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México D.F. Domingo 13 de julio de 2003

MAR DE HISTORIAS

Mensajería

Cristina Pacheco

La lluvia arrecia y ANDRES tiene que guarecerse bajo el parabús. Un lienzo de plástico le cubre la espalda y el brazo derecho, bajo el que resguarda un paquete de invitaciones. Debe repartirlas esa misma noche. Desalentado, se siente en la banca solitaria. De inmediato llega una MUJER y se instala en el otro extremo. Andrés pretende ignorarla, hasta que la oye estornudar.

ANDRES: ¡Salud!

MUJER: Gracias. (Estornuda otra vez.) A ver si no me enfermo.

ANDRES: Es que no trae nada con qué taparse.

MUJER: (Se limpia la cara.) Tengo paraguas, pero no me gusta cargarlo porque es bien estorboso. (Mira el plástico que Andrés lleva sobre la chamarra.) Voy a comprarme uno de esos.

ANDRES: Los venden en la calle y son muy baratos.

MUJER: Qué bueno, porque si lo pierdo o me lo roban, no me dolerá tanto como si fuera el paraguas. (Un relámpago ilumina el cielo.) Se me hace que esta agüita va a durar toda la noche.

ANDRES: Ojalá que no. (Mira el bulto bajo su brazo.) Me falta repartir muchas invitaciones para el concierto de mañana. (Resentido.) Los organizadores se atrasaron y el que tiene que apurarse soy yo.

MUJER: Entregue las que alcance y las que no... (Mira el cesto de basura junto al poste.)

ANDRES: Antes era fácil hacer eso, ya no. En la mensajería tenemos que presentar los machotes con el nombre, el teléfono y la firma de quien recibe. La gente se molesta porque le pedimos sus datos, pero a nosotros nos los exigen. (Mira hacia la acera de enfrente, llena de comercios donde muchos esperan que termine la lluvia). Lo que daría por irme a mi casa en vez de andar en la calle con este aguacero. Pero ni modo: hay que cumplir.

MUJER: ¿De qué signo es?

HOMBRE: Tauro, como mi abuela.

MUJER: Ya se me figuraba.

ANDRES: ¿Cómo lo adivinó?

MUJER: También soy tauro. Por las mañanas siempre reviso mi horóscopo. (Ríe.) Le creo cuando me anuncia cosas buenas. El de hoy decía que recibiremos una sorpresa agradable que nos reconciliará con la vida. (Advierte un brillo extraño en la mirada de Andrés.) Llueve menos. Aprovecho para irme. ¡Que le vaya bonito!

Andrés se queda observando a la mujer hasta que desaparece. Deposita el paquete en la banca y elige la primera invitación. El domicilio donde debe entregarla está cerca. Se levanta y camina.

II

Casa de dos pisos, estilo colonial. La pintura está descascarada. En la ventana superior, a través de las cortinas espesas y blancas, se ve un foco encendido. Andrés toca el timbre. Por el interfono sale una voz cascada y áspera.

SIRVIENTA: ¿Quién?

ANDRES: Mensajería. Traigo una invitación.

SIRVIENTA: Echela por la reja.

ANDRES: Se va a mojar y además alguien tiene que firmarme de recibido. (Lee en la invitación el nombre de la destinataria.) Es para Amanda Montes. (Del asombro pasa a la euforia.) ¡Amanda Montes!

SIRVIENTA: (Aparece en el corredor.) ¡Venir a estas horas...! A ver, ¿dónde le firmo? (Percibe el arrobamiento de Andrés.) Présteme su pluma, ¿o no trae?

ANDRES: (Le entrega un bolígrafo y sigue mirando la ventana iluminada.) Nunca pensé que Amanda Montes viviera aquí.SIRVIENTA: (Indiferente.) No le veo lo raro. (Escribe.)

ANDRES: (Retrocede y contempla la fachada.) ¡Qué emoción!

SIRVIENTA: (Lo mira de reojo, le devuelve la pluma, toma la invitación y corre a meterse en la casa.)

ANDRES: Oiga, señora...

SIRVIENTA: (Desde el umbral.) Ya le firmé, ¡váyase!

ANDRES: (Se lleva la mano al bolsillo de su chamarra.) ¿Podría pedirle a la señora un autógrafo para mí... (Oye el golpe de la puerta al cerrarse con violencia.)

La llovizna se vuelve tormenta. Andrés se repega al muro, junto a la reja. Soporta la incomodidad estimulado por la ilusión de conseguirle a su abuela un autógrafo de su actriz predilecta: Amanda Montes. Recuerda que, cuando era niño, tenía prohibido hacer ruido mientras duraba la radionovela protagonizada por la Montes: "Voz de magnolia, temperamento de fuego", según el locutor.

Riendo, Andrés se vuelve hacia la casa. Al ver que se enciende otra luz en la planta baja, imagina una sala llena de retratos y trofeos. Protegido por la lluvia y la soledad de la calle, monologa:

ANDRES: A lo mejor la sirvienta me deja pasar y decirle a la señora Montes lo que significa para mi abuela. Le pediré que le ponga en el autógrafo algo muy personal. (Recuerda lo que dijo la mujer del parabús.) "Una sorpresa que nos reconciliará con la vida." (Se sobresalta cuando aparece una patrulla y un policía salta de su interior.)

POLICIA: (Afocándolo con una lámpara.) ¿Qué pasó, amigo? ¿Qué se le ofrece?

ANDRES: (Desconcertado.) ¿A mí?, nada, ¿y a usted?

POLICIA: Su identificación por favor.

ANDRES: ¿De qué se trata o qué?

POLICIA: Recibimos una llamada pidiéndonos auxilio, porque vieron a un individuo merodeando. (Descubre el paquete que lleva Andrés.) Enséñeme qué trae allí.

ANDRES: Primero dígame por qué. Tengo derecho a saber.

POLICIA: Se está escondiendo. ¿Qué busca en esta casa?

ANDRES: Llueve y aquí hay un techito. Vine a entregar una invitación a la señora Amanda Montes. Pregúntele a su sirvienta.

POLICIA: (De mala gana oprime el timbre.) Buenas noches.

SIRVIENTA: (Histérica.) ¡Es él! ¿Qué espera? Lléveselo, pero con cuidado, porque trae una pistola escondida en la chamarra.

ANDRES: ¡Está loca! (Acerca la mano al bolsillo.)

POLICIA: ¡Cuidado! Baje las manos.

ANDRES: No iba a sacar ninguna pistola, sólo una tarjetita para que doña Amparo le escribiera un autógrafo a mi abuela. (Nota la incredulidad del policía.) La Montes fue una gran actriz.

POLICIA: (Sin apartar los ojos de Andrés, toca el timbre de nuevo.) Disculpe que la moleste otra vez: ¿aquí vive una artista?

SIRVIENTA: Sépase que doña Amparo es una persona muy decente. Fue maestra. Sus alumnos todavía vienen a visitarla.

ANDRES: (Aproximándose al interfono.) No, no. Trabajó en muchas novelas para el radio. Le decían "el temperamento..."

SIRVIENTA: (Furiosa.) Oiga, señor policía, llévese a ese loco porque si no, es a usted a quien voy a reportar.

POLICIA: Esto no puede quedarse así. (Presiona a Andrés para que camine hacia la patrulla.) Vamos a la delegación.

ANDRES: No he hecho nada. (Temblando.) Se lo juro.

POLICIA: Entonces no tiene por qué temer: Respetaremos sus derechos. (Por la ventanilla abierta le hace un guiño al oficial que está al volante.) ¿No es cierto, pareja? Además, ya perdimos mucho tiempo.

ANDRES: Yo también, y todavía me falta repartir invitaciones. Si no lo hago, me quedo sin chamba y entonces, ¿con qué mantengo a mi abuela?

POLICIA: Esa no es mi bronca. Súbase.

ANDRES: (Desesperado.) Traigo cien varos.

POLICIA AL VOLANTE: Y la chamarrita. (Ríe.) Déjale el plástico, porque va a seguir lloviendo.

POLICIA: (Recibe el dinero, la chamarra y entra en la patrulla.) Y diga que le fue bien. La próxima vez me lo llevo.

Cuando la patrulla desaparece Andrés decide terminar el reparto de invitaciones. Así no perderá el empleo y podrá seguir manteniendo a su abuela. "Algo bueno para reconciliarse con la vida", murmura llorando de rabia.

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