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México D.F. Jueves 31 de julio de 2003

Martí Batres Guadarrama

Carlos Salinas y la justicia que no llegó

Aún resuenan las palabras que oímos por radio, las que escuchamos salidas de la televisión, las que leímos en la prensa escrita. Era la sentencia del candidato a la Presidencia de la República que en el año 2000 ganó la elección: "voy a poner a Carlos Salinas en manos de la justicia".

La frase tenía sentido y tuvo su efecto. La indignación nacional exigía definiciones. La necesidad del cambio encontraba uno de sus fundamentos inmediatos en la experiencia climática del régimen priísta, expresada en el sexenio 1988-1994. Fue el corolario máximo de la corrupción, la violencia política, el abuso del poder, la trasnacionalización de la economía y la desigualdad social.

La gente quería justicia, no venganza, simplemente justicia. Y eso implicaba un nunca más a Salinas, quien llegó al poder sin la legitimidad del voto. Nunca pudieron contarse a cabalidad los sufragios de la elección de 1988, y en 1991 las boletas fueron trituradas con el apoyo de Diego Fernández de Cevallos. Salinas sustituyó la falta de legitimidad y de legalidad por la cooptación y la corrupción de una parte de sus opositores. Su llegada al poder estuvo precedida por el homicidio de dos cercanos colaboradores de Cuauhtémoc Cárdenas y del asesinato de cuatro jóvenes integrantes de las brigadas cardenistas. Salinas no ganó con votos. Se impuso y gobernó por fuerza, no por derecho.

Restructuró el poder para beneficio propio y del proyecto transexenal y trasnacional. Al frente del sindicato petrolero ubicó a Carlos Romero Deschamps y en el de los maestros, el más grande de América Latina, impuso a la profesora Elba Esther Gordillo. Bajo su gobierno se crearon dos nuevos partidos: el Partido Verde Ecologista de México y el Partido del Trabajo. A los viejos amigos de su hermano, algunos ex maoístas, los invitó a operar en el Pronasol en los bajos niveles.

Reconoció el triunfo de Ernesto Ruffo en Baja California, pero desconoció el de Vicente Fox en Guanajuato. Al PAN lo cortejó y lo sedujo; al PRD lo persiguió, literalmente, hasta la muerte. Seiscientos perredistas fueron asesinados luchando en batallas electorales a lo largo del país. Con una fabulosa inversión de por medio convirtió a El Nacional en un periódico destinado a denostar la imagen del ingeniero Cárdenas y del naciente partido del sol azteca.

Salinas también deformó la economía: desmanteló la planta productiva nacional, privatizó cerca de 2 mil empresas del Estado, enganchó a México en un Tratado de Libre Comercio sin capítulos migratorio, laboral y ecológico, que ha llevado a la destrucción de la economía agrícola.

En su segundo informe de Gobierno explicó una estrategia peculiar: crear grandes consorcios para competir en el extranjero. Así, ejecutó un proceso premeditado y acelerado de concentración de la riqueza en 30 grupos económicos. Vendió los bancos propiedad del Estado a sus amigos y a bajo costo. Estos poco o nada sabían del mundo financiero y por lo mismo pronto los quebraron.

En medio de todo esto aparecieron gigantescas fortunas de diversos personajes cercanos a Carlos Salinas: su hermano Raúl Salinas o Mario Ruiz Massieu, entre otros más de los que luego tuvimos noticias. Con la venta de las empresas públicas desapareció un patrimonio formidable del Estado; con la gran corrupción de entonces el producto de esa venta fue transferido a selectos grupos de amigos.

Desde el centro, sin precedentes, fueron impuestos mandatarios locales y se desconocieron triunfos legítimos de otros, como el del doctor Salvador Nava en San Luis Potosí o el del propio Vicente Fox en Guanajuato.

Para infundir miedo, ocurrió el arresto espectacular y encarcelamiento de Joaquín Hernández Galicia La Quina, luego la provocación de Tejupilco. Pero al final la violencia política alcanzó a las elites. Asesinados el cardenal Juan Jesús Posadas, Luis Donaldo Colosio y Francisco Ruiz Massieu, en la sociedad se esparcieron las preguntas: ƑQué pasó allá arriba? ƑQué clase de ajuste de cuentas ocurrió? ƑQué tipo de compromisos existieron? ƑQuién fue?

Adicionalmente la ancestral pobreza encontró en el sexenio de Salinas su peor agudización: el hilo se rompió por lo más delgado y la guerra estalló en Chiapas.

En los seis años del salinato se alteró la Constitución para privatizar el ejido y el campo se hizo más miserable. Se reformó el código penal para permitir la libertad bajo fianza a los delincuentes de cuello blanco y a los servidores públicos corruptos; la inseguridad y la corrupción cerraron con broche de oro el sexenio. Se vivió entonces el mayor retroceso legislativo de que se tenga memoria.

Ese fue el sexenio de Carlos Salinas. Hacer justicia ha sido un reclamo de la sociedad.

Hoy regresa ese personaje, no para pasear con su familia y visitar a sus seres queridos, sino para reunir a su clase política, a sus grupos económicos y a sus voceros; para dirigir a su partido, para enviar mensajes amenazantes a sus adversarios, para dividir a la izquierda, para reconquistar a la derecha. Cuatro nuevos coordinadores parlamentarios son su amigos.

Salinas no es un hombre resignado a la rendición histórica de cuentas, ni siquiera a la quietud tradicional que se acostumbra en un ex presidente. El quiere decidir, quiere ocupar el vacío político, quiere enseñar cómo se privatiza, quiere decirle a cada partido quién debe ser su candidato para 2006. En suma, quiere ser el poder tras el trono. Es ave de tempestades.

Es absurdo que los dirigentes de Acción Nacional hablen de "negociar hasta con Salinas si es necesario". ƑQuién es Salinas? ƑQué cargo tiene? ƑEs líder del Congreso? ƑEs el presidente del PRI?

Sí. Sí hace falta recordar aquella frase. Sí, sí, necesitamos que un hombre que sí ganó con los votos asuma su investidura plenamente como hombre de Estado y concrete la oferta de "poner en manos de la justicia" a quien no tuvo los votos para llegar al poder en 1988.

 

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