La Jornada Semanal,  6 de julio  del 2003        435

Hablar de libros


ENTREVISTA
EL DIÁLOGO ESCRITO

ADOLFO CASTAÑON

Octavio Paz,
Miscelánea III
(tomo XV de Obras completas),
FCE,
México, 2002.
–¿Incluyes tú –dije–
los discursos con la música?
–Yo, al menos, sí los incluyo.
Platón, República


El tomo XV (Miscelánea III) de las Obras completas, de Octavio Paz incluye un conjunto de treinta y cinco entrevistas más un diálogo. Este tomo no hubiese sido posible sin el respaldo de la Directora General del Fondo de Cultura Económica, la señora Consuelo Sáizar Guerrero, y sin el apoyo de Hans Meinke, de Círculo de Lectores y, muy en particular, sin la dedicación de Marie José Paz, quien buscó e identificó textos, disipó dudas, ayudó a localizar a muchos de los autores de las entrevistas para recabar las autorizaciones, así como a revisar traducciones y revisiones de los textos de las propias entrevistas. Se suma también el trabajo de Nicanor Vélez, editor titular por parte del coeditor Círculo de Lectores, y el de investigación y revisión de la editora y escritora mexicana Ana Clavel.

El género literario de la entrevista es relativamente reciente y su florecimiento coincide con el advenimiento del periodismo y el desarrollo de los medios de comunicación. No es necesariamente un género menor. Tiene, sin embargo, antecedentes ilustres empezando, por ejemplo, con los Diálogos de Platón donde la figura de Sócrates fue inmortalizada. Sócrates y su daimon fueron, por cierto, recordados por Octavio Paz durante el discurso improvisado en diciembre de 1997 durante su última aparición pública. Aunque la comparación con los Diálogos platónicos debe matizarse, existen sin duda algunas similitudes entre los diálogos del griego y el mexicano: la misma inquietud por la verdad y su búsqueda, horizontes dialécticos similares, apertura a un universo temático por demás amplio, plasticidad literaria capaz de adaptar el orden del discurso al tamaño y al talante de cada interlocutor (Octavio Paz sabía hacerse grande o pequeño, según el entrevistador) pero, sobre todo, el mismo prodigioso efecto de hacer sentir al lector –a través del diálogo escrito– que se asiste al espectáculo de un pensamiento en el proceso mismo de su juego y creación. No por nada Platón, el poeta-filósofo, uno de los maestros de Octavio Paz, es citado explícitamente en este tomo más de veinticinco veces (junto con Marx y Lévi-Strauss). Por ello, si hubiese que titular de otro modo esta Miscelánea III, convendría quizá una expresión: "Pensamiento en voz alta", expresión simétrica de aquella Poesía en voz alta que Octavio Paz supo animar junto con Juan José Arreola, otro artista de la improvisación. Pensamiento en voz alta que va tocando la música de la mente pues en la teoría platónica el discurso forma parte de la música. Libro dicho pero escrito, obra que oscila elegantemente entre lo oral y lo escrito, obra a la vez colectiva y singular, este volumen no recoge todas las entrevistas que alguna vez concedió nuestro autor. Aquí sólo se recogen algunos de los diálogos y entrevistas dichos, revisados y reescritos por el poeta mexicano. No puedo mencionar aquí a todos los entrevistadores, pero me gustaría recordar a algunos autores amigos que han fallecido como Carlos Castillo Peraza, Antonio Marimón, Manuel Ulacia, Roberto Vallarino. El libro está dividido en seis apartados que funcionan como líneas de un hexagrama en movimiento: Escribir y decir; En particular; El mundo actual al reojo; Siluetas y perfiles; Horizontes; y, Solo a dos voces. Esta cuidadosa disposición no ha sido, desde luego, fruto del azar. A finales de noviembre de 1997, un día, al caer el audaz crepúsculo, Octavio Paz ya muy enfermo, nos citó a la editora Ana Clavel y a mí para revisar y fijar el ordenamiento y composición del tomo. Fue también ese día cuando Paz dictó la nota que aparece en la entrevista realizada por Julio Scherer, "Tela de juicios", una de sus notas más incisivas a propósito de la crisis del sistema político mexicano, en el ocaso del salinismo y uno de sus últimos escritos, quizá su testamento político: "En efecto, el proyecto del presidente Salinas fue modernizador, pero algunos no tuvimos claridad suficiente y no pudimos ver ciertos rasgos arcaicos de su gobierno. Me refiero a la contradicción del patrimonialismo y las prácticas francamente patrimonialistas, nepotistas y corruptas que caracterizaron en varios aspectos a su régimen. El ejemplo más contundente y que me ahorra todo comentario es el siguiente: mientras que el presidente Salinas intentaba llevar a cabo una política modernizadora, también incurría en las peores prácticas de nuestra tradición. El caso de su hermano Raúl Salinas de Gortari, patrimonialista entre los patrimonialistas y autor de prácticas fraudulentas que corrompieron aún más al Estado mexicano, es una prueba de la contradicción capital que corroía al proyecto salinista: modernidad inteligente pero también reincidencia en los vicios antiguos, desde la época colonial a nuestros días. No es posible ostentarse a uno mismo como modernizador e incurrir simultáneamente en prácticas que desde hace más de un siglo han sido calificadas de arcaicas e inmorales" (Nota de noviembre de 1997).

Este tomo de diálogos y entrevistas, este ejercicio de pensamiento en voz alta de un yo plural de sombra innumerable tiene la cualidad de ser muchas cosas en una: autobiografía de un siglo, autorretrato de una época y de una persona, examen al vivo, examen al rojo y, de vez en cuando, al ácido de realidades a veces remotas, a veces inmediatas, enunciadas por el fino cedazo crítico y poético de ese lugar cultural y poético llamado Octavio Paz. Debo confesar que la lectura de este conjunto de entrevistas ha resultado para mí, lector inveterado de Octavio Paz, una positiva sorpresa, pues las más de setecientas páginas de texto dialéctico y dialógico se sostienen con la tensa unidad de un relato vivo que toca lo sagrado y lo profano, la poesía, el arte, la política, el pasado y el futuro desde una sensibilidad actual y presente. Además, se ocupa de México, Hispanoamérica, Estados Unidos y el mundo, la guerra, la guerrilla, la democracia y la paz, entre otros muchos temas. Pero siempre desde el ángulo radical de la poesía y el juicio estético. Y esta es otra de las virtudes de este tomo que me he permitido llamar platónico: la sensación de que hablan a través de Paz el mundo y la cultura, la crítica y la poesía, la sensación de que lo que se dice a través de quienes preguntan está ahí, pero dónde, cómo diría Cortázar, palpable, palpitante, presente. Estos son algunas de las razones que nos llevan a pensar que la lectura de este libro resultará durante mucho tiempo indispensable para los lectores especialistas que buscan no sólo orientaciones de Paz sobre la obra de Paz, sino también, más ampliamente, para todos aquellos que quieran desentrañar con Octavio Paz y sus interlocutores las preguntas de nuestro interminable tiempo •


E N S A Y O
EL EROTISMO EN LA INDIA

JOSÉ ANTONIO HERNÁNDEZ GARCÍA

Mircea Eliade
(traducción del francés de
Miguel Portilla),
Erotismo místico en la India,
Kairós,
Barcelona, España, 2002.

La obra ensayística, literaria, teatral y memorialística del sabio rumano Mircea Eliade (1907-1986) nos sigue sorprendiendo por su originalidad y vastedad, pues prácticamente cada año aparece algún escrito que desconocíamos en español o que incluso resulta extraño para los propios rumanos, como fue el caso del Diario portugués 1941-1945 (Kairós, 2001) que, por sinergias del caos y la desconfianza, fue autorizado en su edición española pero no en el original rumano ni en inglés, pese a que su traductor estadunidense (Mac Linscott Ricketts) tenía ya una versión desde años atrás.

De su fructífera estancia en Francia (1945-1956), no exenta de vicisitudes y desencantos, ha aparecido en español la serie de tres escritos relacionados con la India agrupados bajo el título de Erotismo místico en la India. Son tres breves miradas que evidencian las peculiares dotes de observador y erudito de Eliade, y cuya síntesis pone de relieve la singular formación intelectual de un estudioso que frecuentemente vuelve a sí mismo mediante notas autobiográficas, lo que nos permite conocer tres vertientes importantes dentro de la vida de Eliade: el erotismo, el apunte autobiográfico y el simbolismo religioso.

El primer ensayo ("Sobre la erótica mística india"), publicado en enero de 1956, parte de la premisa tradicional india de que la unión sexual es un ritual mediante el cual la pareja humana se convierte en divina. Estas observaciones adquieren mayor interés para quienes conozcan algo más de la obra de Eliade, pues sabemos de su intemperancia erótica, que refiere en ocasiones de manera exacta en sus Diarios. Pero un contrapunto fundamental es su novela Maitreyi (Kairós, 2000), que nos coloca ante los fundamentos culturales del erotismo indio observados y vividos por el joven estudiante europeo que fue Eliade. En la tradición tántrica, la "contención" –es decir, el goce de los escarceos eróticos sin culminar el acto propiamente– es el principio metafísico del erotismo, pues la "beatitud suprema" (mahasukha) no debe alcanzarse nunca mediante la emisión seminal. De esta manera, Eliade encuentra en los textos tántricos una profundización del erotismo en su dimensión absoluta, distinta de las visiones filosóficas relativistas desligadas de un despertar interno hacia la totalidad, y que se volvieron modas doctrinales en Europa, como serían los textos de Georges Bataille (amigo de Eliade), publicados también en esos años.

Llama la atención esta doctrina de la "contención", en la que el "neófito debe dominar perfectamente sus sentidos, y con este propósito debe acercarse por etapas a la ‘mujer devota’ (nayika) y transformarla, mediante una dramaturgia iconográfica interiorizada, en diosa". Se logra con ello la inversión del proceso cósmico, la regresión al estado indiferenciado de la Totalidad original, y la conjunción Sol-Luna que, mediante la convergencia de los hálitos, logra su detención. A través de una postura yóguica (varjolimudra), se obtiene el "retorno del semen".

El segundo escrito, titulado "La India a los veinte años", es una rememoración a la distancia de sus años pasados en la India, que fueron definitivos para el resto de su vida. A pesar de que ese periodo está prolijamente anotado por Eliade en sus diarios, memorias, artículos y algunas obras de ficción (Medianoche en Serampor, por ejemplo), llaman la atención dos anotaciones: su deleite al imaginarse que, después de vivir treinta años en la India, podría evocar "la eventualidad de una existencia lamentable y fracasada, echada a perder en compañía únicamente de angloindios, en el medio banal y estéril de los pequeños funcionarios coloniales". La otra anotación refiere cómo, gracias a una mendiga de nombre Lalu, puso "fin a una crisis de melancolía y desesperación" al darle algunas monedas, lo que le permitió pensar que ese momento le serviría para la remisión de sus pecados el Día del Juicio Final.

En el tercer ensayo, "Borobudur, templo simbólico", reflexiona sobre el "célebre templo budista de la isla de Java y el más bello monumento de Asia". La función simbólica del templo javanés sobresale porque durante muchos siglos la iconografía de Buda fue inexistente, pues se buscaba una representación superior a la imagen, de tal suerte que el símbolo anicónico del Iluminado (la rueda, por mencionar sólo uno), resultaba más intenso y más "puro" que la estatua. Eliade anota que se llegaba a la divinidad por diversos caminos (los rituales mágicos, la contemplación, la mística), incluso mediante la contemplación de un objeto susceptible de resumir "la doctrina"; estos objetos de apariencia muy simple se denominaban yantra. El templo de Borobudur podría considerarse un yantra, en el que la doctrina es el "cuerpo verbal" de Buda, y el templo o stupa es su "cuerpo arquitectónico", un monumento cosmológico que resume el universo y lo apoya. El recorrido por las galerías del templo, pletórico de nichos y bajorrelieves, permite al peregrino observar y franquear los grados del éxtasis en un tramo de dos y medio kilómetros; la fatiga física provocada por el lento ascenso es, en sí misma, una ascesis, una elevación espiritual que Buda proclamó como único camino de salvación. Finalmente, apuntas que, en las culturas prealfabetizadas, el símbolo expresa un gran número de detalles de manera simultánea, no de manera sucesiva, por lo que Borobudur es un depósito simbólico del universo y un camino de desprendimiento del ego.

Este conjunto de tres ensayos son representativos de las inquietudes y la amplitud de miras de Mircea Eliade, uno de los pensadores más profundos del pasado siglo, y cuyos frutos aún ahora conservan la frescura y profundidad del momento en que los escribió, hace casi cincuenta años •


E N S A Y O
DIPLOMÁTICOS Y ESCRITORES

JOSÉ ANTONIO LUGO

Andrés Ordóñez,
Devoradores de ciudades,
Cal y Arena,
México, 2003.

Devoradores de ciudades, de Andrés Ordoñez, define el papel de los intelectuales diplomáticos mexicanos en el siglo XX, a partir de cuatro figuras emblemáticas: Federico Gamboa, Isidro Fabela, Alfonso Reyes y Octavio Paz. El libro nos permite ver cómo las embajadas mexicanas fueron, para muchos intelectuales mexicanos, una vía para incorporar lo universal, reflexionar sobre lo mexicano y servir, y al hacerlo, fortalecer a los gobiernos surgidos de la Revolución mexicana. Ese modelo está en crisis, misma que comenzó a partir de la solicitud de Octavio Paz de retirarse de la embajada de la India, como consecuencia de los hechos de Tlatelolco. La crisis, nos dice Ordóñez, se ha agravado por la adopción de una política económica que, al subordinarse a los valores del liberalismo, no se puede conciliar con los tradicionales principios de la política exterior mexicana.

Federico Gamboa, el autor de Santa, era un escritor naturalista, discípulo ferviente de Zola y de los hermanos Goncourt. Como diplomático tuvo una importante participación en Centroamérica, como mediador entre los países de la región y ante una política exterior guatemalteca siempre dispuesta a solicitar el apoyo de Estados Unidos en contra de México. Fue congruente hasta que, como señala el autor, la vanidad lo perdió. Aceptó ser el secretario de Relaciones Exteriores del gobierno de Victoriano Huerta, y ese estigma no sólo lo acompañó el resto de su vida, sino que hizo penosos sus últimos años.

Ilustración de Marcelo PifarreIsidro Fabela ligó su trabajo diplomático al gobierno de Venustiano Carranza. Fue un agente confidencial, casi un personaje de una novela de espionaje, toda vez que, al no estar totalmente reconocido el gobierno de don Venustiano, tenía que trabajar a la sombra. Ordóñez nos cuenta cómo en un barco donde coincidieron, Fanny Anitúa, la cantante de ópera, creyó que Fabela servía a la causa alemana. Con la muerte de Carranza y la llegada al poder de los sonorenses, se eclipsó la carrera diplomática de Fabela, que recobraría la luz hasta el arribo al poder de Lázaro Cárdenas.

Alfonso Reyes, por ser hijo del general Bernardo Reyes, muerto al inicio de la Decena Trágica, decidió refugiarse en Madrid y limpiar el pasado por medio del engrandecimiento del espíritu. Muchos años trabajó con don Ramón Ménendez Pidal en tareas filológicas que le dieron la formación para emprender su vasta obra. La llegada de sus amigos José Vasconcelos y Genaro Estrada al poder le permitió ocupar importantes puestos diplomáticos en Madrid y París, y luego en Argentina y Brasil.

Quizá el escritor más conocido de este grupo es Octavio Paz. Ordóñez nos revela cómo el poeta aprovechó sus muy diversas estancias diplomáticas para construir su obra literaria, con estricto profesionalismo pero con una distancia ante el poder que en el ’68 culminaría en ruptura. Paz se aleja del gobierno mexicano, pero no del Estado mexicano, distinción que, por ejemplo, Silvio Zavala, a la sazón embajador ante Francia, no supo hacer, al utilizar su condición diplomática para atacar a Paz porque eso agradaría al régimen de Díaz Ordaz.

Devoradores de ciudades se lee mejor si conocemos la trayectoria de Andrés Ordóñez. Estudiante de letras en la unam, llevó su afición por Pessoa a estudiar un doctorado en Inglaterra y publicar su tesis Fernando Pessoa: un místico sin fe, en siglo XXI. Después de pasar por el Instituto de Investigaciones Filológicas, comenzó a trabajar con Fernando Solana en la Secretaría de Relaciones Exteriores. De allí pasó a Sao Paulo, a Atenas, donde era embajador Hugo Gutiérrez Vega, y a Tel Aviv. Actualmente está en La Habana, y, en ausencia del embajador, afrontó en primer término la crisis. Por todo esto, podemos leer su libro como un espejo en que Ordóñez se refleja para preguntarse cuál debe ser el papel de los intelectuales mexicanos en el servicio exterior durante el siglo XXI •


SOCIOLOGÍA
CUÁLES Y CUÁNTOS

ANNA PI I MURUGÓ

María Luisa Tarrés (coordinadora),
Observar, escuchar y comprender sobre la tradición cualitativa en la investigación social,
El Colegio de México/Miguel Ángel Porrúa, Librero-editor,
México, 2001.

Juan Luis Álvarez-Gayou Jurgenson,
Cómo hacer investigación cualitativa. Fundamentos y metodología,
Paidós,
México, 2003.

Con poco tiempo de diferencia entre uno y otro, se han publicado en México dos libros de temática parecida y a la vez complementarios para abordar el análisis cualitativo.

Como argumenta M.L Tarrés, "los métodos cualitativos han adquirido en las últimas décadas una gran aceptación entre los científicos sociales latinoamericanos. No sólo constituyen una herramienta básica de la investigación social, sino que han tenido un impacto creciente en áreas disciplinarias consideradas ajenas a este tipo de perspectivas científicas, como son, entre otros, los estudios de mercado, el análisis organizacional, la evaluación de proyectos sociales, el diagnóstico de políticas y los sondeos de opinión pública o los problemas demográficos".

Los actuales cambios sociales y culturales que incorporan al planeta, desde sus miles de puntos y sectores, a la globalización, requieren un tratamiento y análisis que rompa con las técnicas y análisis cuantitativos de los siglos pasados. Posiblemente lo que identifica a los científicos sociales es el análisis cualitativo empleado en sus estudios, que ha permitido cambiar el enfoque de una perspectiva macro a una perspectiva micro, de las grandes estructuras a la acción particular, y de la historia a la biografía.

Ilustración de Marcelo PifarreA raíz de estos hechos se nos aparece la disyuntiva: ciencias o letras, difícil o fácil, concreto o vago. Al respecto podemos apuntar e incorporar la reflexión Richard Krueger, de 1998, que plasmó con la pregunta: ¿qué será más fácil analizar, números o palabras?" Y uno se ve obligado a responder, ante un montón de transcripciones, entrevistas, cuestionarios, biografías, libros, citas, imágenes y videos en dialectos e idiomas irreconocibles, que quiere volver a los números. A las matemáticas que aprendimos en la escuela. Que ellas sí que no tienen doble significado, ni oscuras descripciones densas o discursos que no coinciden con la realidad. Y para ello llegamos a al compromiso de volver a usar la calculadora y de repasar las tablas de multiplicar ya olvidadas, o las leyes de la trigonometría que a pesar de estar también presentes cada día en nuestros recorridos y largas horas frente a la computadora, hemos obviado.

Pero no, los científicos sociales a pesar de todo son un poco masoquistas y intentan a través de la metodología cualitativa hacer un análisis sistemático, seguir una secuencia y un orden que permita conocer a las sociedades y a los individuos.

Para ellos, y todos aquellos que quieren aproximarse a la problemática social y antropológica, Observar, escuchar y comprender sobre la tradición cualitativa en la investigación social y Cómo hacer investigación cualitativa. Fundamentos y metodología serán dos textos básicos. No recetas con dosis exactas, tiempo de cocinado y presentación mínima, pero sí elementos que se deberán considerar para saber cuándo nace, cómo y por qué la tradición cualitativa; los científicos que han dejado su influencia; los procedimientos básicos de recolección de datos e inflación; la realización de una entrevista; cómo redactar una monografía etnográfica; los nudos teóricos y metodológicos; la biografía; los grupos de enfoque o de discusión; el estudio de caso y, después, cómo enseñar estas metodologías, técnicas y teorías a los alumnos.

En el primer libro cada capítulo aborda un tema –la entrevista cualitativa, la observación participante, la biografía, la biografía en sociología, la técnica del grupo de discusión, la intervención sociológica, los estudios de caso, el método tipológico, la representación social, la innovación metodológica, etcétera– y cada uno sigue un mismo esquema que inicia con la descripción del contenido, las etapas y las formas en que se producen las perspectivas cualitativas presentadas.

Sin oponerse a las técnicas cuantitativas, las aportaciones de este libro permiten contemplar a la sociedad desde estas distintas ópticas, a pesar de considerar a la cualitativa como la más válida y la más destacada.

La necesidad de encontrar en las ciencias humanas un nuevo paradigma que sustituya al tradicional y que rompa con el concepto tradicional de ciencia y el método empírico experimental es el eje que sustenta al libro Cómo hacer investigación cualitativa. Fundamentos y metodología. Con ejemplo de estudios que se han realizado en México y otros de estudios de autores extranjeros nos aproxima a temas como la validez, la confiabilidad y el muestreo, la situación actual de la investigación cualitativa, los marcos teóricos y enfoques de esta tradición, métodos cualitativos, etcétera.

A ello hay que agregar que incluye una aportación pedagógica a la temática, ya que presenta ejemplos y técnicas que el maestro puede mostrar a los alumnos para que ellos empiecen a enfrentarse al análisis cualitativo en la realidad y en sus trabajos escolares o universitarios.

Dos libros a considerar por su pertinencia temática, su aproximación desde el ámbito propiamente mexicano –que no es muy generalizado– y por la claridad de los argumentos expuestos •