CERAMICA RAYADA
de ATLAPA, TLAXCALA

El trabajo en barro es una de las formas más difundidas de expresión del arte popular. Cada región y cada grupo tienen una forma particular de elaborar, decorar y usar las piezas que produce.

Atlapa es una localidad relativamente pequeña cercana a la capital del estado. En esta temporada las laderas, las huertas y los terrenos de cultivo se llenan de un sinfín de tonos y matices; los campesinos se entregan a las labores del campo. Aquí se produce cerámica a partir de un barro local de color café claro.

Aunque todos los barros provienen de arcillas naturales, en cada región son de diferente color; en los procesos de cocido también se dan cambios de tonalidad. Para decorarlos se usan, además, diversos métodos de coloración.

Si hasta hace algunos años, poco más de cien personas se dedicaban a trabajar el barro rayado, hoy cada vez son menos las que lo hacen; quizá sólo tres familias producen, por temporadas, piezas como graciosos patos, tinajas y forrones (nombre que algunos artesanos atribuyen a los porrones). Originalmente las piezas abastecían las necesidades de la región, pues las ollas se utilizan en la cocina, y los patos y forrones se llevan a la milpa como cantimploras; además, se vendían en otros estados.

Reposo y forja

Su proceso, largo y laborioso, se inicia con la selección y extracción del barro; se lleva al taller, se muele y se mezcla a mano con agua y con alguna fibra vegetal, como la plumilla de la flor de tule, hasta obtener una pasta homogénea con la plasticidad necesaria para su manejo.

Después de un periodo de reposo, se procede a tinajar (forjar) la parte del recipiente sobre moldes, colocando una capa de pasta previamente extendida con un rodillo en una superficie plana en cada mitad de la pieza; después se unen antes de que sequen, humedeciendo los bordes y presionando firmemente para obtener un sello uniforme.

Bruñido del pato

En el caso de los patos, se perfora el lugar donde se colocará el cuello, que se ha forjado previamente sobre un mango de madera; éste se saca antes de colocar el cuello en su lugar. Por último se forma la cabeza del pato y se colocan cuatro pequeños soportes y la cola.

Antes de que seque, se pinta toda la pieza con una capa ligera de pasta de color rojo, característica de esta cerámica. Por último se bruñe con pequeñas piedras de ágata o sílice, y se seca al sol. Una vez que la pieza está seca, se decora con flores y otros motivos vegetales, rayando con un punzón metálico o con un clavo largo. Es interesante ver la habilidad de los artesanos para realizar este trabajo, pues su concepción espacial les permite dibujar con libertad y sin tomar medida, diseños relativamente complejos. También escriben letreros y nombres a pedido: ''Recuerdo de Tlaxcala", ''Nacido en Atlapa", ''Con cariño para Lupe". Este trabajo sólo se puede solicitar en los talleres, pues las piezas se rayan (esgrafían) antes de hornearse.

Para que las piezas no estén frías, antes de cargar el horno se asolean unos 20 minutos por cada lado y se acomodan dentro del horno. Los creadores invierten trabajo y material, pues sólo pueden hornear hasta tener suficientes piezas; para completar una horneada se requiere reunir 50 grandes o 200 pequeñas. El manejo del calor y de la ''lumbre" es delicado, ya que las piezas se pueden manchar, con la consecuente pérdida.
 
 

Gracias a Candelario Cempoalteca Tecosahuatzin y a sus hijas por la información.

Dibujo y fotografías de Marco Buenrostro

Gracias por sus datos a Carlos Martínez y Mario Osnaya


 
 

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