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México D.F. Lunes 23 de junio de 2003

ƑLA FIESTA EN PAZ?

Leonardo Páez

Tendidos y entendidos

ALGUNA VEZ ESCRIBIO Carlos Monsiváis: "O ya no entiendo lo que está pasando o ya pasó lo que estaba entendiendo". Este ingenioso aforismo de un cultísimo antitaurino sirve para resumir en buena medida la paradoja que hoy envuelve al heterogéneo, veleidoso y poco informado público de los toros, otrora hacedor de ídolos que supieron reflejarlo y enorgullecerlo.

NO SOLO ES el advenimiento de nuevos asistentes a las plazas, que en su ruidosa desinformación festejan y censuran a su antojo, sino el desconcierto que crece entre las minorías que constituyen los llamados conocedores, quienes contrariados e impotentes observan los cauces que toma la apreciación y disfrute de la lidia o lo que por ella se entiende en nuestros días, y que en los cosos reduce al aficionado a mero convidado de piedra.

DESDE SIEMPRE, RAICES, riqueza y misterio de la corrida han provocado las manifestaciones más diversas por parte de la otra cultura, esa que sin aplicarse en los potreros ni plantarse frente al toro determina a la postre el curso de tan intenso y tergiversado espectáculo: la cultura del tendido, la del pueblo, relativamente paralela al a de los en-tendidos, pues como sentenciara con heroica experiencia el inolvidable torero cuña Paco Gorráez: "Los públicos no saben, pero sienten".

SENTIR CON EL pensamiento y pensar con los sentidos. En realidad la cultura taurina, o más precisamente, las conductas observadas en la plaza, incluidas desde luego las de los dos protagonistas principales, es reflejo y síntesis de la cultura de cada pueblo, del espíritu colectivo de cada época, más propicio en el pasado al reconocimiento del toreo como arte inteligente y único, y hoy renuente a aceptarlo ya no como expresión cultural, sino siquiera como representación emocionante, capaz de excitar el sentimiento, la mente y la pasión... a veces.

LA OTRA BARBARIE, es decir, el nerviosismo generalizado y un ritmo frenético que igual desecha que improvisa valores, la modificación del concepto de esfuerzo y una conciencia ecológica mal digerida resultan poco propicios a la gratificación pensante y al éxtasis, pasado por agua neuronal, que toda apreciación seria de la tauromaquia exige, y no sólo de sus rasgos de visceralidad, sanguinolencia y efectismo como sustitutos de otros espectáculos, caracterizados por la simpleza de sus reglas y la accesibilidad de su ejecución.

ƑLO ANTERIOR QUIERE decir que el debilitado impacto de la fiesta ha ido en proporción al empachamiento de la conciencia colectiva? ƑO que la primera mitad del siglo pasado multiplicó y convirtió en leyendas las hazañas en los ruedos porque la tecnología no era tan avanzada y la televisión aún no imponía criterios de valoración de la realidad? ƑO que a la improvisación de nuevas deidades correspondió el desplazamiento de otras, como el dios Tauro?

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