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México D.F. Miércoles 13 de agosto de 2003

Francisco López Bárcenas

El largo camino de las autonomías indígenas

Este fin de semana los zapatistas dieron una muestra de vocación pacifista y de congruencia política, basada en la milenaria historia de resistencia indígena. La fiesta en Oventic, Chiapas, a la que invitaron a la sociedad civil nacional e internacional para instaurar las juntas de buen gobierno, que tanto preocupó y puso nerviosos a los círculos oficiales, dio esas señales, al tiempo que reafirmó el camino por el que ha venido caminando el movimiento indígena, y que seguramente después de ese acto afianzará su paso y el rumbo, para que no se equivoquen aquellos que pensaban o piensan que la lucha indígena fue una moda que ha pasado a segundo plano.

A su tiempo los zapatistas respondieron con hechos a la interrogante que diversos actores de la vida política en nuestro país se hacían después del ofensivo fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que se negaba a restituir el orden constitucional y a reponer el proceso de reforma que niega los derechos de los pueblos indígenas. Se preguntaban por el futuro de la lucha indígena, esperando que alguien cayera en la provocación de los poderes del Estado, que empujaba hacia la violencia desesperada, para tener un pretexto que justificara la violencia estatal contra ellos.

Por el contrario, los zapatistas y gran parte del movimiento indígena dieron la espalda a quienes querían escuchar su voz después de haber traicionado su palabra y se regresaron a sus comunidades a ejercer en los hechos lo que el Estado les había negado reconocer en sus leyes: el derecho a la autonomía.

Desde entonces a la fecha, diversos son los procesos de construcción de autonomías que se han iniciado en gran parte del territorio mexicano, de los cuales seguramente el que instauró sus juntas de buen gobierno el fin de semana es el más acabado.

Con la instauración de los gobiernos autónomos indígenas en los territorios zapatistas termina una etapa de su lucha y se inicia otra. Termina la construcción del proceso, sigue su afianzamiento. De ahora en adelante ya queda claro que lo pactado en San Andrés sobre derechos y cultura indígenas no tiene vuelta atrás, con reforma constitucional o sin ella. También queda claro que si los pueblos indígenas de México quieren su autonomía tienen que pelear fuerte por conquistarla. El evento de la semana pasada en Oventic es la muestra de que sí se puede, si se quiere y se trabaja por ello.

El reto no es menor. Construir autonomías lleva implícita la tarea de construir contrapoderes que en lugar de disputar puestos gubernamentales a la clase política, apuesten por construir desde abajo otro tipo de poder, que tenga sustento y razón de ser en la sociedad a la que busca servir, que enfrente las prácticas autoritarias del sistema político mexicano y los intereses caciquiles que las concretan. Un contrapoder que rompa la hegemonía del capital y apueste por asegurar la existencia de los pueblos indígenas y un futuro mejor al que hasta ahora han tenido.

Se trata de un camino bastante largo, de resistencias y propuestas. Pero los pueblos indígenas son expertos en ello. Estudios añejos y recientes se ocupan de explicar -a quien lo quiera entender- cómo ha sido la milenaria resistencia de los pueblos indígenas a todo tipo de colonialismo: su sistema de cargos, que cada tiempo reinventan para que les sean funcionales; sus estrategias productivas, para no morir de hambre; su cultura, para no dejar de ser lo que son; sus fiestas, para mimetizar sus acciones. Todo de lo cual los zapatistas hicieron uso este fin de semana para reafirmar su existencia y el avance de su lucha.

Es previsible que de ahora en adelante las luchas autonómicas de los pueblos indígenas se multipliquen y se expresen de muy diversas maneras. Bien haría el gobierno en no volver a despreciar esta oportunidad de corregir el rumbo. En lugar de pensar en agredir a los gobiernos autónomos, como muchos proponen, o declararlos ilegales, según otros piensan, o de acotar su lucha reglamentando en los estados el ejercicio de la autonomía, debería corregir el yerro de la fallida reforma constitucional para que procesos como el del de fin de semana sean de lo más normal en el futuro.

No hay otro camino. Además, a los pueblos indígenas les asisten la historia, la razón y el derecho.

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