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México D.F. Viernes 19 de septiembre de 2003

Luis Javier Garrido

El comercial

La disputa por el país en los últimos tres años del gobierno foxista será por todos los medios, como ya se vislumbra.

1. La ceremonia del Grito de Independencia había sido, aun en los años de priísmo, un ritual republicano para conmemorar la Independencia de un país que cada año lo era menos, pero sin perder las formas. La de 2003 será recordada no porque Fox hizo de la misma, con el patriomonialismo que le caracteriza, una pachanga familiar en la que le perdió el respeto al acto, o por el aspecto de abandono y pesadumbre del que aún es titular del Ejecutivo, sino porque rompió la tradición agregando dos gritos desencajados que dennotan su desesperación, en los que demandó a los partidos "los acuerdos" para culminar la entrega del país al extranjero, y exigió al pueblo con el slogan de los fascistas, que ahora es de todos los gobiernos autoritarios, "unidad nacional" en torno a él.

2. En 1810 Hidalgo clamó por ir "a coger gachupines" y hoy Fox, representante de los intereses extranjeros en el poder, exige desde el balcón central de Palacio Nacional la entrega del país al exterior, y trata de encubrir sus políticas como de impulsos "modernizadores", fingiéndose, él y su esposa, nacionalistas, aprovechando la difusión de las fiestas patrias por radio y televisión.

3. La llegada de Fox a la Presidencia supuso la puesta en marcha de un ambicioso proyecto de un sector de la derecha para rediseñar los mecanismos de control de la sociedad, priorizando los medios de comunicación para desmovilizar a los sectores populares más activos, ya no como en los años del priísmo, manipulando la idea de que el régimen cumplía las demandas de la Revolución Mexicana, sino imponiendo que "el nuevo régimen", supuestamente "legítimo" por su origen "democrático", podía hacer cualquier cosa, y que las políticas salinistas de desmantelar a la nación y desmembrar al Estado ya eran "legales" y "legítimas" y no deberían cuestionarse. El foxismo no abandonó el asistencialismo social ni las políticas de cooptación ni de componendas del priísmo, y con un presupuesto descomunal buscó desde Los Pinos, a través de Francisco Ortiz, someter a la sociedad a una visión de "la alternancia" impuesta por radio y televisión.

4. El nuevo presidencialismo se sustentó desde el 1Ɔ de diciembre de 2000 no en las acciones del gobierno, desde el inicio contrarias a los intereses de las mayorías, sino en esa política "de comunicación social" que se propuso a) una crítica desmedida del "antiguo régimen" atribuyéndole todos los crímenes, y b) un elogio sin precedentes del Ejecutivo, atribuyéndole ser demócrata, a diferencia de sus predecesores, y haber traído la democracia y las libertades a México. El fracaso del gobierno foxista a menos de la mitad del sexenio por su sometimiento a los intereses trasnacionales en el manejo de la economía o por su incapacidad para impulsar cambios democráticos, y en todos los órdenes, derrumbó el proyecto propagandístico y los sueños del foxismo.

5. El gobierno de Fox, que está a la deriva, sin más proyecto que entregar los recursos de la nación como las funciones del Estado a las fuerzas del capital, se aferra a la obsesión de imponer a los mexicanos una imagen suya con propaganda, asumiendo que legitima el proyecto neoliberal. En eso ha insistido Alfonso Durazo, nuevo responsable de su imagen, a quien se atribuyen los anuncios en la radio que tanto escándalo han generado en los cuales los mexicanos a coro agradecen a Fox la democracia que, según éstos, trajo a México, lo que es una falsedad histórica.

6. Fox pudo encaramarse en la silla presidencial gracias a las reformas electorales pactadas por los gobiernos priístas con los partidos en 1989-1990 y 1996, que crearon mayor inequidad en los procesos electorales, al apoyo político y financiero que recibió de Washington, y como resultado, a los acuerdos que hizo con Salinas y Zedillo para alcanzar la alternancia en el poder que exigían las trasnacionales. Pero a su llegada a Los Pinos no impulsó reforma democrática alguna y delegó su responsabilidad en sus subalternos, en su esposa, y ahora en su secretario, y pretende que se le rinda tributo presidencialista mientras abusa de manera patrimonialista del poder.

7. México sigue sin ser una democracia, al menos por dos razones fundamentales que deberían constituir un programa urgente para la sociedad, si no hubiese una tercera, la más importante, que impide a los mexicanos luchar para alcanzar las dos primeras: porque la mayoría vive en condiciones infrahumanas, ya que el gobierno no garantiza los derechos sociales (tierra, vivienda, salud, alimentación, educación, trabajo, seguridad social), y reconocer esto bastaría para retirar de las ondas ese comercial: por vergüenza de los funcionarios de un gobierno tan antidemocrático como el de Fox. El país no tendrá un régimen democrático hasta que prevalezca un estado de derecho, que hoy no existe, que propicie que los mexicanos puedan tomar las decisiones más convenientes teniendo un gobierno que los represente a ellos, no a los partidos, y al que puedan controlar, y en el que no subsista la impunidad de los funcionarios.

8. El desafío para los mexicanos en estos años decisivos es mayor: defender la integridad y la soberanía de México, pues el gobierno de Fox, totalmente sometido a la administración Bush, ha aceptado que las políticas de México se decidan a todos los niveles en Washington. Y ha seguido entregando a Estados Unidos el control militar y económico del territorio y de nuestros recursos básicos, culminó la entrega del sector financiero, avala a ciegas el proyecto neoliberal, y por eso le urgen tanto "los acuerdos": para informar de su "misión cumplida".

9. El hipotético "éxito" del gobierno de Fox sería un triunfo de las trasnacionales y una derrota histórica del pueblo mexicano, pues se empobrecerían más los mexicanos más desposeídos ("reforma fiscal"), se acabarían las garantías laborales, consagradas en el artículo 123, arrojando a los trabajadores al mercado laboral como la más deleznable mercancía ("reforma laboral"), se terminarían de entregar -ahora "legalmente"- petróleo y electricidad a las compañías extranjeras ("reforma energética") y se harían más concesiones a los partidos ("reforma política").

10. El actor político fundamental de estos tres años cruciales que vienen va a ser el pueblo, al que han ido dirigidos los comerciales de Fox, ya que ni los poderes del Estado ni los partidos constituyen garantía alguna para defender al país.

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