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México D.F. Miércoles 3 de septiembre de 2003

BAJO LA LUPA

Alfredo Jalife-Rahme

La crisis del dólar y el vuelo del oro

Refugio de especuladores
Enemigos mortales

EN FORMA SUBREPTICIA y sin mucho ruido de los medios masivos de comunicación controlados por el modelo monetarista en caída libre, el precio del oro subió a sus niveles más altos de los últimos siete años para alcanzar los linderos de los 380 dólares la onza, un incremento descomunal de casi 50 por ciento en un solo año, cuando permaneció prácticamente en estado comatoso durante una generación. Los juegos monetarios de inundación de liquidez para evitar la deflación de parte del mago fracasado, Alan Greenspan, gobernador de la Reserva Federal, quien se quedó sin conejos pero no sin tontos, ha provocado serios temores de parte de los especuladores, quienes se han ido a refugiar al metal amarillo frente a la probabilidad de una hiperinflación. El déficit gubernamental del equipo Bush, a punto de llegar a 401 mil millones de dólares, de acuerdo con datos de la Oficina Presupuestal del Congreso, encendió las fobias en contra de las medidas centralbanquistas. En la coyuntura de turbulencias monetarias, el atractivo del oro radica en que su valor no depende de ningún banco central ni de ningún gobierno, ni corre el riesgo de una devaluación real (no de papel chatarra). La mala noticia consiste en que los bancos centrales son los mayores tenedores de oro a escala mundial, lo que les ha permitido jugar al libre albedrío del monetarismo dolarcéntrico. No es ningún secreto: el oro y el dólar no solamente son incompatibles, sino que se han vuelto enemigos mortales, y el resultado de su batalla épica determinará el curso del nuevo sistema monetario internacional como reflejo de los nuevos posicionamientos de los flujos de capitales a escala global, que arreciaron con la fractura cosmogónica de la invasión anglosajona a Iraq, donde se juega el destino de la humanidad. Cada vez queda más clara la jugada anglosajona de hacer del oro negro su nuevo estabilizador y patrón monetario, como fue el oro hasta 1971. El oro negro está siendo expropiado por medio de guerras montadas en el "arco de inestabilidad" (como lo calificó el necrófilo Foro Económico de Davos en su reunión de este año) desde el golfo de Guinea hasta Iraq y Arabia Saudita.

EN ESTE CONTEXTO del destape, tanto del oro como del oro negro (petróleo), John Snow, secretario del Tesoro de Estados Unidos, quien sustituyó a Paul O'Neal, el mandamás de la primera trasnacional global de aluminio (donde, para no variar, el globalmaniaco Zedillo detenta un importante paquete de acciones que nadie se atreve a investigar su procedencia) realiza una relevante gira por Asia, quizá el lugar menos indicado para intentar sostener el alicaído dólar contra la fuerza física de la gravedad geoeconómica. De acuerdo con la generalidad de la prensa anglosajona (hasta parece campaña de los invasores de Iraq), el iluso Snow pretende meter al orden dolarcéntrico, que prosigue su desplome ineluctable, al yen nipón y al yuan chino (popularmente conocido como el reminbi). Washington ha dejado atrás la diatriba decenal contra Japón para ocuparse ahora de China, presionada para revaluar el yuan (sobrevaluado entre 10 y 40 por ciento, según los analistas muy sesgados del The Washington Post), que supuestamente ha desequilibrado los intercambios comerciales. Es más: en el ámbito financiero, EU se ha aliado con Japón para contrarrestar el ascenso monetario del yuan, que los analistas Eric Chaney y Stephen Jen, de la correduría Morgan Stanley (Foro Económico Global 1-9-03), colocan entre las cuatro superlativas divisas, después del dólar, el euro y el yen. Quizá se queden cortos porque, en el nuevo ambiente de las geofinanzas conectadas a la nueva dinámica geopolítica que emergió el 11 de septiembre, constituiría un grave error de juicio despreciar la rupia, la divisa de India, cuyo PIB, medido con el más realista "poder de paridad de compra", representa 2.66 billones de dólares, es decir, la cuarta potencia global después de EU (10.4 billones de dólares), China (5.7 billones), y Japón (3.55 billones), y antes de Alemania (2.18 billones), de acuerdo con datos de The World Factbook de 2002, de la CIA. Sepa Dios de dónde saca el "crepuscular" presidente Fox (quien se despidió en su último informe con tres años de antelación) el "noveno" lugar de México.

POR LO PRONTO, la BBC de Londres, enfrascada en un pleito épico con la superbélica cadena Fox News (como consecuencia del "asunto Blair-Kelly"), reseña que antes del arribo de Snow, el banco central de China rechazó cualquier cambio en la paridad del yuan, que se encuentra fija al dólar (a 8.24 desde 1994), y que, en su visión,"contribuye a la estabilidad y el desarrollo de China, Asia y el mundo". Hace mucho que los chinos no se comen los cuentos texanos, y el comentario del portavoz del banco central chino es puntillosamente humillante: "no porque alguien visita China se va a dar un cambio en la paridad del yuan". Menos si se llama Snow. Este trascendental asunto no se trata a nivel de un secretario del Tesoro, sino a niveles presidenciales. Las últimas que deberían protestar son precisamente las autoridades monetarias de Japón que, sin morderse la lengua ni atarse las manos por sus pasadas hazañas, han soltado en unos cuantos días cantidades inverosímiles de dólares al mercado (superiores a las reservas de México) para devaluar artificialmente el yen y alentar sus exportaciones.

EN MEDIO DE peligrosas devaluaciones competitivas, Hugh Peyman (Financial Times 1-9-03) exagera la visita de Snow a Beijing como la "más importante desde la visita secreta de Brent Scowcroft", el consejero de seguridad nacional de daddy Bush, "después de Tiananmen, en 1989. Su significado puede colocarse al nivel de las charlas que sostuvieron Henry Kissinger y Chou En Lai, que llevaron al encuentro histórico de Mao Tse Tung y Richard Nixon, en 1973".

CUATRO TEMAS DOMINARAN la reunión: la cotización del yuan, el petróleo (China se ha vuelto un ávido consumidor de oro negro), el comercio y Norcorea. Como que no cuaja que un simple mortal de la talla de John Snow, a quien todavía le falta demostrar su pericia financiera, lleve solo sobre sus hombros una agenda trascendental. Peyman asegura que el tema del yuan será "el más significativo". Sin duda. Que consiga algo es otra cosa, porque los chinos, quienes si de algo saben es de estrategia, tratarán de conectar, quizá, la carta de la desnuclearización coreana donde han desempeñado un rol relevante. Pero Peyman suena muy optimista sobre la revaluación del yuan, la cual se realizaría en tres etapas: 10 por ciento el año entrante, otro 10 al año siguiente, para luego fijarse a una canasta tripolar del dólar, el euro y el yen. ƑEl nuevo orden monetario internacional estará configurado por una canasta tripolar (el dólar, el euro y el yen) que antes del 11 de septiembre había sido anatema para EU? ƑDónde quedarían el oro, el yuan y la rupia? El simple hecho de proponer la canasta tripolar constituye un avance notable. La idea había sido sugerida por el hugonote alemán Oskar Lafontaine, ex secretario del partido Socialdemócrata y ministro de economía del gabinete Gerhardt Schroeder, lo cual le costó su carrera política.

BRUCE BARTLETT, del texano Centro Nacional de Análisis Político (NCPA, por sus siglas en inglés, 2-9-03), en vísperas de la reunión ministerial de Cancún, y en el contexto de la visita de Snow a Pekín, arremete contra el déficit comercial estadunidense con China, de 103 mil millones de dólares (22 por ciento del total deficitario comercial de EU), que se ha vuelto un incandescente "tema político". Varios congresistas han sonado la alarma amenazando con tomar medidas proteccionistas en caso de que China se rehúse a revaluar el yuan. Frente a la retórica bushiana de "recuperación sin empleos" se podrá criticar de "pesimista" a Richard Duncan, autor de un libro muy leído en Asia (La crisis del dólar), menos de no conocer su tema como analista financiero en la correduría Salomon Brothers (adquirida por Citigroup) y funcionario del Banco Mundial desde la plaza de Hong Kong.

DUNCAN SE ADHIERE a la tesis estructural de la orfandad monetaria del patrón oro que ha causado tantos estragos planetarios para favorecer al dolarcentrismo. Desde que el presidente Nixon desacopló el dólar del patrón oro, según los acuerdos de Bretton Woods, la economía global ha sido inundada literalmente de una liquidez inconcebible de dólares. Durante 20 años, cinco años después de la instauración de Bretton Woods, en 1944, hasta 1969, dos años antes del desacoplamiento, las reservas internacionales totales crecieron lentamente: 55 por ciento. Mientras en un periodo de 31 años, desde 1969 (fecha relevante porque fue cuando empezó a mostrar sus fisuras el dólar) hasta la actualidad, las reservas internacionales totales explotaron en 2 mil por ciento (š36.6 veces más!). A juicio de Duncan "la explosión de las reservas internacionales totales ha sido uno de los sucesos económicos más significativos en los últimos 50 años". De 1969 a 1989, fecha de la caída del Muro de Berlín, las reservas aumentaron 700 por ciento en 20 años, mientras en una década, del periodo de 1989 a 2000, es decir, la fase paroxística de la globalización financiera, se elevaron sólo 150 por ciento. En la actualidad, los bancos centrales de Asia poseen más de 1.5 billones en reservas.

EL DEFICIT DE la cuenta corriente de EU se ha vuelto la cefalea global: 560 mil millones de dólares que han desequilibrado el sistema financiero (alrededor del 5.6 por ciento de su PIB), que extrae 2 mil millones al día de la periferia vapuleada. Al unísono, la explosión de las reservas internacionales ha creado un desequilibrio macroeconómico sin precedente que ha desestabilizado a la economía global. Es evidente que desde el golpe financiero unilateral que propinó Nixon a la economía del mundo occidental en ese entonces, el patrón dólar, bajo el paraguas nuclear de Washington, sustituyó al patrón oro. Duncan arguye que el dolarcentrismo ha permitido que Washington financie su exorbitante déficit de cuenta corriente mediante la venta de instrumentos de deuda con sus socios comerciales, en lugar de pagar sus importaciones con oro. Sin embargo, el subsidio de la economía estadunidense ha derivado en consecuencias desastrosas: países como Japón, que acumularon vastas reservas internacionales por medio de superávits de cuentas corrientes, han experimentado un sobrecalentamiento económico y una hiperinflación en los activos que finalmente resultaron en un colapso económico (la crisis asiática de 1997). Pero el mismo fenómeno redundó también en EU, debido a que los países superavitarios reinvirtieron sus excedentes (reservas en dólares) en activos dolarizados en Estados Unidos, lo que alimentó sus burbujas (la bolsa, los bonos, etcétera), que no solamente asignó mal el capital corporativo, sino que también ha elevado a niveles insostenibles los precios de los bienes raíces. El problema de las burbujas es que siempre acaban por explotar, destilando tras de sí olor a azufre (rescates al estilo Fobaproa/IPAB) y un exceso de capacidad industrial ociosa. Lo más interesante consiste en que durante la etapa Bretton Woods las crisis bancarias fueron prácticamente inexistentes, mientras en su fase posterior han ocurrido en forma pandémica. Por ello, el oro, no se diga el oro negro, se ha vuelto una opción atractiva cuando el valor intrínseco del dólar ha sido socavado por 32 años de frenesí monetarista.

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