vida como robots, cada quien a lo suyo. Entonces yo digo: "Nadie se fija en mí, puedo hacer lo que yo quiera!" Y nadie esta pendiente de mí, y cómo extraño a este vecino, a quien detestaba y ahora lo quiero. Entonces uno aprende a distinguir eso.

–Es, en cierto modo, un factor de soledad en la ciudad grande.

–De alguna manera. Pero en la concepción de la lengua maya no hay objetos, todas las cosas tienen vida. Yo puedo conversar con una silla, si una silla está conmigo, yo siento que no estoy sola. Incluso, en alguno de mis textos también hablo de la soledad y digo: "¿De qué me sirve una multitud, si no pasa nada, si no es verdad que estoy con mucha gente? Si esa gente no es gente, no es humana... Mientras tengamos un lápiz, una silla, pues ese objeto "tiene vida".

–¿Cuando regresas a tu pueblo te sientes diferente, más rica de experiencias, o más bien te sientes que surge una separación?

–Cuando regreso a mi pueblo tengo muchas ganas de prender el fogón, de echar tortilla; tengo muchas ganas de hacer lo que no puedo hacer aquí.

–¿Necesita un poeta un ambiente especial para escribir o puedes, en cualquier momento, sentir que algo germina dentro de él? ¿Necesitas un ambiente especial, el silencio, pasar por un parque donde esté la luna? Es una pregunta muy difícil, personal. ¿Cuáles son las condiciones que hacen germinar, apresurar el proceso creativo?

–Es muy diferente en cada escritor. Tengo un amigo, Ramón Iván, un poeta que radica en Chetumal... este amigo escribe a cualquier hora.. Si vamos a una excursión, él escribe poema tras poema. Yo necesito un espacio, un silencio, no total, porque un silencio total no me gusta. Tengo mis apuntes, camino, de repente, aunque no vaya pensando en un poema, de repente digo: "esta imagen me puede servir" y la apunto.

–¿Cuáles son los nexos entre la música y la palabra?

–El ritmo.

–¿Necesitas escuchar algo...?

–No. Para escribir, no. Cuando voy a usar alguna palabra que tenga que ver con la canción de cuna, sí. Como que me lleva el ritmo; pero lo mío son más los mensajes, lo que yo quiero decir en mi poema. Pero de repente me llega cierto ritmo, puede ser de algún dicho, de alguna canción, y lo desarrollo.

–Comenzaste escribir en castellano, y después en maya. ¿no te crea conflicto esta situación?

–No. Me siento privilegiada por ser bilingüe.

_¿No sientes temor de que el maya desaparezca?

–No. Estoy muy segura de la persistencia de la lengua maya. Ahora bien, las lenguas cambian y otras mueren. Pero yo calculo al maya por lo menos otros quinientos años.

–¿Crees que la pérdida de una lengua sea importante?

–Claro que lo creo. Una lengua implica una visión del mundo. Sin embargo, cuando pienso en el latín, en lo importante que fue para la civilización occidental y veo lo que le pasó, pienso que eso mismo puede ocurrir con otras lenguas...

–¿Te leen en tu comunidad?

–Algunos compañeros se quejan de que no son reconocidos. En mi municipio, sí me distinguen. Pertenezco a un grupo de poetas que se distinguen por escribir en lengua maya. Los políticos del lugar nos tienen un reconocimiento muy especial. También la gente me tiene mucho respeto. En las fiestas del pueblo a veces se me acercan y me preguntan: "¿Usted es Briseida Cuevas? Felicidades, he leído sus poemas." Esto ha hecho que cambie un poco la opinión que tiene mi pueblo acerca de la lengua maya.