México D.F. Lunes 1 de septiembre de 2003
La aparición del baterista Alfonso André
fue la primera sorpresa de la noche
La Barranca y Santa Sabina compartieron escenario en
el Hard Rock Live del DF
CHAVA ROCK ESPECIAL
Buen concierto el de la noche del sábado en el
Hard Rock Live de la ciudad de México, en el que se presentaron
dos de las bandas más importantes del país: La Barranca y
Santa Sabina, grupos que se mantienen al margen de los "grandes" sellos
y por tanto de la continua exposición en los medios electrónicos.
Los
dos grupos mantienen una estrecha relación, incluso comparten al
guitarrista, el joven Alejandro Otaola, quien esa noche celebró
su cumpleaños; no hubo pastel, pero sí varios tragos de tequila
y un rosario de canciones.
Antes del concierto, en la prueba de sonido, los bateristas
Julio Díaz (de Santa Sabina) y José María Arreola
(de La Barranca) entablaron inusual plática con sus instrumentos,
duelo sano del cual esperan hacer algo en vivo con dos baterías.
Reciben con gusto a las dos bandas
Días antes los boletos de acceso estaban agotados.
Las casi mil personas recibieron con gusto a las dos bandas. Con La Barranca
fue memorable, pues cantaron todos los temas de este camaleónico
grupo, que cuenta en la lira con Otaola, en el bajo y la batería
con los nietos roqueros del fallecido escritor Juan José Arreola,
Alonso y José María, respectivamente; en la voz y guitarra
José Manuel Aguilera y la corista invitada Dafne (ex Atómica).
La primera sorpresa de la noche fue cuando apareció
en el escenario Alfonso André (baterista de Jaguares), quien fuera
el primer bataco de La Barranca; interpretaron El Alacrán,
en la que Alfonso tocó el yembé. Más tarde este músico
exclamaría: "La Barranca es una gran banda, me duele no estar ahí,
disfruté mucho tiempo estar ahí adentro, ser parte de ella,
igual y es una experiencia agridulce, porque me encanta verlos en vivo,
su música, y al mismo tiempo extraño estar ahí. La
alineación de ahora es muy buena".
Antes de concluir el concierto ya sobre el escenario se
encontraba Jaime López, que al ser descubierto por los músicos
fue presentado y la aclamación fue instantánea. Nuestro
amor es ese gato negro muerto en el baldío, rola que grabaran
López y Aguilera en el proyecto Odio Fonky, fue la que interpretaron
con nuevo arreglo y López en la voz, rapeos, lamentos y armónica.
El público quedó caliente para recibir a
Santa Sabina, agrupación a la que no le costó trabajo entrar
en ambiente, poco a poco la noche continuó su magia. Flores, misterio
y reconocidos músicos despidieron la noche del sábado en
un escenario que quedó chico ante la grandeza de estas dos bandas.
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