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México D.F. Miércoles 3 de septiembre de 2003

Arnoldo Kraus

Acerca de la ilusión

ƑEs factible "estar vivo" sin tener ilusiones? No. La ilusión es, sin duda, uno de los motivos más fuertes para dar sentido a la vida y valor a la cotidianidad. Para muchos es aún más importante que el conocimiento o que el saber, pues éstos pueden "colmarse" o "satisfacerse" periódicamente, o incluso "para siempre", mientras que la ilusión, aun cuando se haya "convertido en realidad", se renueva continuamente, se rejuvenece y nace cuando el deseo siembra nuevos motivos para "seguir viviendo". La ilusión es la suma de voluntad y deseo, del pasado y del presente, pero sobre todo es una ventana hacia el futuro. Es decir, es un bien que permite dar sentido a múltiples actividades y rostros, y significado a muchas ideas. Además, la ilusión, aunque fracase -desilusión- tiene la facultad de autogestarse -clonarse en lenguaje del siglo xxi- y retroalimentarse a partir de la experiencia propia, sea buena o mala. Es, en lenguaje llano, en lenguaje corporal, una forma de "estar vivo".

Es cierto que el conocimiento tampoco se agota, pero, con frecuencia, puede ser fuente de muchas decepciones y dolores. Por ejemplo, el estado actual del mapa humano y de los genes, donde el mundo cimienta su realidad, es, para muchos, motivo de escepticismo y desconfianza: Ƒde qué sirve tanta sabiduría si las condiciones de las mayorías son peores que hace algunas décadas y si la salud del mundo es tan precaria? La ilusión, en cambio, es un bien que siempre nace joven y que puede ser la tinta de muchos renglones de la vida. Es, sin duda, espejo de los movimientos internos y reflejo del bienestar personal. Para los enfermos la ilusión es un bien indispensable, pues les permite encarar mejor el dolor y coadyuvar, por medio de la propia ilusión, en su cura.

El lenguaje de los enfermos es particularmente valioso para entender la trascendencia de la ilusión, pues vincula la realidad del dolor con la esperanza de la curación. Recuerdo que una paciente, que llevaba más de 20 años padeciendo, me decía que "a pesar de que estoy muy enferma mi expediente quiere seguir, quiere engordar aún más". Lo mismo sucede con los familiares de los desaparecidos: aceptar que el caso se ha cerrado es aceptar su muerte.

El Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española ofrece cuatro definiciones de ilusión. Me detengo en dos. La primera dice: "concepto, imagen o representación sin verdadera realidad, sugeridos por la imaginación o causados por el engaño de los sentidos". La segunda explica: "esperanza cuyo cumplimiento parece especialmente atractivo". Es evidente que ambas interpretaciones contienen algunas contradicciones, pues mientras una habla de esperanza otra se inclina por el engaño. Considero que el concepto inicial es "más apto" para los filósofos y el segundo para los poetas, pues los primeros utilizan el término ilusión en relación con la cuestión de si los sentidos engañan o no, mientras que los segundos -modestamente me adhiero a ellos- laboran, con frecuencia, basados en la esperanza, en la esperanza de la palabra, del amor, de la vida, del deseo.

Freud afirmaba que "lo que caracteriza a la ilusión es que se deriva de los deseos humanos", lo que sugiere que buena parte de las ilusiones puedan tener una gran dosis de subjetividad. No importa que en algunos casos la ilusión pueda tener "una dosis" de engaño de los sentidos, de "autoengaño" o de subjetividad: Ƒpara qué sirve tanta realidad en este mundo?, Ƒde qué y a quiénes sirve el conocimiento si las mayorías, por su precaria situación, no tienen ya ni derecho a la ilusión?

La ilusión permite "pactar" con el tiempo, permite "dialogar" con la realidad, permite cultivar el asombro e incluso, en ocasiones, neutralizar la crudeza de incontables dolores. Es una forma de antídoto contra la muerte y de placebo contra las inclemencias de "tanta verdad". El lenguaje y el juego de los niños son buen ejemplo del valor y de las huellas de la ilusión: ellos nos enseñan que se puede construir a partir de la ilusión cuando ésta contiene voluntad -o imaginación- y deseo.

Renglones atrás decía que el conocimiento, por lo que retrata, puede conllevar dolor e incluso producir decepción. Con esto no pretendo confrontar el bien del saber contra el bien de la ilusión, sino subrayar la dimensión de la ilusión como una cualidad necesaria para la existencia y como una referencia imprescindible contra los sinsabores de estos tiempos. El problema es que la carga de la modernidad, el peso de la realidad y las dismetrías entre lo que se desea y lo que se ve son demasiadas.

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