La Jornada Semanal,  domingo 14 de septiembre  de 2003         445

DIOS NO PIENSA EN NÚMEROS REDONDOS

 GUILLERMO LESCANO ALLENDE
João Almino,
Las cinco estaciones del amor,
Alfaguara/Universidad del Claustro
de Sor Juana,
México, 2003.

João Almino (1950) es un escritor conocido en Brasil pero no en el ámbito hispánico. Las cinco estaciones del amor es la primera novela que se traduce al español y forma parte de una trilogía sobre la ciudad de Brasilia: Ideas sobre dónde pasar el fin del mundo y Samba-enredo.

La historia es narrada por una mujer que tiene dos nombres: Ana/Diana (el segundo es el otro yo, el lado oculto de uno mismo, el lado atrevido; el ser y el querer ser, algo así como la relación que establecía Sor Juana entre saber y desear saber). Ana/Diana tiene cincuenta y cinco años, es jubilada, ha sido profesora de filosofía, vive con sus sobrinos y una sirvienta. Es una sobreviviente de esa generación "semiperdida" –o más o menos extraviada– de los sesenta, signada por el deseo de cambiar el mundo.

Aunque hay muchos personajes en la novela, el que es capaz de producir el mundo novelesco es otro personaje también con dos nombres: Norberto/Berta (el segundo es el otro yo, el lado oculto, la homosexualidad latente en cada hombre, la fantasía masculina de travestismo y transexualidad). El escenario es Brasilia, un ámbito sin historia, nacido de los sueños de modernidad de mediados del siglo XX. Ciudad universal, refleja una realidad insoslayable: la inseguridad propia de un gran conglomerado.

La anécdota se va adivinando a través de una escritura que quiere negar la forma tradicional de narrar y, por lo tanto, habla de sí misma, de la gestación del texto, de la página en blanco. Almino metaforiza las palabras como pinceladas rojas: se parecen al color con que Norberto/Berta pintó a la protagonista. La escritura como metáfora es insistente: la pluma es la pistola, un arma que Diana adquirió para su propia seguridad. Y hay una obsesión muy filosófica y muy literaria al mismo tiempo: el tema de Octavio Paz sobre el instante, el deseo de comenzar de cero, a partir de la desilusion posterior al ’68. La acción transcurre en 1999 en medio de los preparativos de un grupo de amigos para recibir el nuevo milenio, el año 2000.

Gloso una reflexión recurrente sobre la escritura, considerada desde los sumerios y fenicios : "La escritura puede ser borrada, transformada y perdida. Desde que, hace sesenta mil años existe el lenguaje, la lengua puede comerse a la lengua y fijar para siempre el instante." Esta es la amenaza constante del texto: es un hablar de sí mismo que niega al texto, concebido desde el logos. Como en Cervantes, la escritura crea a los personajes viéndose a sí mismos como construcciones discursivas. Hay muchos momentos en que Ana se propone destruir todos los papeles y el lector tiene la sugestión de que también destruye lo que se lee. Como la narradora es Ana/Diana, se llega a un punto ciego: ese instante a partir del cero, ¿incluye o excluye algún tipo de escritura? Pero el cero, como número vacío, no existía en Europa hacia el año 1000: los festejos de fines de siglo son una invención moderna, después del siglo XVII, afirma muy doctamente un personaje de la novela. Si el número cero es un "número inspirado por el vacío y el desierto", ¿qué le puede esperar al milenio, que se inicia con tres ceros? La respuesta la debe tener Dios, que "no piensa en números redondos", dice otro personaje. Y otra cosa: "Dios estaba enojado y de mal humor cuando creó al hombre", sostiene Diana. El lector entenderá el porqué de esta frase al enterarse de los pormenores anecdóticos: la relación que se establece, en 1999, entre Ana/Diana y Noberto/Berta. Este último es el que detona las acciones al reaparecer, después de muchos años, operado como mujer y se instala en la casa de Ana. Esta es, en síntesis, la base de la trama que poco a poco va adquiriendo matices políticos y policiacos. Ocurren algunas tragedias, en el marco de esta historia de intelectuales maduros que todavía buscan la autenticidad juvenil: la novela es, también, una novela sobre Brasilia, una promesa de la modernidad. "¿Quién asegura que no soy artificial como Brasilia?", se pregunta, casi al final, la angustiada ex catedrática. Debido a un incendio hay, en efecto, una pérdida real de muchos papeles viejos de la narradora y entonces ésta dice: "Lo esencial no está en el diario que destruí ni en el relato perdido más tarde en la catástrofe, sino en el que cuento ahora." Para lograr este resultado ha intervenido, sin duda, Diana, el otro yo, el más oculto y verdadero. La propuesta de Almino/Flaubert es la de ofrecer una suerte de "hipertexto que se recrea a cada instante, con palabras sopladas por Dios", esto es, como se diría afuera de las novelas, por el discurso. Este libro es el cuarto título de la colección Primero Sueño, dirigida por Sandra Lorenzano, que la editorial Alfaguara y la Universidad del Claustro de Sor Juana han creado recientemente •