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México D.F. Miércoles 2 de julio de 2003

Cuauhtémoc Cárdenas

Algunas astillas para Julio Hernández López

Son ya varios los días como hoy, en fechas muy cercanas, que la columna Astillero, que aparece bajo la firma de Julio Hernández López, se ocupa de mi persona, y quiero al respecto hacer algunos comentarios y cuestionamientos.

Empiezo por decir al señor Hernández que no soy creador de nadie, ni de encumbrados ni de no encumbrados. Considero que cada quien con su esfuerzo, inventiva, oportunidades o habilidad forja su destino y llega a las posiciones o alcanza los logros que van marcando su vida. Pensar y llegar a afirmar, como lo hace el señor Hernández, que una persona es hechura de otra u otras, más allá de la creación biológica producto de sus padres, me parece una falta de respeto, una actitud de soberbia y menosprecio a las capacidades y a la dignidad de los demás y el no entender que la vida de los hombres se hace en buena parte de las relaciones que con el tiempo se van tejiendo y destejiendo. Si a este respecto fuera coincidente con el señor Hernández, estaría afirmando que lo que él escribe alguien se lo dicta u obedece a algún interés ajeno al propio, pero tengo la impresión que esto no sucede y que lo que aparece en su columna es producto sólo de sus muy personales reflexiones, afectos, rencores, esperanzas y frustraciones.

Quizá para disgusto del autor de Astillero, ni me he ido distanciando ni he roto mi relación política o mi amistad con Rosario Robles y Andrés Manuel López Obrador, a quien por cierto, en contra de lo que escribe el señor Hernández (sacado quién sabe de qué fuente informativa o probablemente se trate sólo de una manifestación de sus deseos de distanciamientos y rupturas), nunca invité a coordinar mi campaña como candidato en 1999-2000, pero a quien ciertamente animé para presentar en esa contienda su candidatura a la jefatura de Gobierno del Distrito Federal.

Una verdad entre muchas apreciaciones erróneas y falsedades expresa hoy Astillero: fui efectivamente ajeno a las candidaturas, esto es, a la designación de los candidatos del PRD que contienden en la elección que tendrá lugar este ya muy cercano 6 de julio.

Se equivoca además el señor Hernández al afirmar que tengo pocos amigos en el gabinete del jefe de Gobierno del Distrito Federal. Tengo entre esos colaboradores del gobierno de nuestra capital, para fortuna mía, muchos amigos, muchos de los cuales colaboraron con el gobierno que presidí y otros con los que hemos coincidido y coincidimos dentro del PRD.

Se equivoca también cuando me atribuye "buscar fuera de casa lo que obviamente en ella no encuentra", refiriéndose a declaraciones recientes que he hecho a diferentes medios informativos en relación con mi decisión de contribuir a edificar una mayoría electoral para el 2006, de las fuerzas progresistas del país.

El señor Hernández, a pesar de su experiencia partidaria, en la que tuvo la oportunidad de ser presidente del Comité Directivo Estatal del Partido Revolucionario Institucional en San Luis Potosí, parece no comprender el objetivo o la necesidad que un partido político, el PRD en este caso, tiene de plantearse, si busca impulsar sus proyectos y propuestas con menos dificultades, llegar a constituirse o ser parte de una mayoría electoral.

Considero que esta debe ser la meta que con prioridad a cualesquiera otras se proponga alcanzar el Partido de la Revolución Democrática, empezando a trabajar en ello inmediatamente después de las elecciones del 6 de julio.

Para ello y sin pretender copias o traslados mecánicos, fuera por lo tanto de contexto y realidad, bien pueden aprovecharse las lecciones que dio el Partido de los Trabajadores de Brasil, al llevar a Luiz Inacio Lula da Silva a la Presidencia de aquel país. Lula no es hoy presidente por haberse presentado cuatro veces como candidato. Llegó, a mi juicio, por las siguientes razones: 1) porque ofreció una propuesta al pueblo brasileño que éste consideró atractiva y realizable con su participación; 2) porque su partido, el PT, logró, a pesar de la gran extensión territorial y la elevada población del país, una implantación en la escala nacional; 3) porque hubo la capacidad, del partido y del candidato, para construir alianzas con organizaciones campesinas, como el movimiento de Los sin Tierra, partidos políticos, grupos empresariales, organizaciones de mujeres, de jóvenes, con intelectuales y artistas, etcétera; y, finalmente, 4) porque se hizo una buena campaña, tanto en los medios de comunicación como de contactos personales.

Por mi parte he tomado la decisión de contribuir a la construcción de una mayoría electoral progresista en nuestro país, lo que demandará un intenso trabajo de todos los miembros del PRD para dar presencia o mayor presencia organizada al partido donde no la tenga o donde ésta sea débil, y hacerlo crecer y fortalecerlo también donde se encuentre ya establecido. Es decir, hace falta un intenso trabajo al interior del PRD, esto es, en casa, y también fuera de casa, tanto para promover la afiliación y crecer, como para formar alianzas y establecer acuerdos con otras fuerzas políticas y sociales, indispensables en la perspectiva actual, para constituir la mayoría electoral del 2006.

Un primer paso en este sentido habrá de ser la reforma interna del PRD, que ha anunciado Rosario Robles se emprenderá en cuanto pase la elección, y en la cual los aspectos de organización, revaloración del trabajo teórico y la discusión de fondo, así como la revisión de nuestros procedimientos de trabajo y de las normas estatutarias resultan fundamentales. En este esfuerzo de restructuración buscaré participar y contribuir con la dirección del partido con todo lo que yo pueda aportar en sentido positivo.

Las recientes críticas expresadas desde dentro y desde fuera respecto del proceder del partido, que han constituido sin duda llamadas de atención que deben ser atendidas, como expresó la presidenta del partido, y llevar a la reflexión serena y objetiva, habrán de tomarse en cuenta de manera preferente, estimo yo, para los trabajos de reforma del PRD.

Estas tareas de reforma y organización seguramente estarán concluidas cuando se llegue el momento en el que el PRD y las fuerzas progresistas y patrióticas con las que forme alianzas deban seleccionar a su candidato a la Presidencia de la República para el 2006.

Yo esperaría que para esas fechas los posibles candidatos hayan presentado, más allá de las plataformas del partido o partidos y las organizaciones, sus propuestas particulares a la ciudadanía, la cual irá sin duda alineándose y formando agrupamientos en torno de las diferentes opciones que se le vayan presentando. En ese momento, un procedimiento democrático deberá conducir a la elección de quien haya de ser el candidato de ese abanico de fuerzas políticas y sociales que desde ahora debe empezarse a conformar.

No me descarto de participar, aunque con base en la insistencia del señor Hernández le pregunto: Ƒpor qué razones considera que no tengo derecho o que no debiera, como miembro de mi partido y como ciudadano, presentar, si así lo considero conveniente al llegarse la oportunidad, mi precandidatura o candidatura, como lo tiene cualquier otro miembro de mi partido y cualquier otro ciudadano? Me gustaría a este respecto conocer sus argumentos, sobre todo los de carácter político, para que pueda hacerse, a partir de ellos, una valoración objetiva de su crítica.

En su momento, a partir del análisis que yo haga de la situación de mi partido, de la fuerza que por sí y con sus alianzas haya alcanzado, de los alineamientos políticos, de las propuestas de los demás, decidiré si participo o no en la contienda de 2006. Lo que puedo desde ahora afirmar es que no seré obstáculo si considero que hay un candidato que pueda servir mejor que yo a las causas de la nación y del pueblo y a impulsar el proyecto de soberanía, democracia y equidad de las fuerzas avanzadas de nuestro país. Cualquiera que sea mi decisión, públicamente daré a conocer las razones que me lleven a tomarla.

Finalmente, el señor Hernández, al mostrar en sus escritos extrañeza por mi ausencia en el Zócalo de la ciudad de México el pasado domingo 29, pierde de vista que la actividad de un partido como el PRD no es únicamente la que realiza la presidenta del partido, un candidato o un grupo de candidatos en un sitio determinado del país. El PRD, pésele a quien le pese, tiene una presencia nacional y en épocas de campañas federales realiza actividades por toda la República, tiene capacidad para ello, y en mi caso personal, desde tiempo atrás, recibí una invitación de mis compañeros de Michoacán para acompañarlos en sus actos de campaña de ese día. Pretender encontrar otras explicaciones a estos hechos es sólo vana especulación.

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