.
Primera y Contraportada
Editorial
Opinión
El Correo Ilustrado
Política
Economía
Mundo
Estados
Capital
Sociedad y Justicia
Cultura
Espectáculos
Deportes
CineGuía
Lunes en la Ciencia
Suplementos
Perfiles
Fotografía
Cartones
La Jornada en tu PALM
La Jornada de Oriente
La Jornada Morelos
Librería
Correo Electrónico
Búsquedas

P O L I T I C A
..

México D.F. Miércoles 3 de septiembre de 2003

Carlos Martínez García

La tolerancia y la ley

La palabra tolerancia remite a concesión de quien tiene el poder, o es mayoría, hacia el grupo minoritario. Refiere permisividad para con ideas y conductas que se consideran nocivas. Implica también aceptación a regañadientes de concepciones y prácticas que por distintas razones se preferirían ausentes en la vida de la sociedad. Este es el sentido preponderante que levanta el término. Sin embargo, como todo concepto con larga trayectoria el de tolerancia tiene una historia y una evolución. Hoy, en los medios en los que se propugna y defiende la diversidad y su coexistencia civilizada, tolerancia no es ya un término con implicaciones negativas, sino que evoca una virtud ciudadana propia de las sociedades democráticas. Por otra parte, lo que primero fue tolerancia hacia los heterodoxos paulatinamente fue convirtiéndose en garantías consagradas por la normatividad de los derechos humanos.

En el sentido inicialmente señalado, la tolerancia tiene que ver con soportar por conveniencia o necesidad a ideas y personas que son desagradables y molestas, pero a las que por incapacidad coercitiva no se puede reprimir. O que teniendo el poder para someterla se permite su existencia porque el mal que causan, desde la perspectiva del poder simbólico o político, es menor a las consecuencias de suprimir su presencia. La génesis del concepto muestra eso que se quisiera extirpado, pero con lo cual es necesario contemporizar casi estoicamente. "El concepto tolerancia tiene un origen prostibular. La Iglesia tiene que soportar la prostitución -según indica san Agustín- como un mal necesario para la sociedad; si se eliminan las prostitutas de la sociedad, todo quedará perturbado por la lujuria. Se introducía así el germen activo del concepto de tolerancia, es decir, de la ilicitud (de momento) no perseguible" (Italo Mereu, Historia de la intolerancia en Europa, Ediciones Paidós, Barcelona, 2003).

Fue en el terreno religioso donde la discusión sobre la tolerancia o la intolerancia para con los considerados desviados doctrinalmente por las jerarquías clericales tuvo momentos cruciales. Los pensadores cristianos del siglo II, como Tertuliano, abogaron por tolerancia para con el nuevo culto y se esforzaron por defender su derecho a creer diferente en el seno de una sociedad que mantenía un credo dominante y contrario al cristianismo. Menos de dos siglos después la Iglesia que pedía tolerancia se convirtió en la fe imperial, y de esa simbiosis con el poder político surgió una institución intolerante y persecutora de los considerados herejes. El mismo san Agustín (354-230) -cuya frase "En lo esencial unidad, en lo no esencial libertad, en todo caridad" es recurrentemente citada en los ámbitos ecuménicos- hizo una interpretación de textos del Nuevo Testamento que avaló el edicto antidonatista que en el año 413 promulgó Teodosio ii, el cual castigaba con duras penas a los seguidores del obispo africano Donato. El movimiento donatista surgió a principios del siglo iv, y durante toda esta centuria y parte de la siguiente, antes de ser reprimido sangrientamente, mantuvo una crítica a la unión de la Iglesia católica con el poder imperial.

Es larga y apasionante la discusión histórica sobre la tolerancia, sus propugnadores y enemigos nos han legado un caudal inmenso, que es necesario tener presente cuando en nuestros días se discute sobre el tema. Aunque antes del siglo xvi algunos pensadores y movimientos se inclinaron por la tolerancia, mientras que la Iglesia católica iba en sentido contrario, fue en el siglo xvi cuando el debate teológico-político se agudizó a raíz del movimiento luterano. Más adelante (en 1689) John Locke publicó su Carta sobre la tolerancia, y Voltaire (en 1763) dio a luz Tratado de la tolerancia. Ambos escritos son referencia obligada para quien se ocupa del tema. En 1997 Michael Walzer actualiza el debate y su significado en las sociedades multiculturales.

En On toleration (hay traducción española), Walzer se ocupa de las distintas vertientes y motivaciones de la tolerancia. Hoy, en las sociedades crecientemente plurales, se hace necesario cultivar la tolerancia, entendida como virtud democrática que puede estar en desacuerdo con ciertas ideas y conductas, pero que no lincha simbólicamente al adversario y menos busca su eliminación física. Al contrario, favorece la convivencia pacífica y el intercambio cognoscitivo entre la diversidad identitaria propia de las sociedades del siglo xxi.

Con todo y lo encomiable que es impulsar la tolerancia por distintos medios, cuando es insuficiente para frenar los ímpetus persecutorios de individuos y grupos el Estado cuenta con recursos legales que penalizan a quienes vulneran libertades y derechos de los ciudadanos. Aquí no me refiero a la tolerancia cero y sus implicaciones policiales, sino a principios que amparándose en la tolerancia en realidad la usan para pretender uniformar, con ideología conservadora, a la pluralidad que tanto les molesta. Si como dice Walzer "la tolerancia hace posible la diferencia; la diferencia hace necesaria la tolerancia", entonces las leyes tienen que proteger los derechos de todos y, particularmente, los de los diferentes cuando los intolerantes buscan su erradicación.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año
La Jornada
en tu palm
La Jornada
Coordinación de Sistemas
Av. Cuauhtémoc 1236
Col. Santa Cruz Atoyac
delegación Benito Juárez
México D.F. C.P. 03310
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Email
La Jornada
Coordinación de Publicidad
Av. Cuauhtémoc 1236 Col. Santa Cruz Atoyac
México D.F. C.P. 03310

Informes y Ventas:
Teléfonos (55) 91 83 03 00 y 91 83 04 00
Extensiones 4445 y 4110
Email