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México D.F. Jueves 28 de agosto de 2003

Martí Batres Guadarrama

Cardenismo e izquierda

Asistí hace varias semanas a la presentación del más reciente libro de Enrique Semo, La búsqueda, con la curiosidad de conocer el nuevo trabajo de uno de los académicos que con mayor persistencia han insistido en la renovación de la izquierda desde hace mucho tiempo.

Este libro provocó un intenso debate desde el mismo día de su presentación en la que comentaron largamente su contenido Armando Bartra, César Cancino, León Bendesky y Ugo Pipitone. Y ahora, en buena medida, ha generado un debate indispensable en el Partido de la Revolución Democrática.

Sugestivo y crítico; sin embargo, en ciertos temas centrales es polémico y hasta aventurado. Aun sin mucha contundencia se llega a sentir que para el autor cardenismo e izquierda son cosas distintas. Esta insinuación aparece suelta, sin un soporte metodológico que permita ubicar el espacio de ambos conceptos con una idea general coherente.

Me quedo mejor con la afirmación que le escuché al propio Enrique Semo, cuando decía en enero de 2002 que la izquierda no es un partido, sino una postura ante la vida. Y me quedo aún más con la explicación de Norberto Bobbio que aporta el punto clave de la distinción entre izquierda y derecha: la izquierda es la parte de la humanidad que busca la igualdad social; la derecha es la parte que busca defender, e incluso ahondar, la desigualdad.

Si éste es el punto de la distinción, entonces izquierda y derecha son campos que incluyen cada uno un arcoiris de historias, pensamientos, exponentes, representantes, corrientes, organizaciones, etcétera. Todos aquellos que buscan la igualdad de alguna manera, de algún modo, constituyen el amplísimo abanico de la izquierda. Ahí hay de todo. Es erróneo constreñir a la izquierda a una sola de sus corrientes históricas, en este caso, la del socialismo. La izquierda trasciende partidos y filosofías.

En el caso de Europa, las izquierdas con mayor historia son los socialdemócratas, los socialistas, los laboristas, los comunistas, los verdes ahora. En nuestro país, la incomprensión de nuestra historia se ha traducido muchas veces en la marginación de las izquierdas. Además de estudiar y emular las experiencias de las izquierdas europeas o asiáticas, es indispensable en un proyecto de nación equitativa y justa buscar -hacer también "la búsqueda" en la historia de México.

Morelos e Hidalgo constituyen un primer referente fundamental de la izquierda mexicana -cuando habla uno de ellos de moderar la indigencia y la opulencia-; los liberales "puros": Juárez, Ocampo, Prieto, Ramírez, Zarco son la izquierda de su época, que luchan por distribuir la propiedad concentrada y quieren la igualdad entre las naciones; Villa y Zapata expresan la postura más nítida de las clases populares, son la izquierda de la revolución; y así el cardenismo es la experiencia más realizada de un proyecto de izquierda desde el Estado mexicano.

El cardenismo es parte de la izquierda y de su historia, no es toda, pero sí aquella que se convirtió en una forma de acción del poder político en favor de los oprimidos y excluidos.

En el imaginario popular, el cardenismo se recuerda porque entre tantos malos gobiernos es la excepción de un gobierno que realizó grandes reformas en favor de los campesinos, trabajadores, artesanos, estudiantes, empresarios, medios. Es el recuerdo de un gobierno que utiliza el poder para repartir riqueza y distribuir los beneficios del desarrollo.

En la escolástica de la izquierda más dogmática se veía al cardenismo como un capitalismo que realizaba reformas para mediatizar al proletariado, a diferencia del verdadero socialismo, que lograba la emancipación plena de los desposeídos. A la luz del tiempo, más allá de los moldes doctrinarios, todos observamos que en el socialismo llamado "real" también había formas de opresión, a pesar de sus avances sociales; como todos observamos también que el cardenismo acaso se acercó más al ideal que conjuga la igualdad con la libertad. De 1934 a 1940 el gobierno mexicano lo mismo repartió tierras a campesinos pobres que recibió a León Trotski como exiliado. Los más fructíferos referentes de la izquierda nacional están en la historia de México. Cuenta todo: la experiencia de los partidos, desde el PCM hasta nuestros días, pero sobre todo los liderazgos, obras, acciones, programas y pensamiento que han convocado a las grandes masas populares y transformado al país.

En la práctica del gobierno de izquierda de la ciudad de México se advierte esa herencia histórica: el juarismo en la austeridad del gobierno; el cardenismo en los programas sociales. Lo importante es que la izquierda se renueve permanentemente sin reñir con la historia de México; antes bien, fortaleciéndose en esa historia.

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