.. | México D.F. Miércoles 13 de agosto de 2003
ENTREVISTA /CAROLIA
PANIAGUA, ARTISTA PLASTICA
Pinto lo femenino porque es lo que da armonía al
mundo
ESPANTA A LOS HOMBRES EL PODER DE LAS MUJERES Y LAS
REPRIMEN
Hay muchas mujeres enfermas que no se dan cuenta de
que lo están. La sumisión y la abnegación son enfermedades.
No puedo dejar de pintar mujeres, porque a pesar de que luchan por sus
derechos, si se descuidan, otra vez van para atrás
MERRY MAC MASTERS
Las mujeres son habitantes permanentes en las telas de
Carolia Paniagua. Tan es así que no pudo deshacerse de ellas durante
el año que vivió en Oaxaca para aprender la "técnica
de tierras", no obstante que ésta no se presta para hacer "figuras
exactas" o "espacios delimitados". Dicho sistema de trabajo se aprecia
en el cuadro El secreto, incluido en Los placeres sencillos,
exposición de la pintora que se inaugurará el jueves 14 a
las 19:30 horas en la Casa de Cultura Jesús Reyes Heroles (Francisco
Sosa 202, Coyoacán), donde permanecerá hasta el 28 de agosto.
Entre más de 20 obras, exhibirá seis collages.
Respecto a su temática, su explicación es
sencilla: "Pinto lo femenino porque es lo que trae la armonía al
mundo. Si todos tenemos una parte femenina y otra masculina, cuando el
hombre ejerce su poder en forma arbitraria no está ejercitando su
parte femenina, que es lo que da la comprensión, la regulación,
la armonía de la vida".
En ese sentido, continúa, "tenemos a George W.
Bush, por ejemplo. Es el gran macho del mundo, que ejerce su dominación
y puede terminar con la vida en la tierra. Así de peligrosa es esa
parte no regulada de femenino y masculino".
Fuerza interna
-¿Cómo entró el mundo femenino en
su obra?
-Desde que era niña dibujaba a mis tres hermanas
-también tiene un hermano-. Mi papá estaba fuera, trabajando,
y yo dibujaba lo que veía, que eran mujeres. Después entré
a la carrera de sicología porque en mi casa no me dejaron estudiar
pintura. Entonces empecé a entender el problema femenino, a saber
que la mujer por naturaleza tiene mucho poder, y cómo la sociedad
masculina se espanta de ello y trata de detenerlo. Me preguntaba: si la
mujer tiene tanta fuerza, por qué socialmente no se manifiesta.
Hablo de hace muchos años. Ahora sí se manifiesta esta fuerza.
Entonces, creo que es inconsciente presentar a las mujeres con poder interno,
no porque lo ejerza como dominación en la sociedad, sino ese poder
interno que todas y cada una tenemos y cómo las mujeres enferman
cuando la sociedad reprime ese poder. Hay muchas mujeres enfermas que no
se dan cuenta de que lo están. La sumisión y la abnegación
son enfermedades.
"No hay seres humanos sumisos y abnegados, la sociedad
los somete. Eso me interesa mucho y por eso no puedo dejar de pintar mujeres,
porque a pesar de que luchan por sus derechos, si se descuidan tantito,
¡pum!, otra vez para atrás. Para mí es muy importante
que en el mundo se ejerza también ese poder femenino, pero no sólo
a través de la mujer, sino de la parte femenina del hombre. Puede
parecer que desequilibro porque sólo presento lo femenino; sin embargo,
las mujeres que pinto tienen esa parte fuerte. Viven también su
parte masculina. Entonces, es una representación del equilibrio.
Igual podría pintar hombres equilibrados, pero la mujer me parece
estéticamente con muchas más posibilidades de manejo del
color, de la línea, de la composición."
-¿Pinta usted su autorretrato o se trata de una
mujer ideal?
-Soy mi conejillo de indias. Por ejemplo, me gusta mucho
la medicina y experimento conmigo los remedios naturales. Me gusta observar
los cambios que tengo cuando voy a una terapia, hago meditación
o entro de lleno a pintar. Estuve dos años sin pintar después
de Oaxaca, pero fui observando todo lo que pasaba, incluso, el momento
que volví a pintar. Entonces, es muy posible que esa mujer sea yo,
pero la experiencia de la vida a través de mí, como observación.
Un poco también se parecen a mis hijas que, a su vez, se parecen
a mí.
Las figuras femeninas de Carolia llegan a transmitir un
impulso de despegar que más bien está en la humanidad. Explica:
"Soy muy optimista. Siento que estamos a punto de ver un mundo que cambia
en forma radical. Justo cuando el mundo está más negro, hay
más posibilidades de luz. Ahora lo que vemos es tanta gente que
se opone a la guerra, que dice ya, hasta aquí, no podemos más,
no vamos a seguir así".
-¿Emplea simbolismos?
-En la creación de la obra hay una parte inconsciente,
en la que siempre hay simbolismos. Se habla mucho, por ejemplo, del gesto
a punto de suceder. Un día pinté un cuadro y una mujer que
lee Tarot me dijo: 'éste es el ocho de bastos'. Es decir, lo inminente.
Eso es lo que pasa en mis cuadros, lo que está a punto de suceder.
Hay algunos elementos que uso mucho a la manera de símbolos, como
la luna y la bicicleta, que te lleva libremente adonde quieras ir. Para
mí la expresión es lo más importante. No me gustan
las caras totalmente tristes o enojadas o sonrientes, siempre hay un esbozo
del gesto. También allí hay una contención. Así
como el cuadro contiene a las mujeres, éstas contienen su emoción,
pero está a punto de suceder algo. A lo mejor lo que seguiría
en el siguiente cuadro.
La ropa también es uno de sus símbolos:
"Siempre me dicen que es ropa de los años 40. En eso está
presente el cine. Para mí es fundamental ver cine, que considero
el arte más completo. Mis padres me llevaban al cine desde los dos
meses de edad. Entonces, las primeras películas que registró
mi inconsciente, y mi conciencia también, fueron de finales de los
40 y principios de los 50. Mis cuadros parecen escenas cinematográficas".
-¿Qué la llevó a Oaxaca?
-Tenía un estudio en San Francisco, California,
donde iba varias veces al año a pintar tranquilísima. Lo
dejé, vine a México y surgió la idea de ir a Oaxaca
porque mi litógrafo, Raúl Soruco, puso su taller allá.
Luego hubo oportunidad de que Arthur Miller me enseñara la técnica
de tierras. Por lo regular pinto con acrílicos. No trabajo con óleo
porque es muy lento. La técnica de tierras es con la que pintan
Francisco Toledo y Sergio Hernández. Bueno, le llamo la técnica
oaxaqueña, aunque no sé si realmente sea de allí.
Y es con óleo. Tú preparas las tierras de sílica,
que es vidrio molido, y las mezclas con el óleo. Es un proceso muy
artesanal, porque amasas durante horas. Luego se pone a secar y se muele
en molcajete. No se pinta con pincel. Se prepara la tela con una capa muy
gruesa de óleo y haces tu dibujo esgrafiado, con una punta de metal
o de palo. Después avientas el polvo con la mano o lo pasas con
una coladerita. Los detalles ya son con los deditos. Es como jugar con
la materia.
Por otro lado, es una técnica muy tóxica:
"Hay que ser muy cuidadoso, y no lo soy. A la hora de manejar la sílica
hay que ponerse máscara y guantes. Debes cubrirte la cabeza para
que no te quede en el pelo. Después de trabajar con esto hay que
ir a la playa a desintoxicarse. Eso hacen los oaxaqueños. Yo no
fui a la playa; entonces, me intoxiqué. Ya no la voy a volver a
trabajar".
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