Iván Restrepo

Ruido en la Condesa; plomo en Torreón

Mi artículo del lunes pasado sobre los desmanes cometidos en la colonia Condesa, so pretexto de celebrar el centenario de una fábrica de motos, motivó dos cartas publicadas el jueves pasado en La Jornada: una del delegado en Cuauhtémoc y otra del director general de MVS Radio, organizadora del largo festejo. Mi respuesta es breve, a diferencia de las numerosas molestias causadas a los vecinos durante cuatro días, que el delegado reconoce en su misiva: felicito a las autoridades de la Cuauhtémoc y MVS Radio por haber concedido y logrado, respectivamente, todos los permisos necesarios para violar las normas ambientales vigentes en materia de ruido, contaminación por hidrocarburos y festejos en la vía pública, así como para convertir en cantina las calles del corazón de la Condesa. Felicidades y šque muera el cochinito!

En cambio, sigue vivo el problema que la empresa Peñoles ha ocasionado durante más de un siglo en la ciudad de Torreón y áreas vecinas. Como en varias ocasiones hemos expuesto en estas páginas, esa negociación, que es en su tipo la más importante de Amé-rica Latina, ha causado serios daños a la salud pública. Durante décadas no hubo conciencia de los efectos nocivos que causaban los procesos industriales en la población y el ambiente en general, ni de la elevada contaminación por plomo, cadmio y arsénico. A lo anterior se sumó la desidia de las instancias oficiales, pese a que por más de un cuarto de siglo conocieron los males que causaban esos contaminantes, especialmente en las mujeres en edad reproductiva y en los niños que residen en colonias cercanas a las instalaciones de Peñoles. En 1995, y casi a punto de cumplir un siglo de contaminar, las autoridades federales intervinieron para poner fin a la situación irregular en que funcionaba el complejo industrial. Luego de fijar numerosas medidas correctivas y hasta declarar en "contingencia ambiental" las instalaciones de Peñoles, las cosas comenzaron a cambiar. Mas no lo suficiente. Y si la actuación de las autoridades ambientales fue muy cuestionada, lo fue más la del sector salud por su tardanza y negligencia, expresadas en la publicación de una Norma Oficial Emergente sobre plomo en la sangre, que según especialistas tenía serias lagunas.

Ante la desconfianza hacia las medidas tomadas y las optimistas declaraciones gubernamentales, que virtualmente daban por concluido el problema en Torreón, los afectados y varios grupos ciudadanos lograron que el prestigiado Centro de Control y Prevención de Enfermedades, con sede en Atlanta, Estados Unidos, estudiara el caso. El centro reafirmó lo que bien se sabía: existía un daño en la población expuesta y por lo menos una tercera parte de la misma registraba niveles preocupantes de plomo en la sangre, en especial los niños.

Durante este sexenio el asunto Peñoles parecía olvidado. Sin embargo, la semana pasada el Congreso de Coahuila acordó por unanimidad exhortar a la Secretaría de Salud a que expida la Norma Oficial Mexicana para plomo en suelos y polvo. Según los legisladores, el año pasado se detectó que la sangre de 11 mil niños, cuyas edades fluctúan entre uno y seis años, registraba elevados niveles de dicho metal. Son niños que continúan expuestos debido al suelo donde viven, las áreas exteriores donde juegan y porque Torreón es una ciudad "polvosa". Eso explica por qué hace dos años el entonces director general de Salud Ambiental de la Secretaría de Salud, Carlos Santos Burgoa, intentó poner un criterio (que no Norma Oficial) de plomo en suelo mucho más estricto que en Estados Unidos. Pero luego de su renuncia no se supo más del asunto. No está de más recordar que la exposición al plomo puede provocar deterioro en el desarrollo físico y neurológico de los niños.

Precisamente la semana anterior una asociación de madres de niños con saturnismo denunció negligencia de Peñoles, así como de las autoridades ambientales y de salud, pues, asegura, se suspendieron los programas de prevención y remediación, aprobados en 1995 por el gobierno federal. Sin querer entrar en polémica, tenemos entendido que esos programas continúan, pero también los problemas de contaminación. Por eso la urgencia de que se apruebe pronto una adecuada Norma Oficial sobre plomo en suelo y polvo.