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México D.F. Miércoles 3 de septiembre de 2003

Néstor Bravo Pérez

Pluralidad y diversidad

En las artes plásticas existe una tendencia a la pluralidad, al pluralismo, de tal manera que ninguna postura, ninguna modalidad artística es dominante, pero tampoco existe dominio de alguna propuesta crítica.

En esta amplitud que ha generado la pluralidad de propuestas, se constituyó una tendencia a la dispersión, no hay espacios de crítica hacia el statu quo, sólo ciertas desviaciones que permiten la manifestación tímida de descontento.

Vivimos en una institucionalización de lo plural en la que un museo, por ejemplo, con toda la retahíla de sus curadores, dice qué debe ser reconocido como artístico en un ámbito cargado de supuesto respeto a la diversidad. No existe ninguna estrategia que permita establecer con claridad qué perspectivas teóricas se han implementado en las líneas seguidas por los curadores, o por lo menos no se han difundido, o no han sido sancionadas por la colectividad.

Existe descontento en un amplio sector de la comunidad artística del país en relación con las políticas culturales implementadas por el Estado; sin embrago, no existe, en este espacio de pluralidad y tolerancia, el lugar propicio para que se escuchen los reclamos.

No se ha promovido un desarrollo de la participación; en lugar de cultura hemos generado cultos. Se han establecido diversidad de propuestas que no son reconocibles, que no representan a nadie; heterogéneo, el ámbito del arte en el país, no remite a una forma de arte en específico; se ha conformado una especie de escenario que no promueve un diálogo, sino la muestra de intereses creados, en la que se escuchan sólo las voces de las sectas autorizadas, es decir, se vive en una paradoja en la medida que se pretende establecer desde la institución un carácter de pluralidad.

Se supone que estamos viviendo, a partir de este respeto y promoción de la diversidad y la pluralidad, la posibilidad de insertarnos en la democracia; sin embargo, esto se está dando en la suave imposición de una clase social sobre otra, en la sabia imposición de un criterio sobre otro.

A partir del principio de pluralidad se muestran aspectos que caracterizan al arte contemporáneo, a cierta perspectiva que guarda la producción artística en nuestros días, una especie de necesidad de insertarse en el mercado libre y promover la autonomía del arte, es decir, desconectar al arte de todo lo que le rodea. A partir de esto se implementa una visión del mundo que lleva al individuo a dar un giro, la retirada de la antropología desde la sicología. La emergencia de la subjetividad no se implementa como estrategia ni como táctica. Lo que ha sucedido es que se incrementaron el número de estilos y la libertad de expresión de un individuo permite la muestra de tolerancia hacia una serie de propuestas que de ninguna manera establecen cambio en la visión del arte, pero sí posibilitan la generación de un simulacro; lo que se está promoviendo es la permanencia, pero diversificada.

Existe una tendencia prolífica determinada por la moda; todo tiene que ser diferente; se puso de moda ser original. La cultura se ha vuelto una industria en nuestra sociedad de consumo. Desde esta perspectiva, la visión crítica que podría tener un artista es absorbida como cualquier otro bien de consumo y se inserta en la leyes de la oferta y la demanda.

Las ideas de cambio tan en boga en nuestro país y tan poco claras han infectado la perspectiva del arte, se ha generado un simulacro que se disfraza de cambio, tanto en políticas culturales como en propuestas estéticas, una serie de revisionismos, el neopop, el neoconceptual, el neoexpresionismo, el neoetcétera, que no corresponden con las necesidades de cambio en términos reales y no conducen a un mejor conocimiento de las diferencias (sociales, sexuales, artísticas etcétera), sino a un paralizante estado que está reduciendo el arte a una homogeneidad con variedad de gestos, que no reconoce las diferencias. El conservadurismo actual está generando la inhibición de un arte crítico bajo la consigna de no querer regresar a una perspectiva radical y dogmática. El mal entendimiento del pasado, de alguna manera la ignorancia, está frenando la inventiva y la creatividad.

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