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México D.F. Domingo 3 de agosto de 2003

Arturo Balderas

Poderoso caballero...

Hace algunos años los trabajadores que ofrecen sus servicios en forma eventual en el distrito de la Misión, en San Francisco, la mayoría de origen mexicano, se quejaban amargamente por los asaltos de los que frecuentemente eran objeto. Muchos pernoctaban en albergues o de plano en la calle, por lo que el único sitio en el que podían guardar su salario era en sus bolsillos.

La queja llegó a oídos de los ejecutivos de la sucursal de un conocido banco ubicado en ese barrio. Sensibles ante el problema, consideraron la idea de permitir el uso de la matrícula consular como medio de identificación para que los cientos de trabajadores que ahí residen o trabajan pudieran abrir una cuenta y depositar su salario.

Lo mismo ocurrió en otras sucursales del mismo banco que adoptaron la medida y la promovieron, además, como medio para facilitar las transferencias de dinero, evitando las comisiones leoninas y la inseguridad de compañías privadas que ofrecen el mismo servicio. La medida se extendió rápidamente a buena parte de Estados Unidos. Tuvo desde luego la virtud de beneficiar a los migrantes, pero también ha permitido a las instituciones financieras manejar varios millones de dólares que antes escapaban a su flujo cotidiano.

Hace dos semanas nos enteramos que el Banco de México y su correspondiente en Estados Unidos han trabajado en un proyecto para que el costo de cada envío sea menor a un dólar, considerando, además, un tipo de cambio más cercano al oficial. En el comunicado se reitera que para estas transacciones, el único documento que es necesario presentar como medio de identificación es la matrícula consular.

Otras representaciones extranjeras han empezado a explorar la posibilidad de extender un documento de identificación similar con el objetivo de beneficiar a los ciudadanos de sus respectivos países, por lo que el volumen de captación para los bancos se incrementará aún más.

En última instancia será ese incremento en la captación el factor que determine si el uso de la matrícula consular prevalece como medio de identificación en beneficio de unos y otros.

Paralelamente, se ha iniciado una campaña contra su aceptación, que despide un tufo antinmigrante, propio de estos tiempos de canallas. La campaña es además ahistórica por muchas razones. Una de ellas, que sus promotores olvidan, es que la fluidez en las relaciones comerciales y financieras es más redituable que los dogmas contra los migrantes.

Ahora es la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), la que decidió que la matrícula es un documento no seguro y de fácil falsificación. Al parecer en esa corporación se ignora que tiene tantos o más candados o medidas de seguridad como las que tienen las identificaciones que se otorgan en oficinas estatales o federales, que se expide a quien prueba fehacientemente que es mexicano y que está respaldado por una base de datos que se nutre con la información que las representaciones de México en el extranjero envían sistemáticamente. Es un documento que se ha perfeccionado con el pasar de los años, por lo menos 10, y el personal del Servicio Exterior Mexicano que lo elabora cuenta con una experiencia profesional que va más allá de las ocurrencias o las modas de coyuntura.

Ciertamente ningún documento está absolutamente exento de ser falsificado. Habría que preguntarles a quienes emitieron ese juicio si tienen la certeza de que los miles de documentos que a diario son presentados en otros tantos trámites son tan seguros como presumen. En última instancia, es un documento que emite un Estado para identificar a sus nacionales, por lo que no debe quedar a juicio de otro Estado juzgar su validez. Se dirá una vez más, con cierta razón, que cada país es soberano para validar o no ciertos instrumentos de identificación y que en este caso la decisión final está del lado de las autoridades estadunidenses.

En todo caso cabe recordar que en varias ciudades y entidades de Estados Unidos ya se considera como medio de identificación para trámites oficiales. Seguramente con la descalificación de la matrícula consular por parte de la FBI se alentará la cruzada que encabeza el representante republicano Tancredo y tal vez se prohíba su uso en trámites oficiales en el ámbito federal. Por estricta conveniencia la mayoría de los bancos tomarán distancia de una decisión como ésa y la seguirán admitiendo como medio de identificación. Su restricción en el ámbito federal será, sin embargo, una muy mala señal para millones de migrantes que una vez más tomarán nota de la diferente vara con la que se les mide en ocasión de reclamar derechos elementales, y desde luego una bofetada a cientos de miles de mexicanos que lo poseen y que lo usan para identificarse como tales.

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