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México D.F. Domingo 13 de julio de 2003

Antonio Gershenson

Las reservas de Pemex: cada vez menos probadas

Durante la época del llamado auge petrolero, nuestras reservas probadas crecieron de manera dramática. En billones de barriles (billones mexicanos, o sea, millones de millones), pasaron de 3.5 en 1974 a 7.2 en 1976 (primera duplicación), a 25.6 en 1978 (aquí ya subió a tres y media veces el monto anterior) y a casi 50 en 1983 (última duplicación). Una parte de estos aumentos podría justificarse con el descubrimiento del yacimiento supergigante Cantarell, en 1976; hubo otros descubrimientos menores, y luego ya casi nada, lo cual no impedía que las reservas siguieran aumentando a los ritmos que estas cifras describen. Otra cosa es que la credibilidad disminuyera a medida que las reservas aumentaban.

En 1995, a raíz de las devaluaciones, hubo un macropréstamo. Y en torno a él hubo negociaciones con el gobierno estadunidense y con el Fondo Monetario Internacional. Se firmaron varios documentos y se pactó que el petróleo de Pemex sería garantía del pago de la deuda: el dinero pagado a Pemex por clientes de cualquier lugar del mundo pasaría por una cuenta en Nueva York, controlada por una autoridad estadunidense especializada, que podría interceptar ese dinero en caso de que se dejara de pagar algo de la gran deuda.

Pero las reservas de petróleo eran poco confiables. Así que se emprendió una revisión a fondo de las mismas. La revisión la llevaría a cabo Pemex, pero sobre la base del proyecto y sujeto a la supervisión de una empresa estadunidense especializada, Netherland, Sewell and Associates, aunque al final participó también, en el último año, otra empresa. En 1996 se trabajó en las Regiones Marinas, en 1997 en la Región Sur y en 1998, en la Norte. Las reservas probadas, que algo habían ido bajando, a veces en condiciones poco claras, fueron, el primero de enero de 1999 (por no decir, como antes, fines de 88), de 24.7 billones de barriles. šLa mitad de ese máximo tan poco creíble!

Para que no se viera tan feo, además de agregar otras "reservas" con los términos "probables" y "posibles", que ya se habían descartado después de Díaz Serrano, siguieron publicando, durante el periodo de realización de las revisiones, las cifras viejas, adelante de las nuevas, que no estaban aún completas. Las cifras nuevas (que en la Memoria de labores de Pemex, de 1998, ya estaban completas pero no fueron sumadas, sino presentadas sólo para cada región, con lo que las únicas cifras sumadas eran las viejas) llevaban una nota al pie del cuadro, que decía: "Evaluadas aplicando las definiciones, métodos y procedimientos aceptados por la industria petrolera internacional". Esto implicaba que las otras cifras, mucho mayores, se obtuvieron con procedimientos, etcétera, no aceptados por la industria petrolera internacional. Sin embargo, al ser las únicas cifras totales se les siguió reproduciendo, por ejemplo, en revistas especializadas del exterior. Finalmente, claro, las cifras reducidas se fueron generalizando.

Pero ahí no termina la historia. En el más reciente Informe de Labores 2002 de Pemex, las reservas probadas para el primero de enero de 2003 son ya sólo de 15 billones de barriles, casi un tercio menos que el dato del año inmediato anterior. Y ahora, en un informe del propio Pemex a la SEC (Securities and Exchange Commission, algo así como la Comisión Nacional Bancaria y de Valores) de Estados Unidos, ya sólo tenemos reservas probadas por 11.7 billones.

Aquí tampoco termina el asunto. Pemex informa anualmente a la SEC, entre otras cosas, sobre sus reservas, porque es condición para emitir unos bonos que la entidad mexicana usa como fuente de financiamiento. Y la SEC pone las reglas para ello que son, se dice, más rigurosas. Y entonces llevamos, ya desde 1999, con "dobles cifras" como las que tuvimos entre 1996 y 1998 (la "vieja" y la nueva metodologías, entonces).

Las cifras para la SEC son, claro, menores que las que se publican en la documentación oficial de Pemex. Pero lo diferencia ha ido aumentando: 12.7 por ciento en 1999, 14.6 por ciento en 2000, 16.1 por ciento en 2001 y 22.5 por ciento en 2002 (es decir, las que se declaran para el primero de enero de 2003).

De modo que antes las reservas aumentaban aun sin nuevos yacimientos. Ahora, disminuyen sin necesidad de que desaparezcan los yacimientos que nunca existieron. Sin embargo, aun las reservas probadas ya reducidas están en duda, al haber dobles cifras, ambas procedentes de la misma fuente, que son los funcionarios a cargo del asunto.

Ahora que acaban de pasar las elecciones, cabe comparar esta situación con la del candidato que, según el público que lo escucha, pronuncia un discurso distinto y hasta contrapuesto con el otro. La credibilidad, en ambos casos, es la primera víctima.

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