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México D.F. Miércoles 17 de septiembre de 2003

Alejandro Nadal

OMC: la cláusula de hipocresía

Tengo una idea para desbloquear las negociaciones en la OMC. ƑPor qué no comenzar a negociar la cláusula de hipocresía? La ronda de negociaciones podría lanzarse en una reunión cumbre en la que los miembros de la Organización Mundial de Comercio se comprometieran a reducir paulatinamente los niveles de hipocresía que rodean la negociación y la aplicación de los acuerdos comerciales. La reducción paulatina proseguiría hasta alcanzar una plataforma uniforme que no distorsionara las relaciones económicas internacionales o los flujos comerciales.

Ya sé que es difícil lograr avances en este terreno. Pero la única novedad es que simplemente se reconocería explícitamente algo que ya existe. Siguiendo el ejemplo de niveles de subsidios por hectárea o por cabeza de ganado, los niveles de simulación podrían irse reduciendo hasta un coeficiente común de hipocresía por vaca.

Claro que habría que tener un trato especial y diferenciado para países como Estados Unidos, porque sin un grado adecuado de hipocresía sus engaños quedarían al descubierto y no podrían cumplir sus compromisos, en especial en temas como el del capítulo agrícola. Estados Unidos seguramente reclamaría un largo proceso de transición antes de alcanzar el nivel cero hipocresía; de lo contrario, sus vulnerables empresas trasnacionales quedarían desamparadas.

Para no dejar desprotegidos a grupos de países como la Unión Europea existiría una cláusula de salvaguarda: en caso de necesidad, los miembros de la OMC podrían regresar a niveles de hipocresía superiores a los estipulados en sus calendarios de desgravación. A la menor señal de crisis en la balanza de pagos, podrían notificar al secretariado de la OMC la suspensión temporal del proceso de reducción de hipocresía. Eso haría legal todo tipo de argucias para mantener aranceles, subsidios y barreras técnicas al comercio mientras sorteaban la crisis sin temor a medidas compensatorias.

La cláusula de hipocresía tampoco entraría en conflicto con el capítulo de reglas de origen. Se sabe que los acuerdos bilaterales (como el TLCAN) contienen una intrincada red de fórmulas y normas que distorsionan los flujos de comercio y de inversiones. Hasta se le describe como un spaguetti de reglas por sus enredos y circunvoluciones. Pero como nadie reclama ser el centro de origen de la hipocresía, toda esa maraña normativa continuaría aplicándose para proteger a las empresas trasnacionales.

Para gobiernos como el de México la cláusula de hipocresía ofrece mucho. En primer lugar, el nivel de duplicidad de los negociadores mexicanos es uno de los más altos del mundo: parece que ocupamos el noveno lugar a escala mundial, con un nivel de hipocresía por vaca superior al de Estados Unidos y la Unión Europea. En este plano sí estamos al día y a la vanguardia. Ese resultado se ha construido con mucho esfuerzo y ahora se puede alegar que no se puede eliminar toda esa malicia de la noche a la mañana.

El gobierno mexicano prometió exigir la eliminación de subsidios a la agricultura en los países ricos y declaró que seguiría apoyando a sus productores. Después de 10 años sin cobrar el arancel sobre importaciones sujetas a un arancel-cupo y hacer la guerra a sus agricultores, esa declaración coloca la hipocresía en niveles perversos. Así que tenemos mucho poder de negociación y podríamos obtener calendarios de reducción de hipocresía muy largos.

De firmarse dicho acuerdo, ya nadie juzgaría mal a la delegación mexicana cuando adoptara su papel obsecuente frente a las naciones ricas, como hizo en Cancún. Cuando Derbez presentó el 13 de septiembre un borrador de declaración final, era el mismo texto elaborado semanas atrás por el secretariado de la OMC, claramente al servicio de los países ricos. Ese documento no contenía calendarios ni metas ni compromisos serios. Sin embargo, eso no impidió que México formara parte, al mismo tiempo, del grupo de 23 países que exigía a los ricos un acuerdo bien cimentado para reducir los subsidios a sus trasnacionales. La delegación mexicana fue injustamente criticada cuando lo único que estaba haciendo era acogerse a la cláusula de hipocresía que permite este doble juego.

Hasta las declaraciones de jefes de Estado, pavoneándose como preocupados por la desigualdad y la pobreza en el mundo, quedarían mejor. Con un guiño de ojo, los 148 miembros de la OMC comprenderían que las declaraciones se hacían al amparo de la cláusula de hipocresía.

Decididamente, para el 15 de diciembre, cuando los jefes de delegación se reúnan en Ginebra para destrabar las negociaciones de la "ronda del desarrollo", y el bloque de países ricos busque arrancar más concesiones a los pobres en materia de inversiones, compras de gobierno, regímenes de competencia y acceso a mercados no agrícolas, la cláusula de hipocresía debería ser la prioridad en la agenda.

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